Mientras que Galveston y otras ciudades de Texas, Estados Unidos, experimentaron vientos capaces de derribar a una persona debido a Beryl, el primer huracán de la temporada en el Atlántico, las aguas del océano Pacífico permanecen en inusual calma.
Y es que, pese a que la depresión tropical Aletta se asomó en sus aguas a principios de julio, ningún huracán ha logrado formarse desde que arrancó el periodo de ciclones (15 de mayo). De acuerdo con expertos, esto marca el inicio más tardío en el Pacífico desde el registro satelital.
¿Sin prisa?
“Por primera vez en la era de los satélites (1966 en adelante), todo el Pacífico Norte (por ejemplo, el oeste del Pacífico Norte, el centro del Pacífico Norte y el este del Pacífico Norte) no ha tenido actividad de tormenta con nombre”, señaló Philip Klotzbach, meteorólogo de la Universidad de Colorado especializado en pronósticos de huracanes, el pasado 4 de julio.
La tarde de ese mismo día se confirmó la formación de la tormenta Aletta. Su presencia en el océano se dio tras 50 días desde el inicio de la temporada en el Pacífico Oriental.
No obstante, el ciclón se caracterizó por ser un sistema débil por lo que, además de vivir poco tiempo, no representó amenaza alguna para México, lo único que quedó fue el nombre y una imagen satelital en donde se podía observar una especie de polvo blanco dispersandose sobre el mar.
Así, mientras que en el Pacífico la actividad ciclónica parece estar tomándose su tiempo, en el Atlántico las cosas se han acelerado a tal grado que incluso se formó Beryl, el primer gran huracán, esto casi un mes antes de lo esperado, pues los ciclones con estas características son propios de agosto y septiembre.
¿Hay una explicación para ambos comportamientos? De acuerdo con lo señalado por el meteorólogo de Multimedios, Nelson Valdez, sí: se trata del fenómeno de La Niña, ya que su formación provoca temperaturas marinas en el Pacífico más frías de lo habitual.
Tomando en cuenta que las bajas temperaturas no son la condición predilecta de los ciclones, se reducen las posibilidades de formación. Además, en la región se ha presentado bastante aire seco, que impide la evolución de los ciclones.
Tanto el fenómeno de La Niña (como la otra cara de la moneda, el fenómeno de El Niño) afectan directamente a la región del Pacífico, sin embargo, también llegan a alterar la formación de ciclones en el Atlántico, por ejemplo, La Niña permite que el cambio del viento con la altura (es decir la cizalladura) se reduzca en las aguas atlánticas, lo que brinda un requisito básico para la formación de un huracán.
Sumado a ello, en el océano Atlántico se han detectado temperaturas superiores al promedio durante esta época del año. Científicos, así como el grupo de expertos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), han señalado que las altas temperaturas en el agua están relacionadas con el cambio climático, producto de las emisiones de gases de efecto invernadero.
No se descartan futuros huracanes
De acuerdo con el gerente de pronóstico de AccuWeather, Jason Nicholls, aunque algunos factores meteorológicos han favorecido en limitar la formación de ciclones en el Pacífico occidental, esto pronto podría cambiar.
“La calma actual en la cuenca podría llegar a su fin a fines de esta semana o la próxima semana, con la mirada puesta en el Mar de China Meridional y el Mar de Filipinas para un posible desarrollo tropical”, señala.
Y es que en los próximos días, y pese a las temperaturas más frías de lo habitual, se podrían presentar las condiciones necesarias para que se genere un ciclón en la región, dependerá de cómo evolucione para saber si este recibirá (o no) un nombre.
Aunque no se descartan ciclones —el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) pronosticó para este año de 15 a 18 ciclones tropicales en la región— se prevén menos ya que la La Niña podría entorpecer la formación de tormentas.
No es la primera vez que los ciclones llegan tarde
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), aunque es verdad que los ciclones de este 2024 han llegado más tarde de lo usual, no es la primera vez que sucede.
La institución señala que la temporada con mayor atraso (en el océano Pacífico nororiental) fue en 1953: en ese año no se pudo ver una tormenta tropical sino hasta el 25 de agosto: pasaron 103 días sin la formación de un ciclón en la cuenca desde el arranque de la temporada.
LHM