Con la danza y el performance, Absynthia Ígnea, mote-escudo de Cinthya González, convive, se expresa y trabaja, pero también se empodera e inspira a quienes la rodean.
Proveniente de Tijuana, la coreógrafa lleva 6 años en la Ciudad de México dedicándose fervientemente a la danza. “Me gusta pensar que soy una especia de guía y creadora escénica”, dice en entrevista con MILENIO.
Absynthia forma parte de los proyectos multidisciplinarios Calendulas Canela, Rapquimia y Tsunami Laboratorio al lado de otras creativas como Cynthia Franco, Hebe Rossell y Marica Veras. Así, la experta en movimiento corporal fortalece vínculos en pos de la colectividad, principalmente entre mujeres.
“Hemos tenido acercamientos con diferentes morras de diferentes edades, que provienen de diferentes lugares, historias, contextos, y es justo muy hermoso ver cómo se replica, cómo llega esta efervescencia, esta resonancia, que no solo va, sino que también regresa; es un compartir, es un fluir constante de energía, de conocimiento, de formas de comunicarnos, de aproximarnos”, resalta.
Respecto al motor de su incesante trabajo dentro de la creación escénica, apunta: “Irme encontrando y también ir construyendo cómo quiero nombrar y habitar mi cuerpo, y desde ese reconocimiento de mí misma también poder abrir esos canales y ese espacio para compartir con las otras y construir redes que nos sostengan, que puedan ser este espacio seguro”.
A su camino creativo le es inherente el feminismo, que profesa a través de las redes que ha ido construyendo: “Creo que desde ahí lo nombro, lo vivo, me permito resonar en esas acciones cotidianas: de apoyarnos, de tejernos, de consumir entre los productos de nosotras, de la sororidad”.
“Apoyarlo desde estos talleres que estamos haciendo, de estas redes que estamos generando, el decir ‘Le voy a pedir a mi amiga que hace esto o a esta mujer que hace esta otra cosa’, vamos tejiendo en chamba, en colectividad, en seguir creciendo profesionalmente. Y contenernos emocionalmente”, agrega.
Por lo anterior, la tijuanense disfruta en demasía cuando sus alumnas desarrollan sus propios dispositivos artísticos: “Ahí empieza esa confianza de compartir lo que creas y la red que se va tejiendo y sosteniendo”.
El cuerpo, elemento esencial para la artista, no le resulta solo una herramienta: es una forma de manifestación política.
“Más que una herramienta para mí es la casa, el cuerpo es tu sostenimiento, y claro que sí se vuelve político, se vuelve una forma de nombrarse, de manifestarse".
"Entonces, desde ahí cómo me pongo de pie, cómo respiro, cómo me habito a mí misma; es como un statement, como decir ‘Este es mi hábitat’. Más que una herramienta en el sentido de cosificarlo o capitalizarlo, verlo como ‘Ahora tengo que producir porque es mi herramienta’, sino esta posibilidad y potencia que tiene el cuerpo también de nombrar”, explica.
Absynthia reconoce que actualmente hay una neblina violenta que tapa la luz del bienestar social, y para disiparla recomienda recurrir al arte.
“No sé si sea la máxima salvación, pero sé que es un salvavidas que nos permite estar ahí y nos permite cambiar nuestra forma de ver el mundo, nuestra mirada, y desde ahí dejar que eso resuene para el interior y para cómo nos conducimos, nos relacionamos. Creo que en la medida que incide en el cotidiano, sí cambia al mundo”, concluye.
hc