Las ganas de vivir y salir adelante es lo que le da fuerza a Elías Rivera para sobrellevar el diagnóstico del VIH-sida, pese a todas las adversidades y su camino lo ha llevado a ser voluntario de Tamaulipas Diversidad VIHda Trans, para ayudar a más personas.
Fue a los 17 años, cuando recibió esta impactante noticia. Actualmente tiene 29 años y se encuentra totalmente estable. Con historial clínico impecable tras llevar su tratamiento en tiempo y forma desde hace 12 años.
Era muy joven cuando contrajo el virus. Residente de Pánuco, Veracruz, llegó al municipio de Tampico para buscar mejores oportunidades, tanto estudiantes como laborales.
Fue entonces cuando sostuvo una relación amorosa con otra persona. Algo eventual que cambió su vida para siempre. Su pareja contrajo una infección de transmisión sexual (gonorrea).
Espantado decidió hacerse los estudios y luego de varios días de tensión, todo resultó ser una falsa alarma. La enfermera en una plática con Elías, le recomendó hacerse otros estudios para descartar también la sífilis y el VIH-sida.
En la primera también salió negativo, pero en el segundo estudio, desafortunadamente resultó positivo. “Lo obtuve a muy temprana edad, apenas comenzaba a vivir en cierta forma, es algo que nadie se espera, sobre todo porque yo me sentía sano”.
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Aunque tomó sus propias precauciones después de recibir esta noticia, no se lo contó a sus padres y tampoco acudió a tratamiento.
“En ese tiempo había mucha estigmatización, tabú, nadie hablaba del tema, yo mismo no le presté tanta importancia, no veía la gravedad de las cosas”.
Destacó que no tenía ayuda moral, quién lo orientara, “que me dijeran que todo iba a estar bien, que me animaran o me motivaran para continuar”, todo eso lo hizo caer en un agujero en donde no encontraba salida.
Sus padres en Pánuco tampoco sabían lo que pasaba. Pasó por una etapa muy difícil, sobre todo los primeros dos años que tardó en que “le cayera el 20”.
Muchos amigos se alejaron por el desconocimiento de la enfermedad, pero eso solo le dio fuerzas para seguir por sus propios medios. “Ya se referían a mí en tono de burla, me hacían comentarios para hacerme sentir menos, decían ahí viene el que tiene el huevecillo, la sidosa, la que tiene el bicho, pasé por tiempos muy difíciles”.
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Fue entonces cuando decidió iniciar su tratamiento y gracias al mismo no ha tenido recaídas y su estado de salud es muy bueno. Al estar estable decidió contarle a sus papás lo que sucedía.
“Me dijeron que ya me iba a morir, porque como había muy poca información del VIH, es lo que pensaron, que me quedaba ya muy poco tiempo, más que nada por la ignorancia del tema. Pero siempre estuvieron conmigo y me apoyaron”.
lpr