Es una sustancia polémica, rechazada por quienes abogan por una alimentación sana y a la vez defendida por científicos, quienes aseguran que la sustancia sólo sería peligrosa si se consume en grandes cantidades. Como dice el refrán: poco veneno no mata.
Los estudios de sus efectos en humanos no han sido determinantes, y su consumo se considera “generalmente seguro” por la Food and Drug Admnistration (FDA) de Estados Unidos. Sin embargo, estudios en ratones de laboratorio arrojaron daños neurológicos y obesidad en los ejemplares, además de esterilidad en las hembras.
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Según información de la Clínica Mayo, a lo largo de los años las personas que la consumen han reportado síntomas como dolor de cabeza, enrojecimiento, sudoración, presión y tirantez facial, entumecimientos, hormigueos y ardor en cara, cuello y otras áreas del cuerpo; palpitaciones, dolor de pecho, náuseas y debilidad. Y aunque consideran estos reportes como anécdotas, los investigadores reconocen que un pequeño grupo de la población podría ser más sensible a estas reacciones.
Así que si manifiesta alguno de estos síntomas y no ha podido descubrir qué lo causa, podría estar padeciendo los efectos del glutamato monosódico. Haz una prueba y ve si los síntomas desaparecen cuando dejes de consumir los alimentos que lo contienen.
Consulta la lista de ingredientes en tus alimentos procesados, púes ahí puede aparecer como glutamato monosódico, GMS, aditivo E-621, sal china, ajinomoto o umami.
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De cualquier forma, si buscas una alimentación más sana y libre de aditivos y colorantes químicos, te conviene mantenerte a distancia del glutamato.
AG