Sonrientes y entusiastas, así reciben a los clientes cinco jóvenes con discapacidad, quienes con sus playeras y gorras logran hacer de la cenaduría Marcos 2 un lugar donde pueden desarrollarse y ser productivos, además de crecer la asociación civil en la que reciben talleres, terapias y el apoyo que requieren para su integración en la sociedad.
Esta idea surgió de Blanca Estela Díaz Hernández, quien hace 31 años, recibió la noticia de que su hija tenía discapacidad, tras un accidentado parto, pero ahora sabe el motivo por el que la vida le dio esta experiencia, y fue para ayudar a más jóvenes en la misma condición.
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“Cuando mi hija nació, el cordón umbilical se le enredó dos veces, iba a fallecer y aquí está ella conmigo, y a 25 días de nacida el pediatra me dijo que ella no viviría. No sabíamos nada de su discapacidad y cuando cumplió tres años ella no hablaba, no caminaba y le hicieron estudios, y finalmente su diagnóstico clínico fue que tenía retraso psicomotriz severo con autismo, y antes no se sabía nada de ello”.
“Me dijeron que mi hija nunca iba a poder a caminar, nunca iba a hablar y que probablemente moriría a los 12 años, y sé que el propósito por el que Dios me la dejó con vida fue para formar la Asociación Civil Marcos 2, en donde se les enseña jugando, después se esfuerzan para tener manos creativas y actualmente, la inclusión laboral, y no ha sido fácil porque desde el 2006 hemos estado constituidos y han sido años de perseverancia”, indica Blanquita, como le llaman los jóvenes que ayudan en el proyecto, así como vecinos de la zona.
Con la firme idea de que ellos “sí saben y sí pueden”, Eliseo, Anet, Abdiel, Cristian y Uziel ayudan a ser parte de este proyecto, algunos participan en la limpieza de verduras, otros más a realizar el aseo, y otros, en atención al cliente.
“Yo fui a la asociación Plutarco Elías Calles, es chiquita, pero ahí aprendo muchas cosas. Yo le ayudo a Blanquita, soy maestra de los alumnos porque ahí hacemos galletas de mantequilla con nuez, crepas, hacemos varias cosas que nos gusta hacer”.
“Vamos iniciando nuestro proyecto para vender chalupitas ¡que están bien ricas!, pambazos, patitas, mollejas y esperamos que nos siga yendo bien en el negocio. Lo hacemos para ganar un poquito, para seguir haciendo cosas y para nosotros ganemos nuestros 50 pesos, y nos gusta trabajar y yo soy buena para las cuentas, y anoto los pedidos que van solicitando los clientes”, dice Anet, no sin antes hacer una invitación a la gente para que vayan a cenar de jueves a sábado de 18:00 a 23:00 horas en la cenaduría Marcos 2, ubicada en la calle Álamos 100, en la colonia Tezontle (a unas cuadras de la Zona Militar), en Pachuca.
“Vengan a disfrutar de todo lo rico que se hace aquí”, dice entusiasta y sincera Anet, una joven quien, a pesar de su discapacidad, se desenvuelve en el comedor donde ayuda también a sus compañeros.
“Con este proyecto queremos mostrar que no hay obstáculos para ellos, la perseverancia los motiva a ellos y eso hace que ellos se entusiasmen más”, expresa Blanquita, mientras Eliseo la contempla sentado en una silla.
“Ayudo a Blanquita con la organización y también la cuido. Me gusta estar aquí y yo ayudo, fuimos por el pambazo con Cristian, porque él es mi amigo. Ellos son mi familia, ellos están en Aquiles Serdán y ahí pueden ir a visitarme”, dice, mientras todos con una sonrisa sincera, agradece a los que han ido a probar los antojitos que venden en el lugar desde hace una semana, “pero queremos que todos prueben lo rico que se hace la comida”, dice entusiasta.
Actualmente la cenaduría apoya a siete jóvenes con diferentes discapacidades, gracias a que el proyecto entró a concurso, que fue aceptado por la Junta General de Asistencia y la Subsecretaría de Desarrollo Social, que les dieron un recurso básico para iniciarlo, y ahora con la venta de antojitos y de galletas, es que desean mantener vivo este espacio que ellos consideran parte de su hogar y donde está su familia.