El asteroide implicado en la extinción masiva que ocurrió en el periodo Cretácico hace 66 millones de años, con su impacto en aguas poco profundas frente a la Península de Yucatán, habría causado un tsunami global debido a sus cerca de 14 kilómetros de diámetro.
Investigadores estadunidenses realizaron simulaciones del impacto utilizando dos modelos, uno de los cuales simula el golpe inicial del asteroide en aguas poco profundas y el otro modela la consiguiente propagación de agua desplazada en todo el océano antiguo.
Los devastadores tsunamis que han azotado las costas de Chile, Haití, Indonesia y Japón en las últimas décadas produjeron olas de decenas de metros de altura, pero hace 66 millones de años el gran asteroide habría producido un conjunto de olas inconcebibles.
El impacto, que creó el cráter Chicxulub y contribuyó a la desaparición de los dinosaurios, habría generado una ola inicial de hasta mil 500 metros de altura, que se desplazó por el Golfo de México y se extendió por todo el antiguo océano, con olas de varios metros en aguas distantes, según las simulaciones.
Los científicos de la Universidad de Michigan realizaron la primera simulación global de ese impacto, que resultó en un enorme tsunami global “que no se ha visto en la historia moderna”, hasta el final de la propagación de las olas.
De acuerdo con la simulación, minutos después del impacto, el agua comenzó a rellenar el enorme cráter formado por el asteroide y está rápida entrada probablemente provocó otro conjunto de olas que igualmente se extendieron a través del Golfo de México hacia otros mares.
El equipo investigador explica que la propagación mundial de las olas se habría producido fácilmente gracias a la vía marítima que existía entre América del Norte y América del Sur en esa época, lo que permitió que el tsunami se precipitara libremente hacia el Océano Pacífico.
Los investigadores calcularon que la altura de las olas del tsunami en las cuencas del Pacífico y el Atlántico habrían sido tan grandes como 14 metros, pero que crecieron y se desaceleraron al acercarse a tierra.
Debido a que los modelos de los investigadores no incluían la topografía de los continentes hace 66 millones de años, no fue posible calcular las alturas reales de las olas en las costas, de acuerdo con un artículo publicado en la revista Live Science.
Este modelado, presentado en la reciente reunión anual de la American Geophysical Union, proporciona una visión de una parte catastrófica de la historia de la Tierra que, afortunadamente, no se ha repetido.
RL