Carol Tirado Álvarez, de 38 años, sufría de hepatitis C, con el tiempo desarrolló un hepatocarcinoma del tamaño de una pelota de beisbol y, cuando fue internada, en agosto, el pulmón estaba a punto de colapsarse por hemorragia reduciendo a meses aún más sus probabilidades de vida.
“Entré a cirugía el 3 de agosto y al día siguiente tenía una hemorragia del lado derecho, en la parte de atrás. Me volvieron a bajar a quirófano, me quitaron las grapas, me volvieron a abrir y detuvieron la hemorragia."A los dos días, se me estaba colapsando un pulmón, entonces me aspiraron sin poderme intubar y me estabilizaron”, explicó Tirado Álvarez, quien recibió un trasplante de hígado en Especialidades del Centro Médico la Raza, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
“Los cirujanos me comentaron que estaba a 10 por ciento de reventarse el tumor del hígado, por eso la probabilidad tan corta de vida que me daban de 6 meses a un año."Yo estaba desahuciada, con un cáncer muy grande dentro del hígado, del tamaño de una pelota de beisbol”, recordó la joven madre que, a casi más de un mes y medio de su trasplante, hace su vida casi normal y espera que así suceda 15 o 20 años más.
En entrevista con MILENIO, Tirado explicó que contrajo la hepatitis C de niña, pero hace 15 años se la diagnosticaron. No sabe la razón de haber desarrollado dicha enfermedad, sólo que, en un estado avanzado, comenzó a bajar de peso, sufrir de anemia y mareos constantes.
En febrero enfermó de covid-19 y los médicos la canalizaron a Especialidades del IMSS donde le detectaron el tumor cancerígeno maligno en el hígado.
“Cuando me dijeron lo del tumor, yo hablé con mis papás, con mi hermano, con mi hijo; sí, me despedí de mis amigos, porque siempre hay la posibilidad de que algo suceda”. Sumado a ello, el hecho de que el donante de hígado tenía que ser compatible y haber sufrido de muerte cerebral.
Las probabilidades eran pocas; sin embargo, la joven madre de Matías y asistente jurídica recibió la llamada:
“Carol, necesitamos que te vengas, hay un donante".
—"¿En cuánto tiempo llegas?"—, me preguntaron.
"Les dije que aproximadamente una hora. Llegué y de manera inmediata me canalizaron y me empezaron a hacer estudios. Se sometió al protocolo”.
Hace unos días, Tirado llegó muy arreglada, caminando por su propio pie, con su tarjeta de donadora universal. Se acercó a saludar a su médico, Guillermo Meza Jiménez, cirujano de trasplante renal y hepático, de Especialidades, CMNR dentro del Programa de Trasplantes.
A Tirado, detalló Meza Jiménez, el equipo del IMSS determinó resecar el tumor y efectuar el trasplante.
Se trata de un caso interesante y de alta complejidad como también sucedió con el recién dado de alta, Rodolfo Bernal Abrajan, de 43 años, quien hace año y medio comenzó a tener vómitos con sangrados causados por cirrosis de origen hereditaria.
Sus dos hermanos mayores, a la misma edad, recordó, Jesús y Miguel Ángel, fallecieron con los mismos síntomas, vómitos con sangre, por lo que Rodolfo pensó que estaba condenado a morir en cuestión de días y se despidió de la familia, de sus hijos y esposa.
“Mi hermano Jesús murió el 6 de febrero, a los 43 años, hace unos seis o siete años y dos años después murió mi otro hermano, igual a los 43 años fallece. Somos tres hermanos que hemos padecido de lo mismo y que se manifestó a la misma edad”.
Por ello, aunque acudió de inmediato al médico de la mano de su esposa, Felicitas Martínez, aconsejó a sus hijos Mirella, de 16 años, y Abrajan Giovanni, de ocho años: “siempre mirar para arriba, nunca para bajo”.
“Yo les decía a mis hijos: salga como salga de este hospital, debemos seguir adelante. Sus tíos ya se fueron y, pues, no podemos hacer nada ante la vida. Cuando salí, me sentí tan feliz, porque siempre es bonito volver a vivir”, comentó Rodolfo, recién dado de alta.
Rodolfo, mensajero de profesión, recibió dos llamadas del área de trasplantes, una de las cuales, el donador no resultó compatible, por lo que debió esperar y restarle posibilidades a sobrevivir.
“A los 15 días me volvieron a llamar y el doctor que me recibió me comentó que él haría lo mejor, 'no pienses en negativo, la operación es larga, te van a dormir, tranquilo, todo va a salir bien' me dijo".
En septiembre estuvo hospitalizado por diez días. “Me hizo reflexionar mucho está experiencia, porque ahora tengo una vida nueva y quiero cambiar lo que haya hecho mal… quizás regañar un hijo, ser más empático con su esposa”, quien se movilizó para evitar su muerte.
El cirujano de trasplante renal y hepático, Meza Jiménez, explicó que la enfermedad hereditaria de Rodolfo derivó en cirrosis y lo que marcó la diferencia con sus hermanos muertos, es que es derechohabiente en el IMSS e ingresó a un protocolo de trasplante.
Carol y Rodolfo son parte de los 15 trasplantados de hígado, únicamente considerando dicho centro de alta especialidad de La Raza. Se trata de un procedimiento de alta complejidad y de especialización, que pocos pueden realizar.
La complejidad se eleva cuando en México, en términos generales, “tenemos una tasa de donación baja: cinco donadores por millón de habitantes, mientras Argentina y Uruguay, centrándonos en Latinoamérica, tienen de 15 a 18 donadores por millón de habitantes”, comentó Meza Jiménez.
Debido a la baja donación, “la patología por cirrosis hepática en México se ha convertido en una de las principales causas de muerte en nuestra población, hasta 47.4 por 100 mil habitantes”.
Una vez realizado el trasplante, aclaró, los pacientes deben de seguir bajo un estricto cuidado médico, por ejemplo, con inmunomoduladores de por vida para evitar el rechazo del órgano, hacerse estudios constantes de laboratorio, mantener una vida de ingesta saludable.
Pero lo cierto es que los pacientes, en tres meses, siguiendo los lineamientos médicos, ya pueden ir hasta la playa, correr maratones si lo desean, integrase a su vida laboral y social con calidad de vida. “Eso es el trasplante, regresarlos a una vida normal como la vivían antes”.
Pedro Paz Solís, coordinador de Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células del IMSS, explicó que el Seguro Social cuenta con una sólida red de obtención multiorgánica de pacientes -obtenido bajo el consentimiento de familias solidarias-, inclusive de casos complicados por tener grupos sanguíneos raros como AB, “es difícil encontrar a una persona que sea compatible”.
“La red de donación está conformada por 79 hospitales, en estos hospitales hay 59 médicos capacitados exprofeso. Ellos son los encargados de la búsqueda de los pacientes y del mantenimiento hasta que se concluya el proceso. Todos ellos llevan una certificación para que se haga de manera correcta”.
Un corazón donado debe trasplantarse, dijo, en un promedio de seis horas, en tanto que un hígado en un lapso de dos horas.
En el IMSS, considerando toda la red hospitalaria, “llevamos alrededor de 2 mil 74 pacientes trasplantados y por modalidad de órgano, tenemos 904 trasplantes de riñón, 282 de células progenitoras, tenemos 216 de corneas, 50 trasplantes de hígado y 22 trasplantes de corazón”, detalló Paz Solís.
Paz Solís comentó que el 60 por ciento de los trasplantes a nivel nacional los realiza el IMSS y básicamente son renales.
“El promedio de vida de un órgano trasplantado va de 15 a 20 años. Si en un momento dado hubiera falla del órgano trasplantado, también es válido volver a realizar un nuevo trasplante, con un nuevo protocolo de los médicos tratantes”, comentó.
JLMR