Las emociones tienen un efecto poderoso sobre la elección de alimentos y, por tanto, en los hábitos alimenticios, por lo que es importante considerar este tema para prevenir problemas de sobrepeso u obesidad que pongan en riesgo calidad de vida y bienestar.
El académico de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Ángel Daniel Díaz Sainz, afirmó lo anterior y comentó que la vergüenza y la culpa son las emociones con mayor incidencia negativa en la dieta.
Detalló que la forma en que nos sentimos es determinante para definir la manera de comer, por lo que los problemas emocionales tienen influencia en la aparición y mantenimiento de los trastornos de conducta alimentaria.
“La regulación emocional se refiere a la gestión que hacen las personas de sus propias emociones, teniendo en cuenta las circunstancias y el estado emocional de los demás. Se ha observado que la vergüenza y la culpa son las emociones que pueden tener una mayor incidencia negativa en la dieta”, detalló.
Comentó, a manera de ejemplo, que el factor emocional más influyente en las personas sedentarias es la desinhibición en la comida y los antojos consentidos de ciertos alimentos como el chocolate y la pastelería.
En cambio, el docente de la Unidad Académica de Ciencias de la Nutrición y Gastronomía señaló que en personas que practican algún deporte son más comunes las emociones de culpabilidad.
Es importante tomar en cuenta, dijo el especialista, que abusar del acto placentero de comer, no solamente puede hacer que nos sintamos más cansados y busquemos más comida constantemente.
Abusar de los alimentos, agregó, puede provocar serios problemas de salud, por lo que es trascendente tomar en cuenta que nuestra emoción es la que tiene que hacernos conscientes de la alimentación que necesitamos.
REPL