Académicos homenajean a Fernando del Paso

Adolfo Castañón, Vicente Quirarte y Gonzalo Celorio reconocieron sus diversas aportaciones a la literatura mexicana.

Los integrantes de la Academia Mexicana de la Lengua rindieron sus propios honores en Bellas Artes. Inbal
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Su vida y obra recibieron homenaje en los días de su fallecimiento —el pasado 14 de noviembre—, pero había en los integrantes de la Academia Mexicana de la Lengua (AML) una cierta necesidad de rendirle su propio reconocimiento luctuoso a quien fuera su miembro correspondiente en la ciudad de Guadalajara: Fernando del Paso.

Para ello, la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes recibió a Adolfo Castañón, Vicente Quirarte y Gonzalo Celorio, quienes reconocieron las diversas aportaciones de la obra del autor de obras emblemáticas dentro de nuestra literatura: José Trigo, Palinuro de México o Noticias del imperio.

“El secreto de la permanencia de las letras de Fernando del Paso entre nosotros se debe a su fe en la poesía como el acento más alto al que se puede encontrar alguien que se enfrenta con el lenguaje”, dijo Vicente Quirarte.

“Su literatura está marcada por la libertad, una libertad marcada por el impulso lingüístico”, enfatizó Adolfo Castañón.

José Trigo “ilumina con imaginación esas zonas oscuras de nuestro pasado nacional y nos entrega una realidad más real”, destacó por su parte Gonzalo Celorio.

El ejemplo de las tres formas de acercarse a una obra mucho más compleja, se reconoció dentro del homenaje luctuoso al que convocó la AML y el INBAL, donde estuvo presente su hija, Paulina, y algunos otros familiares de don Fernando.

“No es casualidad que su primer libro publicado esté integrado por poemas y que Juan José Arreola lo haya querido publicar, en 1958, en su bella colección ‘Cuadernos del Unicornio’”. En esos Sonetos del amor y de lo diario, Del Paso no solo daba cuenta de su maestría verbal, sino hacía gala de sus poderes para forzar el lenguaje y, al transformarlo, convertirlo en el más serio de los juegos”, en palabras de Quirarte.

Historiador y poeta

En esas diferentes formas de aproximarse a una figura como la del Premio Cervantes, Adolfo Castañón recordó que Fernando del Paso es el autor de un conjunto de novelas de las más deslumbrantes en la literatura mexicana, “en donde está alojada la historia mexicana, la historia universal, que da cuenta de esa urticaria que tenía Fernando del Paso en relación con la historia, tanto la historia de vida, como la documentada”.

“Una de las figuras que está detrás del proyecto narrativo de Fernando del Paso es el Ulises de James Joyce, con esta voracidad, una palabra que contiene bien a nuestro amigo, arquitecto, humanista, enciclopédico, curioso… está siempre marcada por una voluntad de medir y medirse con la historia y, a veces, con los historiadores”.

Celorio centró una parte de su discurso en José Trigo, una obra que, desde su perspectiva, “participa a carta cabal del auge de nuestra novelística, que amplía el acervo de nuestro patrimonio literario, y coincide con el proceso de renovación de nuestras letras, si no es que en muchos aspectos se adelanta a él”.

Una novela que no se queda en los límites históricos de la guerra cristera, ni del movimiento ferrocarrilero, el trasfondo de su historia, sino que más allá de iluminar con imaginación “esas zonas oscuras de nuestro pasado nacional”, le sirvió como punto de partida para añadir el imaginario de la colectividad: “Los sueños, las ideas, las esperanzas, las creencias de la población”.

“Acaso la contribución más notable de José Trigo a las letras mexicanas es el lenguaje que, como lo han dicho diversos críticos, desempeña el papel protagónico de la novela. En ella, las palabras ya no aluden a otra realidad que a las que ellas mismas van generando en el curso avasallador del relato, un lenguaje asaz generoso, cuyo vocabulario se regodea en la utilización de los términos específicos de cada campo semántico, lo mismo el ferroviario que el militar: un lenguaje vivo, cambiante, generador de nuevas formas, poético y libérrimo”.

El homenaje a los académicos de la lengua a un hombre de letras, como lo definió el mismo Del Paso.

El gran formador de palabras

Fernando del Paso ingresó a El Colegio Nacional en febrero de 1996, cuyo discurso inaugural fue respondido por Miguel León Portilla. El encargado de evocar aquellas palabras fue Vicente Quirarte, precisamente por el título de su conferencia: “Yo soy un hombre de letras”.

“Yo soy un hombre de letras reitera la frase y la transforma, la enuncia como enigma para la consecución de su historia, ese imposible armador de metáforas; enfatiza el escribidor, el escribiente, el formador de palabras, cuyo más alto orgullo reside en poner sus luces y esfuerzos al servicio de la república”, de acuerdo con Vicente Quirarte.


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