La carrera espacial que Estados Unidos y la Unión Sovietica protagonizaron en la década de 1960 convirtió a Valentina Tereshkova en la primera mujer en viajar al espacio.
Tras varios meses de una fuerte capacitación, que consistió en vuelos de ingravidez, pruebas en centrifugador y saltos en paracaídas, el 16 de junio de 1963, a los 26 años, la cosmonauta despegó a bordo de una nave llamada Vostok 6.
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En 70 horas y 50 minutos, la nave completó 48 vueltas al planeta y Tereshkova regresó a la Tierra convertida en una leyenda. Aunque, se supo más tarde, fueron para ella casi tres días infernales por los vómitos que le causó el mareo durante la navegación espacial.
Además, el viaje espacial pudo haber terminado en una tragedia, como reveló años después la propia Tereshkova: "Me percaté de que no podría regresar a la Tierra: la nave estaba orientada para seguir subiendo, no para descender. Informé de ello a la Tierra, desde donde me dieron nuevas coordenadas y las incorporé al sistema de navegación".
La senda de Tereshkova la siguió la soviética Svetlana Savítskaya, quien viajó en 1982 a bordo de la Soyuz T-7 y se convirtió en la primera mujer en habitar una estación orbital, la Saliut-7, donde permaneció una semana.
Doce años después, en octubre de 1994, la cosmonauta rusa Elena Kondakova viajó llegó a bordo de la Soyuz TM-17 a la estación Mir, donde cumplió donde vivió de octubre de 1994 a marzo de 1995 completando 164 días de permanencia en el espacio.
Y no fue hasta 2014 que una mujer rusa volvió volar al espacio: Elena Seróva, quien formó parte de la expedición 41/42 a la Estación Espacial Internacional, se convirtió en la cuarta cosmonauta del país.
Al regreso de su histórico viaje, Tereshkova fue nombrada instructora del Centro de Adiestramiento de Cosmonauta, labor que luego compaginó con las de miembro del Soviet Supremo (Parlamento) de la URSS y de presidenta del Comité de la Mujeres Soviéticas.
hc