La cantidad de adolescentes mexicanos que manifestaron utilizar cigarrillos electrónicos, también conocidos como vapeadores o vapes, prácticamente se duplicó entre 2022 y 2023, pues los usuarios de entre 10 y 19 años pasaron de 500 mil a 955 mil, según las respectivas versiones de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut).
La popularidad que estos dispositivos han alcanzado entre la población joven ha estado acompañada de un sinfín de interrogantes sobre su impacto en la salud y sobre las medidas que las autoridades deberían implementar al respecto.
Sumándose a la lista de países con regulaciones en esta materia, en México recibió luz verde un paquete de reformas a la Ley General de Salud para prohibir la adquisición, producción, fabricación, importación, exportación, venta y suministro de cigarrillos electrónicos. De momento, no se prevén sanciones contra el consumo ni la posesión para uso personal.
El proyecto califica esta prohibición como una "decisión a favor de la salud pública" de las infancias y las juventudes dado el riesgo que representan. Pero, ¿qué sustancias contienen los vapeadores y cuáles son sus efectos en el organismo? En MILENIO te contamos.
¿Qué sustancias hay en un vapeador y cómo funcionan estos dispositivos?
Los vapeadores, también llamados vaporizadores, son sistemas electrónicos de administración de nicotina que funcionan a partir de dos componentes principales: un cartucho y una batería.
En el cartucho se almacena una sustancia líquida —muchas veces saborizada— que, al interactuar con la batería, se calienta y se convierte en el vapor que finalmente inhala el usuario.
Dado que su uso no requiere de un proceso de combustión, estos productos se han anunciado durante años como una alternativa menos dañina que el cigarrillo tradicional. Sin embargo, el aerosol que se genera no es simple vapor de agua, sino que contiene una mezcla de hasta 33 sustancias potencialmente dañinas, según un estudio de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
En su análisis, la Comisión identificó que los empaques de los vapeadores y sus cartuchos suelen reconocer la presencia de sustancias como:
- Propilenglicol: líquido sintético que se suele usar como anticongelante en las industrias farmacéutica y de alimentos. También sirve para producir humo artificial.
- Glicerina: un compuesto de alcohol que se usa como edulcorante en la industria alimentaria y como suavizante y humectante en el ámbito farmacéutico.
- Nicotina: sustancia adictiva que se encuentra en la planta del tabaco; su consumo tiene efectos inmediatos como la activación del estado de alerta y el incremento en la frecuencia cardíaca.
- Saborizantes
Por otro lado, el estudio de la Cofepris alertó que existe casi una treintena de compuestos volátiles que muchos usuarios pueden llegar a consumir sin saberlo, ya que los empaques no advierten sobre su presencia en el producto. Entre los más destacados se encuentran:
- Dimetil éter: sustancia inflamable utilizada para quemar verrugas
- Eugenol: compuesto que se puede usar como analgésico leve en odontología, aunque también se aplica para el sacrificio de peces enfermos en acuarios
- Linalool: alcohol que funciona en las plantas como insecticida natural; también tiene aplicaciones en la industria cosmética por su aroma
- Alcohol bencílico: alcohol aromático que actúa como solvente para producir jabones, cremas y productos de limpieza.
- Mentol: alcohol orgánico con aroma y sabor fresco, con propiedades analgésicas y antisépticas. Según la Cofepris, es una de las sustancias que incrementa el potencial adictivo de los vapeadores por facilitar la conexión con las células.
Además de lo anterior, la Sociedad Americana contra el Cáncer establece que si el líquido de los vapeadores se sobrecalienta puede producirse una sustancia llamada formaldehído, un gas inflamable considerado carcinógeno.
Adicción y daños a la salud: así actúan las sustancias de los vapeadores en el cuerpo
Investigaciones del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos señalan que la nicotina es una sustancia sumamente adictiva debido a que su consumo libera endorfinas, neurotransmisores que generan una sensación de bienestar. Sin embargo, la duración de dicho estado de euforia es menor que el asociado con otras drogas, lo que induce a los usuarios a consumirla una y otra vez.
Después de un tiempo de constante exposición a la nicotina, la persona consumidora comienza a sentir que la necesita para estar bien y, si no la consume, puede experimentar irritabilidad y ansiedad.
Un ensayo clínico analizado por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) reportó que la nicotina del cigarrillo convencional y la nicotina de los vapeadores tenían prácticamente el mismo impacto a nivel neuronal, ya que ambas disminuyen la interacción funcional entre las distintas regiones del cerebro.
Adicionalmente, desde 2018 la Oficina del Cirujano General de Estados Unidos advirtió que la exposición a la nicotina durante la adolescencia podría perjudicar las zonas del cerebro encargadas del aprendizaje, la memoria y la atención.
Aunque la comunidad científica mantiene sus investigaciones para determinar la totalidad del impacto que estos dispositivos podrían tener en la salud, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos advierten que algunos de los saborizantes utilizados en los vapeadores podrían ser inocuos para comer, pero no para inhalar, ya que los pulmones tienen una menor capacidad para procesar sustancias que el aparato digestivo.
BM.