La pandemia fue un punto de quiebre para que Agustina Galizzi, primera bailarina de la Compañía Nacional de Danza (CND), tomara una decisión difícil a la que más temprano que tarde se llega en el ballet, el retiro.
Lo hace con tres funciones en Bellas Artes (hoy a las 20:00 horas y el sábado 30 a las 13:00 y 17:00 horas) y dos coreografías que ella eligió: Impermanente, creada para ella por su amiga Yazmín Barragán, y ¡Esquina bajan!, de Nellie Ha-ppee, que “es un ballet muy divertido, yo quiero irme en medio de una gran fiesta”, dice la artista de origen argentino.
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“Hacía mucho tiempo que estaba pensando en el retiro de la CND. Llega un momento en el cuerpo del bailarín que sabemos que tiene que terminar. Mi cuerpo ya no es lo mismo que hace 20 o 10 años. Y, por más que uno como bailarín esté en el máximo de poder transmitir y de ser artista y de tener toda la experiencia de todos estos años, el cuerpo te va diciendo: ‘Hasta acá llegué’”.
Foto: Compañía Nacional de Danza
“La pandemia fue un detonante muy fuerte, no tuve entrenamiento durante dos años. Y siempre quise decidirlo yo antes que lo decidieran por mí, hay que darle paso a las nuevas generaciones”; explica satisfecha por sus 22 años con la agrupación, en la que se convirtió en primera bailarina en 2009, tras interpretar al Hada del Azúcar de El Cascanueces, versión de Nina Novak, en el Auditorio Nacional.
Hija de los bailarines Mario Galizzi y Cecilia Mengelle, Agustina Galizzi (Buenos Aires, 1981) habla sobre las tres funciones de despedida que tendrá en Bellas Artes, el jueves 28, a las 20:00 horas, y el sábado 30 de abril, a las 13:00 y 17:00 horas, con dos coreografías muy distantes temáticamente entre sí.
“He tenido una suerte increíble. Fue un regalo del director de la compañía, de Cuauhtémoc Nájera. Él me dijo que si yo quería que alguien me montara una coreografía para mí y accedí; pensé en Yazmín Barragán desde el primer momento, porque ella es una coreógrafa con la que he trabajado mucho, ha sido compañera mía de la CND, conoce perfectamente mi movimiento, cómo soy como bailarina, lo que me gusta expresar. Y no tenía duda de que fuera la coreógrafa para Impermanente. Estoy muy emocionada que sea con lo que me voy a retirar”, expresa sobre la obra de Barragán, que ya estrenó en noviembre pasado, acompañada musicalmente por una sonata para violín y piano de Johann Sebastian Bach, interpretada en vivo por el violinista Israel Torres Araiza y el pianista Carlos Gómez Matus.
“Sobre ¡Esquina bajan¡, la elegí porque es un ballet que es exclusivamente de la CND, ningún otro ballet del mundo tiene ¡Esquina bajan! Es para mí el homenaje que le puedo hacer a México por todos estos años aquí, que me abrieron las puertas y me dejaron hacer y ejercer mi carrera, lo que yo siempre soñé hacer. Y porque admiro mucho a la maestra Nellie, siempre trabajé con ella desde que llegué a la compañía, fue de las primeras personas que empezó a verme con otros ojos, a darme oportunidades, y quería hacer ese homenaje para ella. También es un ballet muy divertido y yo quería irme en medio de una fiesta. Yo sé que es un ballet que la compañía disfruta muchísimo de bailar, y quería que todos estuviéramos gozando del escenario de ese momento”, añade la primera bailarina.
Foto: Compañía Nacional de Danza
—Yazmín Barragán contó que Impermanente trata de la fugacidad de la carrera de los bailarines. De la intensidad, de su terrible disciplina, pero, irónicamente, de lo corta que es esa carrera.
—Sí, justamente habla de eso. Es una obra abstracta. En realidad, uno puede darle muchos sentidos. Pero sí, para mí habla justamente de esta fugacidad que es esta carrera, que se va muy, muy, rápido; es muy poco el tiempo que podemos estar en el escenario, con ciento por ciento de nuestra capacidad física. Y, pues nada, habla de todas estas emociones que he pasado durante estos meses que decidí decir que me retiraba, y de cómo estoy ahora, en un altibajo de emociones, como en una montaña rusa: feliz, triste a la vez, melancólica pero contenta de estar disfrutando de mis compañeros y de todo este proceso. Es una ola de sentimientos a través de la música que escogimos para hacer Impermanente.
—Se retira de la compañía, pero no de la danza. ¿Qué sigue para usted?
—Tengo varios proyectos. Tengo la oportunidad de poder ayudar a mi papá, que es coreógrafo, a remontar sus obras en diferentes lugares del mundo; tengo un proyecto para contemporáneo el año que viene fuera de la compañía y empezaré a enseñar, hace varios años que estoy enseñando, pero ahora será dedicarme a la danza desde el otro lado, desde otra perspectiva.
—Sus 22 años con la CND son toda una vida. ¿Cómo la encontró, cómo la deja?
—La compañía ha evolucionado estos 22 años, como ha evolucionado todo, los humanos, el mundo, evolucionan, la tecnología. Es una compañía que evoluciona junto con el tiempo. Cada día tenemos, gracias a Dios, más cosas, más repertorio, repertorio de vanguardia que traen de afuera para poder enriquecernos. Y cada año ha sido un poco más y un poco más. La compañía nunca se ha estancado en ningún sentido, siempre ha ido para adelante. Tiene muchísimas obras que otras compañías del mundo desearían tener, porque realmente el repertorio que maneja es amplísimo y no todos los ballets del mundo tienen el repertorio que tenemos. Y con los años se ha enriquecido eso. Así que sí, ha sido una evolución importante y que me ha tocado vivir para bien, por suerte para bien.
—¿Cómo afectó la pandemia a la Compañía Nacional de Danza?
—Fue muy, muy difícil en general para todos. Los bailarines sufrimos de una forma peculiar porque no podíamos ejercer realmente nuestro trabajo, necesitamos de un espacio muy amplio para poder ejercitarnos, entrenarnos, y estar arriba de un escenario, y fueron dos años de no poder estar arriba de un escenario. Fue muy difícil lo que nos pasó a todos, cada quien vivió la pandemia de manera diferente, pero sí hubo mucha depresión a nuestro lado y angustia porque no sabíamos qué iba a pasar. Nosotros no podemos ejercer nuestro trabajo en una computadora ni desde nuestra casa. Fue realmente muy difícil. Todos queríamos regresar, estábamos muy ansiosos de volver al salón y al escenario.
“Y cuando regresamos también fue muy difícil porque nuestro cuerpo ya no estaba acostumbrado a entrenar como siempre, y hubo muchas personas lesionadas, lamentablemente. Yo misma me lesioné cuando regresé y tuve que parar. Nuestro cuerpo no estaba preparado igual, por más que hacíamos ejercicio en nuestras casas. Sí hubo muchas lesiones, gente que tuvo que salir otra vez a recuperarse. Pero nunca perdimos la esperanza de estar otra vez en el escenario. Ya lo logramos, ya hemos podido dar funciones, y con la mejor voluntad, aun con cubrebocas y todos los protocolos. Gracias a Dios ya estamos al ciento por ciento de aforo en Bellas Artes para estas funciones; entonces, ha valido mucho la pena el esfuerzo que hemos hecho en estos meses para poder llegar al escenario nuevamente”.
Foto: Compañía Nacional de Danza
—En la última década ha habido un impulso muy fuerte al ballet en México, en parte por los logros de Isaac Hernández y Elisa Carrillo en el extranjero y los festivales que traen. Elisa Carrillo desde 2018 se convirtió en codirectora de la CND ¿cómo los ha impulsado?
—Sí, por supuesto. Elisa ha traído cosas muy buenas a la compañía, porque trabaja en el extranjero y tiene una visión diferente también de cómo trabajan otras compañías en el mundo y eso siempre enriquece a la compañía. Es como cuando vienen coreógrafos de afuera, también nos enriquecen mucho con sus experiencias. Y Elisa lo que ha hecho es poder traer obras que hoy en día están en boga en el extranjero y las ha traído con gente con la que a lo mejor pensábamos que nunca íbamos a trabajar. Ella está haciendo un gran trabajo en ese sentido de poder promover a la compañía y traer gente de afuera para que nos monten estas obras, como las de Marco Goecke o Nacho Duato. Realmente está haciendo, aunque sea a la distancia, un gran trabajo. Mi relación siempre fue buena, yo conocí a Elisa hace muchísimos años, y siempre me he llevado muy bien con ella. Así, que bueno, se tomó un poco con sorpresa mi decisión de querer retirarme.
—¿Cómo definiría estos 22 años con la Compañía Nacional de Danza?
—Fueron realmente 22 años de satisfacciones. Por supuesto, siempre hay cosas malas y buenas, pero realmente me voy con el corazón muy lleno, porque a mí la compañía me dio todas las herramientas para poder hacer lo que siempre quise, lo que yo soñé: bailar.
—¿Qué diría a los niños y niñas, a los jóvenes que se inician en la danza, para impulsarlos o incluso para disuadirlos de emprender una carrera tan demandante?
—Que efectivamente sí es una carrera muy difícil y sacrificada, pero que al final de cuentas, cuando uno pone todo su corazón y pasión, vale mucho la pena, todo el sacrifico que uno hace vale la pena al final. Y que nunca pierdan su meta de lo que quieren. Si quieren ser bailarines o lo que sea, tener esa meta y tratar de llegar a esa meta desde la pasión y el corazón. Y que nunca pierdan la humildad, y que siempre sepan quiénes son, eso les va a ayudar a seguir adelante en el camino de la danza.
—¿Qué se lleva de México?
—¿Llevarme? Pues yo soy prácticamente mexicana, tengo una hija mexicana, y seguiré viviendo en México. No voy a regresar a Argentina, seguiré trabajando aquí, porque es un país que es rico en todos los sentidos y siempre me abrió las puertas, me dio todo, no me puedo quejar en ningún sentido. Soy más mexicana que argentina porque he pasado más años en México que en Argentina y no tengo nada que no me guste, hasta la comida y el picante ya son parte de mí. Así que me llevo conmigo, en el corazón, el cariño de todo el público maravilloso que me ha acompañado estos 22 años. Esta semana, me han mandado miles de mensajes diciéndome cosas hermosas, me voy con el corazón súper lleno.
—¿Cuál es su comida favorita?
—Las enchiladas suizas del Sanborns enfrente de Palacio de Bellas Artes.
—¿En qué obras considera que hizo su mejor trabajo con la CND? ¿Y qué le habría gustado bailar que no bailó?
—Bailé todo lo que quise bailar, a mí no me faltó nada por bailar, y si me preguntas algo que a lo mejor no está en el repertorio de la compañía, no hay otra cosa que hubiera querido bailar. Los papeles más importantes que bailé y que más disfruté, bueno, todos los he disfrutado, pero Manon, Romeo y Julieta, Onegin, Fierecilla domada, Giselle y Carmen son los procesos más increíbles que he tenido antes de llegar a un escenario y en el escenario. No me quedé con las ganas de bailar absolutamente nada.
— ¿Qué es la danza para usted?
—Mi forma de vida. Por eso siento que voy a seguir siendo bailarina toda la vida, lo he sido desde que tengo cinco años, no puedo imaginar mi vida sin ella. Por eso seguiré en la danza desde otra perspectiva, porque ha sido mi mundo entero, la compañía, mis compañeros, porque paso más tiempo con la gente de la compañía que con mi propia familia. La danza ha sido mi mundo, sinceramente.
Claves
OrigenEs hija de los destacados bailarines Mario Galizzi y Cecilia Mengelle.
Momento
Se convirtió en primera bailarina en 2009, tras interpretar al Hada del Azúcar de El Cascanueces en el Auditorio Nacional.
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