En México, los niños y adolescentes enfrentan problemas de desnutrición y, paradójicamente, de obesidad; derivada de la pobreza, la ingesta de alimentos de baja calidad y contenido de proteínas, que impacta su desarrollo físico e intelectual; además de abrir la puerta a otras enfermedades con alta prevalencia de mortalidad como diabetes, hipertensión, afecciones cardíacas, tumores malignos, afecciones hepáticas.
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2018, efectuada por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), reportó que en México el 22.6 por ciento de los hogares tienen inseguridad alimentaria moderada y severa, mientras que el grado para el 32.9 por ciento es leve. Asimismo, existen más de un millón 194 mil 805 niños con desnutrición crónica en el país.
Entre 2012 a 2018 se elevó la desnutrición crónica en zonas urbanas, al pasar de 10.1 a 14.9 por ciento, así como en las rurales de 19.9 a 24.5 por ciento. Las últimas estadísticas indican que entre los menores de edad 4.4 por ciento presentó bajo peso, 14.9 desnutrición crónica y 1.5 emaciación -adelgazamiento patológico por pérdida involuntaria de más del 10 por ciento del peso corporal, particularmente de masa muscular y cursar con 30 días de diarrea, de debilidad y fiebre-.
La desnutrición crónica fue mayor en hogares indígenas (24.5 por ciento), hogares de mayores carencias socioeconómicas (17.5 por ciento) y hogares con inseguridad alimentaria moderada y severa (15.3 por ciento).
Considerando rangos de edad de cero a cuatro años, se tenían registrados 9.7 millones, lo que representa el 7.7 por ciento de la población total; de cinco a nueve años, 11.1 millones, es decir, 8.8 por ciento; y de 10 a 19 años, un total de 22.8 millones, equivalente al 18.1 por ciento de la población total.
En cuanto a obesidad, el 8.4 por ciento de la población de cero a cuatro años ya presenta esta enfermedad y 22.4 por ciento está en riesgo de padecerla, especialmente en zonas urbanas. Mientras que en zonas rurales, la obesidad es de 7.8 por ciento y el 21.4 por ciento esta en riesgo de sobrepeso entre los cero y cuatro años.
El panorama resulta más alarmante entre los sectores de cinco a 11 años de edad: 37.9 por ciento (19.5 por ciento con obesidad y 18.4 con sobrepeso) en las zonas urbanas. En este grupo de edad años, en zonas rurales la tendencia es del 29.7 por ciento (12.3 por ciento en obesidad y 17.4 para sobrepeso).
En cuanto al porcentaje de población de 12 a 19 años, 39.7 tiene problemas de incremento de kilos: 24.7 por ciento sobrepeso y 15 por ciento obesidad, en zonas urbanas. En rurales, es de 34.6 por ciento, de los cuales 13.6 por ciento cursa con obesidad y 21 por ciento con sobrepeso.
El tipo de bebidas que consumen desde el primer año de vida son, en más de un 83 por ciento, bebidas no-lácteas endulzadas; seguidas de botanas postres y dulces; cereales con dulce y bebidas lácteas endulzadas, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud y los recién publicados en el Tercer Informe de Gobierno.
El porcentaje es menor en un 20 por ciento cuando se trata de comidas rápidas y antojitos mexicanos y baja a 11 por ciento en carnes procesadas.
En México, los niños continúan muriendo por enfermedades infecciosas prevenibles y contra las cuales hay tratamientos y vacunas, con excepción del covid-19. Esta mortalidad se concentra más en Puebla, que está por encima de 16 por ciento nacional, seguido de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, que son las tres entidades más pobres del país.
La tasa de mortalidad infantil ha disminuido a nivel nacional entre 1990 y el 2013, pasando de 32.6 por ciento a 12.7, respectivamente. Sin embargo, no se alcanzó la meta que establecía llegar a una de 10.8 por ciento.
La prevalencia de anemia en los niños de seis a 11 meses de edad fue de 13.1 por ciento; mientras que en los de 12 meses a tres años de edad fue de 48.9 por ciento y, entre los de 14 a 59 meses de edad, de 23.4 por ciento; para un promedio nacional de 27.2. La prevalencia en los niños de 5 a 11 años de vida fue de 19.5 por ciento.
En el país han fallecido 29 mil 498 niños menores de un año por afecciones originadas durante el periodo perinatal, de los cuales, 13 mil 108 son por malformaciones congénitas; mil 381 por infecciones respiratorias agudas, excepto neumonía e influenza; 448 por infecciones gastrointestinales, 443 por sepsis (infección generalizada), 383 por accidentes y 179 por desnutrición.
En edades de uno a cuatro años, han fallecido 4 mil 356 menores en lo que va del año, en su mayoría por malformaciones, tumores malignos, influenza y padecimientos infecciosos.
De cinco a 14 años han fallecido 5 mil 154, de los cuales 926 fueron por tumores malignos; 191 por desnutrición; 167 enfermedades del corazón; 191 por influenza; 77 por insuficiencia renal, entre otras causantes.
Alrededor de 45 por ciento de las muertes de los niños y niñas menores de cinco años se relaciona con la desnutrición, vivir en condiciones de pobreza, desigualdad e inequidad.
La gran mayoría de estas muertes son prevenibles, ya que existe el conocimiento y la tecnología para que no sucedan, además de que con frecuencia están relacionadas con la falta de acceso a una alimentación adecuada y servicios de salud de calidad.
Sin embargo, a raíz de la pandemia de covid-19, se redujo los esquemas completos de vacunación total. En menores de un año, la cobertura es del 98.2 por ciento, pero al año se reduce a 73.6 por ciento contra enfermedades como la poliomelitis, sarampión, hepatitis B, difteria y tétanos, de acuerdo con el Tercer Informe de Gobierno.
A pesar de los esfuerzos recientes para ampliar la cobertura en salud, se calcula que a nivel nacional dos de cada 10 niñas y niños no son llevados al médico en el primer mes de vida.
México se ha comprometido con los derechos de las niñas y niños a través de la firma y ratificación de diversos instrumentos y pactos internacionales. El Pacto Internacional de los Derechos Económicos Sociales y Culturales (PIDESC) establece en su artículo doceavo el “derecho al máximo estándar posible de salud incluida la obligación de reducir la mortalidad neonatal e infantil y asegurar el desarrollo sano de los niños” y en el artículo 11 pretende que se garantice “el derecho a un nivel de vida adecuado dentro del cual se incluye el acceso a la alimentación.”
La Convención sobre los Derechos del Niño establece en su artículo sexto que “todos los niños tienen el derecho intrínseco a la vida y que los Estados garantizarán su supervivencia;” y en el vigésimo cuarto obliga a los Estados a reducir la mortalidad infantil y en menores de cinco años, prestar servicios de asistencia médica y atención sanitaria, combatir las enfermedades y la malnutrición y proveer atención prenatal.