En Xala, la naturaleza nos dice qué debemos hacer: Richard Gere

El actor y activista, además de las personas que viven alrededor, ha puesto los cimientos de un ideal que alienta el turismo regenerativo y la restauración del medio ambiente

Hace unos días se hizo el lanzamiento oficial de este destino turístico, que forma parte de Costalegre, Jalisco. (Cortesía)
Tomatlán, Jalisco /

Respaldada por experimentados ambientalistas, arquitectos, agricultores, diseñadoras, inversores nacionales e internacionales, Xala está localizado en el Municipio de Tomatlán, Jalisco, en el corazón de Costalegre, la región con mayor proyección turística del Pacífico mexicano.

¿Qué es para usted un lujo, un verdadero lujo?

Podría pensar en un bolso o en un auto y sería perfectamente válido, tan válido como sentir la cálida arena bajo sus pies mientras aguarda el atardecer, dirige su mirada hacia el Océano Pacífico y se deja acariciar por esas olas que desde hace millones de años llegan y se van de las espectaculares playas de la Costalegre mexicana.

Esa idea de lujo, esa pasión por el “asombro que las cosas elementales dejan”, escribía Borges, por la belleza de una tortuga mientras desova o por el aroma de miles de mangos madurando al unísono, conforman la esencia de la comunidad de Xala, la cual paso a paso sigue su consolidación como una inspiración global de desarrollo turístico que decide no darle la espalda ni a la naturaleza, ni a la gente.

La línea del tiempo de Xala se remonta 15 años atrás, cuando un grupo de inversores mexicanos, en alianza con autoridades estatales y dialogando desde entonces con las comunidades de pescadores, ejidatarios y agricultores del Municipio de Tomatlán, en Jalisco, empezaron a visualizar un proyecto que nada tenía que ver con el turismo de masas, el desdén por el medio ambiente o la construcción de grandes resorts tan comunes en infinidad de playas alrededor del mundo.

Los inversores nacionales e internacionales que fundaron Xala caminaron por el Área Natural Protegida de Chalacatepec, detectaron de inmediato el incalculable valor de sus esteros, protegieron esos 7 kilómetros de playas cristalinas que son un Santuario tortuguero e impulsaron la creación de los campos de mangos que desde hace más de dos lustros empezaron a florecer.

A la par de las tierras reforestadas y restauradas, otra prioridad desde el día cero fue entablar un diálogo con los habitantes de localidades como José María Morelos, quienes primero vieron con escepticismo la posible llegada de un hotel, campo de golf, murallas, torres, centros comerciales y demás ingredientes de un modelo de negocios que simplemente ya no se sostiene.

Incluir a las comunidades era innegociable para darle identidad, certeza y viabilidad ambiental y social al proyecto, subraya Juan Cristóbal Bremer, uno de los cofundadores.

Curtidos en el ecosistema financiero de clase mundial y con una amplia experiencia en proyectos verdes, los inversionistas rápidamente atrajeron a talentos de muy distintas disciplinas, incluyendo a un ícono del Séptimo Arte y prominente activista desde hace décadas: el estadounidense Richard Gere, quien resume a la perfección los valores que son la base de un proyecto pionero en el país.

“Cada oportunidad que tengamos para tomar una decisión, dejemos que la naturaleza nos diga qué hacer. Si logramos que aquí las cosas funcionen de una manera especial, visionaria, inclusiva, esto podría funcionar en lugares más grandes alrededor del planeta”, explica el actor, quien a principios de marzo visitó una vez más la Costalegre para participar en el lanzamiento oficial del destino Xala.

Empatía, humildad y equilibrio

Resiliencia, respeto y economía circular pueden ser conceptos tan subjetivos y abstractos que resulta indispensable aterrizarlos en proyectos tangibles, tales como las obras hidráulicas, los talleres culturales, los espacios deportivos, las skatopistas o el plan de manejo integral para la región que ha echado a andar Xala en coordinación con autoridades estatales, municipales y los propios habitantes.

“La naturaleza tenía que ser el personaje principal; se trataba de inclusión, que es de donde vino todo el diseño”, añade Bremer.

“Esperemos que esto se convierta en un ejemplo de cómo se puede desarrollar –al menos en este país– el turismo en torno a estos ecosistemas y comunidades”.

Este tipo de desarrollo que favorece Xala se nutre de diversas alianzas estratégicas, como la que establecieron con una marca pionera a nivel internacional que operará el hotel boutique que brindará las comodidades, experiencias y sensaciones propias de un proyecto con estas características.

Xala es por supuesto sintonía con el mar, la arena, los peces, las ballenas y las palmeras, sus esteros y manglares, sus pescadores y la selva virgen, pero es, sobre todo, sintonía entre la gente.

“Aquí se respeta el medio ambiente. No estamos destruyendo, estamos conviviendo, rescatando, y es muy bonito ir de la mano tanto la flora y los animales con los humanos que estamos invadiendo su espacio, pero respetándolo a la vez”, explica Luis Cervantes, uno de los responsables de las 120 hectáreas repletas de mangos que se llegan a exportar a EE UU y Canadá.

Personajes como él, la arquitecta Paola Camarena, el arquitecto y paisajista Pedro Pablo Velasco, el empresario y skater Johnny Schillereff o la ambientalista Stefanie Brendl, además de surfistas, skaters, especialistas en desarrollo social, creativos, mercadólogos, expertos en redes y salud, chefs y demás profesionales de todo el mundo, forman parte de un equipo multidisciplinario que aporta sus experiencias a la visión global de Xala.

Brendl, por ejemplo, es la coordinadora de los trabajos Ridge to Reef (de la sierra a la costa podría ser su traducción), piedra angular del turismo regenerativo, la economía circular y la ética medioambiental que impulsa Xala, una metodología que centra su atención en cada aspecto medioambiental, social y cultural de la zona, desde la costa hasta la parte más alta de la montaña, pasando por la agricultura de bajo impacto, desarrollo comunitario, la pesca responsable o la restauración de los manglares, expresado en iniciativas como la Fundación Xala With Hearth.

En este sentido, hay tres pilares que son como un mantra para cada uno de los integrantes de Xala: empatía, humildad ante la inmensa belleza del lugar y equilibrio entre las partes involucradas.

Un Santuario construido de manera colectiva

La comunidad de descanso contará con una estrategia para cuidar el consumo de agua, reducir al mínimo la generación de residuos y gestionar su posterior reciclaje, impulsando así una economía circular sumamente necesaria para este o cualquier ecosistema.

Este “Santuario para el corazón, el cuerpo y la mente, en donde el cielo es el límite”, en palabras de Gere y Schillereff, está listo para seguir creando algo en conjunto y seguir contando historias desde la voz de la comunidad, el mar, las artesanas, artesanos y pescadores que generación tras generación han creado aquí su hogar, y cada paso que den será a partir de tres verbos clave: escuchar, convivir y sanar a la naturaleza.

Decía Borges sobre el mar: “Quien lo mira, lo ve por vez primera, siempre”. Esta es precisamente la clase de lujo que define a Xala.


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