La gordita lagunera ha conquistado a todo aquel que la ha probado. La simple combinación de harina de trigo, rellena de un guiso típico mexicano, no solo es tradición, sino que también se ha convertido en el sustento de miles de familias.
Detrás de este manjar, que se encuentra con más frecuencia por las mañanas, está el trabajo de amas de casa, generalmente, que con el solo fin de llevar sustento a sus hogares sacan sus dotes culinarios dignos de reconocimiento.
El fin de estas mujeres, de nuevo en su mayoría, no es tener el más lujoso restaurante ni ganar premios Michelin; al contrario, lo hogareño sale a relucir en cada sazón que te hace remontarte a la comida que servía tu abuelita.
Ya sea de papas, picadillo, chicharrón y hasta de frijolitos con queso, de maíz o de harina, este típico desayuno que puedes encontrar casi en cada esquina ha logrado que miles de familias salgan adelante, paguen las facturas y ha dado títulos universitarios a profesionistas de todas las áreas: abogados, ingenieros, arquitectos, artistas y hasta doctores se han logrado gracias al mandil y desde una cocina.
¿Dónde nació la gordita?
Para conocer los orígenes de la gordita lagunera habría que viajar bastantes años atrás, cuando Torreón aún era una ciudad casi recién nacida; sin embargo, fue en los 70 cuando comenzaron a ganar popularidad las llamadas gorderías, que a raíz de la tortilla de harina crearon este producto que, en un comienzo, solo era para acompañar el platillo principal y no iba rellena, como ahora se acostumbra.
Historiadores coinciden en que la gordita surgió como una variante de la tortilla; así como en el sur y en todo México es popular el taco de maíz, en el norte destacaba la harina de trigo, que hizo su nicho en Coahuila.
Bastaron solo cuatro ingredientes (harina de trigo, agua, manteca y sal) y el ingenio de alguien que aparentemente decidió vivir en el anonimato para que las gorditas se volvieran un ícono en la región.
Una vez escuché el refrán “la patria se lleva en el paladar”, y la Comarca Lagunera no es la excepción. Esta se integra entre Coahuila y Durango, y ni siquiera los alimentos se salvan de la lucha entre “cuál es el mejor municipio”, que se han disputado Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, pero sobre todo entre sus habitantes.
De esta lucha por destacar surge la duda: ¿pizza gorda o tortillón? Y te preguntarás: ¿qué es una pizza gorda y qué es un tortillón? Lo anterior ha sido motivo de desacuerdos entre laguneros.
Una pizza gorda, como su nombre lo dice, es una gordita con tamaño de “pizza”, o bueno, al menos de una pizza individual; y un tortillón está hecho de una tortilla de harina gigante. Aunque la base es la misma, en Torreón un tortillón se envuelve en forma de burrito y en Lerdo un tortillón es lo que de este lado de la “frontera” de Coahuila sería una pizza gorda.
¿Confuso, no? Lo cierto es que, en cualquier presentación, estos manjares han conquistado los corazones de quienes los prueban y los foráneos anhelan regresar a la Comarca para saborearlos.
Al tratar de conocer cuántas familias vivían de la gordita lagunera, siempre supe que el número no iba a ser exacto, ya que, aunque se trata de alimentos, algunos venden en la informalidad, ya sea “para salir del apuro” porque se quedaron sin trabajo o por creer que tener un puesto de comida es sencillo.
Sin embargo, al llegar a Plazas y Mercados de Torreón, conocí que el número no solo no era exacto, sino que era variante, ya que está bajo varios conceptos que van desde “refrescos y tienditas” hasta “antojitos mexicanos”.
En la dirección me atendió Víctor Ramos, quien me informó que durante la administración del actual alcalde (esta y la pasada) no se habían otorgado nuevos permisos para puestitos y solo se refrendaban los que ya estaban instalados, que asegura “son más de dos mil”, y a algunos otros se les daba un permiso provisional.
Lo anterior debido a que, como Torreón se encuentra en crecimiento, al parecer se cuenta con un mapeo para comercio que no es exacto aún, por lo que invitó a la ciudadanía que guste poner un negocio a acudir primero por su permiso para así evitar desalojos.
¿La conclusión? Hay más de dos mil puestos de comida (no exclusivamente de gorditas) únicamente en Torreón; es decir, más de dos mil puestitos de comida tapizan las calles.
María del Rosario es pensionada, tiene un local de gorditas en la colonia Jacarandas y asegura que la idea de montar el local se la recomendó su hija para que “se mantuviera ocupada y ganara un poco de dinero”.
Hace tres años comenzó con el negocio y ahora, a sus 63 años, María asegura que el local le da empleo a dos personas más, paga sus gastos y lo que comenzó como una distracción ahora absorbe casi el 100 por ciento de su tiempo.
Su jornada empieza a las 7:00 de la mañana y, en ocasiones, acaba hasta las 10:00 de la noche, ya que después de abrir el local, limpiar, palotear, atender y volver a limpiar, le espera en su casa el arduo trabajo de hacer la “magia”, es decir, preparar los guisos.
Leticia y su “puestito” han sobrevivido balaceras y hasta el covid
Aquí no existe la competencia; quien quiera poner su negocio de gorditas confía en que le irá bien, ya sea por lo redituable de la comida, la demanda de los comensales o por fe.
Leticia tiene 63 años de edad y lleva alrededor de 22 años con su local en su domicilio, en la colonia Nueva Rosita de Torreón, donde, después de altas y bajas, ahora da empleo a cuatro personas y ha sacado adelante a sus hijos y hasta a los nietos.
“Yo vendía fayuca, pero un día mi hijo, que estaba en Estados Unidos, me dijo que me ayudaba con dinero para ponerme a vender algo en mi casa, y así fue que decidí vender gorditas”.
Para dar un poco de contexto a quienes no sean de La Laguna, la colonia Nueva Rosita se encuentra casi en la entrada de Torreón y en el poniente, lugar que alrededor de 2008 se convirtió en zona de guerra por el narcotráfico. Aquí, en este sitio, es donde Leticia tiene su negocio y donde, entre lágrimas, platicó que sufrió estar entre balaceras de cárteles contrarios y hasta que se metieran a su casa para robarle.
“Me despertaron picándome las costillas; vi a mi nieto llorar y cómo se robaron varias cosas, además de golpearme con un arma en la rodilla; desde ahí no quedé bien”.
Sin embargo, esto no la desanimó; al contrario, todos los días se levanta a las 4:00 de la mañana para comenzar con los preparativos y hacer la comida “de día”, pues este mismo local de gorditas le ha dado la satisfacción de sacar adelante a su familia, fincar su casa y recibir miles de halagos por lo delicioso de su sazón.
Finalmente, la experiencia de llegar a un local de gorditas y ver, a través de la vitrina o en las cazuelas, los deliciosos guisos, tal cual si fuera un buffet para escoger el que más “te enamore”, es en definitiva algo que cualquier persona que visite la Comarca Lagunera debería vivir.
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