Acurrucado contra una pared, el último niño de Pompeya

Los primeros restos de un cuerpo humano hallados en 20 años en la mítica ciudad del sur italiano son los de un infante —no se sabe aún si niña o niño— de 7 u 8 años.

Restos óseos de un infante de entre 7 y 8 años habitante de Pompeya en el 79 d.C.
Roma /

El esqueleto de un menor de 7 u 8 años, que trató de esconderse del fuego y la ceniza de la erupción del Vesubio, es el último de los indicios hallados de lo que ocurrió con la mítica ciudad de Pompeya hace dos milenios.

Son los primeros restos de un cuerpo humano hallados en 20 años entre las polvorientas piedras de este yacimiento frente al Golfo de Nápoles, en el sur de Italia, y hay que remontarse 50 años atrás para datar la última localización de los restos de un menor.

Los expertos iniciaron el estudio de la estructura ósea, que se presupone de un niño o niña —aún se desconoce el sexo— de entre 7 y 8 años de edad, y que se halló prácticamente completa, con la excepción de una parte del tórax, la mandíbula y fragmentos de las piernas y brazos.

El cuerpo fue localizado en una sala de las Termas Centrales de Pompeya, adonde se asume corrió a cobijarse en el momento en que caía la lluvia de arena, rocas, ceniza y fuego, según una primera reconstrucción del Parque Arqueológico difundida en un comunicado.+


Ahí, en medio del caos, se acurrucó contra una pared para esperar a que toda esa nube tóxica pasara, pero fue en vano, pues la erupción acabó aniquilando y sepultando toda forma de vida en esa ciudad y en otras vecinas como Herculano y Estabia.

En este sentido, la teoría es que se encontraba en un espacio cerrado, pues sus huesos estaban inmersos en cenizas (flujo piroclástico) y no entre piedras volcánicas.

Su esqueleto se halló “de forma fortuita e inesperada” durante las labores de limpieza del área; estaban bajo una capa de diez centímetros de sedimentos de los que primero asomó el cráneo y después su huesos.

Para determinar su edad se estudiará la dentadura (EFE)

El director del parque arqueológico, Massimo Osana, calificó este descubrimiento de extraordinario y afirmó que despierta una fuerte emoción.

Los huesos ya han sido trasladados al laboratorio de investigación aplicada del Parque Arqueológico, donde darán inicio los análisis preliminares para despejar las numerosas incógnitas que envuelven la vida del niño o la pequeña.

Entre las pruebas se medirán los huesos y se buscarán improntas de sus ya desaparecidos músculos para tratar de discernir si realizaba trabajos físicos, transportaba peso o si hacía algún tipo de deporte, de lo que se podría concluir también su estrato social.

Para determinar con mayor precisión su edad, se estudiará su dentadura y otras pruebas arrojarán luz sobre si sufría algún tipo de patología.


Para determinar su edad se estudiará la dentadura (EFE)

Para esclarecer su sexo, los expertos tendrán que afanarse más pues las formas óseas que determinan el género no están definidas aún en edad infantil, por lo que será necesaria una segunda fase de análisis genético en caso de que se halle material en buen estado.

La responsable del laboratorio, Alberta Martellone, consideró que el estudio de esta pequeña víctima del volcán “será fundamental para reconstruir la composición y el estado de salud de los habitantes de Pompeya en el 79 d.C”, el año del desastre.


Otra de las interrogantes a despejar es por qué estos restos no habían sido aún extraídos, pues se cree que ya en las excavaciones realizadas en el lugar entre 1877 y 1878 ya habían sido localizados pero “inexplicablemente” no fueron recuperados.

“Tendremos que reconstruir lo que sucedió: si los trabajadores de esa época eran escasos o muy respetuosos y no querían cavar, dejándolo hoy a nuestras tecnologías, o si sucedió algo más", comentó Osanna.

Pompeya, descubierta en 1748, es una de las joyas arqueológica del mundo y, dado el repentino suceso que acabó con ella, el hallazgo de cuerpos permite estudiar la rutina en la ciudad.

“Normalmente los datos antropológicos que nos llegan de la historia son de individuos muertos y ya sepultados en las necrópolis. En el caso único de Pompeya nos encontramos, al contrario, ante restos humanos de individuos que se encontraban en plena vida”, dijo Martellone.

Por eso el estudio del último niño de Pompeya “permitirán abrir un retrato de la población viviente en la época, que en ninguna otra situación habría sido posible”.

AG

  • Agencia EFE
  • Agencia de noticias con 84 años de trayectoria

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