Luego de que se diera a conocer que un segundo paciente tuviera efectos secundarios en pruebas de la vacuna contra el covid-19, desarrollada por la farmacéutica británica AstraZeneca y la Universidad de Oxford, el especialista en inmunología clínica, José Israel León Pedroza, señaló que los dos casos de efectos adversos en la vacuna no son concluyentes.
Tras ser señalado que el paciente podría haber desarrollado mielitis transversa, León Pedroza declaró, en entrevista para MILENIO, que no se deben ignorar las reacciones y síntomas , ya que este trastorno puede representar un cambio inmunológico inducido por la vacuna. Asimismo, puntualizó que se debe analizar de manera rigurosa si los efectos adversos superan a los beneficios.
“No deberíamos sacar al mercado una vacuna hecha exprés y no desarrollada con mucha presión, hay que balancearlo de manera estricta para que los beneficios en vidas humanas sean mayores”, precisó.
El equipo científico de la vacuna descartó que le haya generado la inflamación de la médula espinal al primer paciente; sin embargo, se desconoce la razón del segundo caso, pues todavía no hay una aclaración pública por parte de AstraZeneca.
León Pedroza recalcó la frecuencia con la que los medicamentos en fases clínicas 1 y 2 tienen que detener su proceso por efectos adversos; sin embargo, en este momento de la pandemia, no se debe limitar el desarrollo de una posible vacuna que pudiera ser la solución para millones de personas en el mundo.
“No podemos predecir qué efectos adversos se presenten, pero sí podemos decir que es imposible que una persona que se vacune contra el covid-19 lo adquiera. Si la vacuna puede o no dar otros síntomas, síndromes u otros efectos adversos graves es algo que no podemos saber ahora, la única manera es estar muy atento a los estudios clínicos”, comentó.
Con respecto a las posibilidades de desarrollar una vacuna efectiva contra el covid-19, el especialista, expresó que es viable tenerla en un mediano plazo; no obstante, la probabilidad de tenerla este año es baja, es posible que se atrase uno o dos años, pues las investigaciones son lentas.
“A pesar del tiempo, es factible que se logre hacer una vacuna con las nuevas tecnologías de ingeniería genética. Por ejemplo, la de AstraZeneca es con fragmentos del virus codificados dentro de otro virus; o bien, con algunos mecanismos de tecnología de RNA, para poder tener la expresión de proteínas asociadas al virus. De esta manera, el sistema inmunológico aprende a reconocerlas y matar al virus con anterioridad”, apuntó.
Hasta el momento, el protocolo de AstraZeneca establece que su objetivo es tener una vacuna con el 50 por ciento de efectividad, umbral que ha sido establecido por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos para su posible aprobación.
“Es un porcentaje que efectivamente no suena muy llamativo; sin embargo, todo lo que sume para el control de esta epidemia es necesario, si 50% fuera el mejor valor que lográramos alcanzar en la vacuna sería una situación no ideal pero útil para la lucha contra el covid-19”.
El inmunólogo clínico resaltó que aunque todavía no tienen certeza sobre el nivel de inmunidad que genere la vacuna, sospechan que ésta no será de larga duración y es factible que se tenga que tener una vacuna de refuerzo. Esto como resultado de sus observaciones a la respuesta inmunológica frente al virus. Ante esta gama de posibilidades, no se que se genere una vacuna única para toda la vida.