Con frío, con lluvia y bajo los intensos rayos del sol, así trabajan los acomodadores de autos en tiendas de autoservicios, a quienes también se les conoce como los “viene, viene”; ellos se ganan la vida honradamente, como Xóchitl Arellano, una mujer que lucha diariamente por ganar unas cuantas monedas y poder pagar su renta, su comida, para poder mantenerse.
El trabajo anterior que tenía, era de vigilante en una tienda departamental, lamentablemente perdió el empleo, algo que le preocupó y provocó estrés pues aún había cuentas por pagar.
Las cosas no fueron del todo mal para Xóchitl, pues fue una amiga quien la invitó a ser parte del equipo de acomodadores de autos que existe en la ciudad.
Estacionamiento lleno, corazón contento
A las ocho de la mañana, llega a su nuevo trabajo ataviada con su chaleco naranja reflejante. Hoy, para su fortuna es un día cargado de trabajo al aproximarse el fin de año; el estacionamiento está lleno y no se da abasto para echar el típico “aguas” a los conductores que entran y salen del supermercado.
“Apenas tengo seis meses en esto, trabajando aquí”, dice mientras un automovilista le da unas monedas a manera de propina por cuidar su camioneta. “Me invitó mi compañera quien ya tiene más tiempo trabajando”.
Xóchitl se ha hecho conocida y le agradecen por su labor
Lo poco que se gana atendiendo de manera voluntaria a las personas que acuden a la tienda lo invierte bien, “de aquí pago mi renta, mi comida, para vestirme y calzarme, y aunque vivo sola, a veces no alcanza para hacer todos los pagos. Es un trabajo como cualquier otro la verdad, y sí hay gente que no nos trata bien, incluso cuando era vigilante también me topaba con gente así. Muchos nos dan cinco, diez, veinte y muy pocos cien pesos, sobre todo en estas época de Navidad y fin de año”.
Fe, esperanza y muchas ganas de trabajar
Tras el paso del tiempo, dice que se ha acostumbrado a los cambios de clima “en la semana hizo calor pero el lunes se vino fuerte el frío por la tarde y aquí estuvimos, incluso con lluvia le damos el servicio a la gente que llega a las compras de su mandado”.
Xóchitl Arellano, se mira contenta pues tiene estacionamiento lleno, pero más llena tiene la vida de fe, esperanza y muchas ganas de trabajar.
JETL