Xóchitl y Citlali Fernández, hija y nieta de Emilio El Indio Fernández, sospechaban que la llamada Casa Fuerte del director, ubicada en Coyoacán, era regenteada por dos excocineras de la familia. Lo confirmaron después de escuchar en la radio una noticia que dio a conocer MILENIO este lunes 15 de agosto, donde se denuncia que las hermanas Ana María y Teresa Valdez Ramírez alquilan la propiedad para fiestas.
“Desde 2013, cuando murió mi tía Adela, la que siempre administró esa casa, supimos que mi primo Emilio les había cedido el control a las señoras pero pensábamos que él era quien se beneficiaba del alquiler”, cuenta Citlali. “Hoy sabemos que las señoras Valdez, unas cocineras de Cancún que contrataba mi tía Adela para sus eventos, son quienes lucran con la casa de mi abuelo. Se han aprovechado de las adicciones y de lo buena onda que es mi primo”.
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—¿Entonces las hermanas Valdez no son dueñas de nada?
—No, ni nosotros. Esa casa todavía está a nombre de mi abuelo y no se puede vender.
Citlali aclara que el problema no es con su primo. “A él le dan apenas el 10 por ciento del alquiler”. El problema, dice, “es con las señoras”. Y cuenta que en las últimas horas se ha enterado, por ejemplo, que las hermanas Valdez “abrieron en la casa una oficinita porque venden seguros”; que “remodelaron sus casas y traen autos último modelo”; que “se la rentaron a Netflix y se maltrató la casa”; y que “ni siquiera le dan mantenimiento”. Cuenta que cuando vivía su tía se autofinanciaba la casa. “A estas señoras no les interesa el patrimonio de mi abuelo”.
Citlali y su madre solo piden que las hermanas Valdez dejen de administrar el inmueble. Primero porque el uso de suelo de la casa es habitacional y no comercial. Segundo porque el INBAL, con la cédula 985C/0448, considera que la casa tiene valor artístico y arquitectónico. Y tercero y más importante: porque no tienen ninguna personalidad jurídica en el eslabón sucesorio. “A mi abuelo le sobrevivimos mi primo, mi mamá, mi hija y yo; las señoras no tienen ninguna relación familiar con nosotros. Una se quiso casar con mi primo pero él no quiso”.
El paso siguiente, cuenta Citlali, será hablar con su primo para llegar a una solución: “No estamos interesadas en la casa, solo queremos que la familia la administre y no un par de vividoras. Si mi abuelo estuviera vivo ya las hubiera sacado desde cuando”.
PCL