Como cada temporada invernal, el camino hacia el Nevado de Toluca comienza con la expectativa intacta. En diciembre el frío se arraiga temprano y el Xinantécatl se coloca, de nuevo, en el centro del mapa turístico del Valle de Toluca.
Cada año, miles de personas buscan subir al volcán, acercarse a las lagunas del Sol y de la Luna, caminar entre pinos y alcanzar, aunque sea con la mirada, los picos del Fraile y del Águila, pero esta vez, el viaje termina antes de empezar.
El acceso al volcán permanece cerrado desde agosto, tras un accidente ocurrido en la parte alta, cuando una camioneta utilizada para trasladar turistas volcó y dejó al menos diez personas lesionadas, entre ellas dos visitantes originarios de Asia. Desde ese día no hay paso, ni a pie, ni en vehículo, ni con permisos especiales. El cierre sigue vigente justo en la temporada de mayor afluencia.
El Nevado de Toluca se eleva a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Por seguridad, los visitantes no pueden ascender por cuenta propia hasta la zona alta; el traslado se realiza mediante unidades operadas por ejidatarios. Tras el accidente, esa dinámica quedó suspendida y, cuatro meses después, el coloso continúa inaccesible.
La travesía para documentar este cierre inicia en la carretera Toluca–Ciudad Altamirano. Antes de llegar a la desviación hacia la carretera Puerta Sultepec, que conduce directamente al Nevado, aparecen los primeros contratiempos. Obras viales reducen la circulación y obligan a esperar hasta 30 minutos para avanzar. El regreso ofrece la misma escena.
El tiempo se alarga y el trayecto se vuelve más pesado, sobre todo cuando el destino final no está garantizado.
Superado ese tramo, el camino continúa hasta los adoquines, donde inicia la terracería que conduce al Parque de los Venados, en el Ejido de San Juan de las Huertas, municipio de Zinacantepec. No hay señalamientos que adviertan del cierre. Nada indica que el acceso está suspendido. El trayecto invita a seguir, como cada año, como si el volcán esperara.
El Parque de los Venados suele ser el primer filtro. Ahí se ubican cabañas, negocios de comida y venta de café. En temporada alta, el sitio se llena desde temprano. Hoy, el panorama es distinto. Las plumas de acceso permanecen abajo. Los locales están cerrados. No hay humo de leña ni mesas ocupadas. El frío domina el espacio.
Los ejidatarios confirman lo inevitable. No hay acceso. No se permite el ingreso ni siquiera al parque. El “no” es directo y se repite a quienes llegan con cámaras, mochilas, niños, ropa térmica y la ilusión intacta. La molestia se refleja en algunos visitantes. Otros se resignan y emprenden el regreso.
A estas alturas del año, cuando el Nevado representa el principal atractivo turístico del Valle de Toluca, el cierre pesa más. Llegan personas de distintos municipios del Estado de México, de otras entidades del país e incluso del extranjero. Muchos recorren varias horas para encontrarse con una pluma cerrada y la instrucción de volver.
No hay nieve, pero el frío es intenso. El viento corre sin obstáculos y la neblina baja por momentos. Algunos intentan buscar caminos alternos, senderos no autorizados que rodean el parque y prometen un acceso improvisado. Esa práctica implica riesgos. La posibilidad de perderse aumenta y, con las bajas temperaturas, la situación se complica.
Cuando eso ocurre, entra en acción la Secretaría de Seguridad del Estado de México, a través de la Policía de Alta Montaña y Agreste, que participa en la localización de personas extraviadas, una escena que se repite cada temporada invernal.
La Coordinación General de Protección Civil y Gestión Integral del Riesgo del Estado de México mantiene el cierre y lo reitera en sus canales oficiales. El ingreso al Nevado de Toluca permanece suspendido hasta nuevo aviso debido a la baja visibilidad por neblina densa, las temperaturas extremas, las rachas de viento, el riesgo de hipotermia, el congelamiento de caminos y senderos, además de la posibilidad de accidentes y extravíos.
Mientras tanto, la escena se repite. Vehículos que avanzan hasta donde el camino lo permite y regresan sin haber llegado más lejos. Familias que bajan del auto para tomar una fotografía rápida y guardar el recuerdo de lo que no fue. Comerciantes que esperan una temporada que no llega.
Para quienes buscan acercarse sin arriesgarse, la comunidad de Raíces aparece como una alternativa. En ese punto se pueden adquirir artesanías locales, sombreros, tapetes de popotillo, gabanes, chamarras, gorros y antojitos mexicanos preparados a la leña. No es el Nevado, pero permite asomarse a su entorno.
El Xinantécatl permanece ahí, imponente, cubierto por nubes y silencio. Diciembre avanza y el volcán, por ahora, no se deja ver.
PNMO