Silvia Santamaría Guerrero considera que escuchar los cuartetos de cuerda de Ludwig van Beethoven implica acercarse a una especie de autorretrato sonoro del compositor. Aunque las obras, agrega la violinista del Cuarteto de Cuerdas José White, dan cabida “no solo a su existencia, sino también a la experimentación sonora”.
Como preámbulo al festejo por sus 20 años de trayectoria, la agrupación con sede en Aguascalientes participará en el ciclo integral de los cuartetos de Beethoven que presenta El Colegio Nacional en su sede de Donceles 104. Del 10 de abril al 26 de junio tocará seis conciertos, con charlas introductorias de Mario Lavista, que se agregan a los que este mes ofreció el Cuarteto Latinoamericano.
Para la violinista cubana radicada en México, tocar estas obras es un sueño que implica varios retos; el primero, explica, “es el técnico, porque son obras bastante difíciles para todos los instrumentos, pero también representa un reto interpretativo ir viajando por los periodos en los que Beethoven escribió su música, así como tratar de descubrir qué estaba pensando”.
También se enfrentan a lo que denomina “el fenómeno de las ediciones”, ya que existen varias: “Nosotros nos basamos en ediciones originales, pero inclusive en ellas hay discordancias, por lo que como cuarteto tenemos que llegar a acuerdos interpretativos de qué hacer y qué no en determinados puntos. Y eso es tratar de llegar a lo que él hubiera deseado”.
Santamaría Guerrero indica que hay cuartetos, sobre todo los últimos, en los que “aunque regresa a un estilo más clásico, más primario en cuanto a su propia obra, interpretativamente para nosotros es un descubrimiento sin fin. Cada día que ensayamos descubrimos cosas nuevas y nos damos cuenta de que nunca vamos a llegar a la profundidad de lo que el compositor plantea. Quizá más viejos, 30 años más tarde, nos acerquemos todavía más, pero por el momento es casi imposible”.
Desde punto de vista de las emociones, Beethoven es totalmente absorbente, refiere la violinista: “Llega un momento en que te involucras tanto que te vuelves un personaje como Beethoven y empiezas a sentir como él, lo que es un poco autodestructivo, pero también muy enriquecedor. Al final nos deja con un muy buen sabor de boca. Quienes asistan al ciclo van a escuchar la vida de Beethoven hecha cuarteto y cómo fue cambiando su forma de componer, aunque las obras no estén en orden cronológico. Lo último que escribió antes de morir fue el Cuarteto opus 135, una pieza altamente religiosa, muy resignada y de mucha paz”.