Luego de la muerte de Octavio Paz, el 19 de abril de 1998, su legado quedó en manos de Marie José Tramini, su esposa, quien cerró las puertas de la biblioteca y el archivo. En 2018 ella falleció y en todos estos años no se ha conocido nada de esos documentos.
“Yo le dije a ella muchas veces que creara algo además de la Fundación, pero era tan desconfiada que no había forma de convencerla. Hubo iniciativas pero ninguna se realizó, fue muy triste. También no haber hecho un testamento sabiendo que no tenía a nadie más en el mundo. Ella sabía que esto iba a crear un gran problema si no dejaba estipulado algo en un testamento, pero no había forma de convencerla, era una mujer muy terca, y al final no se ocupaba de sí misma, era un especie de encierro y aislamiento”, cuenta en entrevista con MILENIO Anthony Stanton, amigo cercano y especialista de la obra del escritor.
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“Tras la muerte de Octavio, su esposa se cambió de casa, la biblioteca y las cartas quedaron en un estado de abandono. Ahora hay que restaurar, desinfectar, limpiar, no solo los papeles, también objetos”, asegura Stanton.
El 31 de marzo, día del cumpleaños del poeta, se presentó la Casa Marie José y Octavio Paz, que reúne alrededor de 70 mil documentos, 8 mil 138 libros, 476 obras artísticas, 472 piezas de arte decorativas, 651 piezas de joyería, 64 prendas de vestir y 50 enseres y muebles diversos.
Después de un intrincado proceso legal, el gobierno se quedó con todos los bienes de la pareja, la casa es la sede de un fideicomiso que el Gobierno de la Ciudad de México y la Secretaría de Cultura federal han conformado para el inventario, administración y manejo de los bienes del escritor.
Esto es algo que quizá hubiera hecho feliz al poeta porque le molestaba que algunos colegas suyos entregaran sus archivos y bibliotecas a universidades en Estados Unidos.
“Él lo lamentaba. Yo hablaba mucho con Octavio Paz, le parecía triste con todo y su relación conflictiva con México. Él hablaba a veces de una relación ‘envenenada’ con su propia gente. Él sabía que era un escritor mexicano y rechazó esas ofertas de mucho dinero; claro, él no necesitaba el dinero y Marie Jo fue fiel a esa decisión”, comenta el académico de El Colegio de México.
Durante la presentación de Casa Marie José y Octavio Paz, Stanton explicó que el poeta, “el único funcionario que renunció en protesta por la masacre del 2 de octubre de 1968, escribió en una carta de aquel momento que la inminente publicación Posdata (1970), y lo cito: ‘¿Acaso me cerrará para siempre la puerta de la gran Tenochtitlan?’”.
El principio del fin
La noche del sábado 21 de diciembre de 1996, un cortocircuito provocó el fuego que invadió el departamento de un edificio del arquitecto Mario Pani en Guadalquivir y Reforma.
Eran aproximadamente las 10:30 de la noche cuando todo sucedió. Octavio Paz (1914-1998) se arrastró por el suelo con todo y una sonda que llevaba en el cuerpo para escapar con su esposa del peligro.
Nada se pudo hacer. Los bomberos controlaron el fuego pero destruyeron parte de la biblioteca del escritor, un accidente que fue determinante en su vida, que puso muy triste al premio Nobel, que ya no pudo recuperarse del todo y falleció el 19 de abril de 1998 a causa de cáncer de huesos.
El escritor Christopher Domínguez Michael, biógrafo del poeta, recuerda en su libro Octavio Paz en su siglo (Aguilar) aquella noche en que comenzó a morir.
“Mientras el doctor checaba y oxigenaba a un Paz desamparado en la calle y entonces aquejado de flebitis, llegaron al fin los bomberos. Tras el incendio, la salud de Paz se desplomó”.
Anthony Stanton dice: “Después de la calle de Lerma, donde vivieron al principio, la mayor parte de su vida fue en Guadalquivir. El incendió le causó una depresión muy fuerte a Paz, pues perdió muchos libros, sobre todo de su abuelo. En el incendio, él tuvo que arrastrarse por la escalera y tenía una sonda, eran varios niveles, tuvieron que abandonar el departamento”.
Paz ya no regresó a su hogar. Él y su esposa se mudaron al Hotel Camino Real y, después, el entonces presidente Ernesto Zedillo les prestó Casa Alvarado (donde hoy se ubica la Fonoteca Nacional, en Coyoacán), que sería la última morada del poeta.
“Vivieron ahí gran parte del último año de vida de Paz porque era de un solo nivel, Octavio ya estaba en silla de ruedas. Yo iba a verlo, platicábamos. Él murió ahí. Marie Jo siguió ahí un tiempo y luego se fue a Polanco, donde vivió hasta el final”, recuerda.
En el famoso departamento de Río Guadalquivir, Octavio Paz tenía su biblioteca, escritorio, objetos de arte, papeles. Pero no era el único lugar donde guardaba cosas.
“En la calle Porfirio Díaz (en la colonia Nochebuena) vivió su madre, y Octavio guardaba cosas ahí también. Hace años se descubrieron viejas maletas y cajas que había dejado ahí; se encontró una obra inédita de Luis Cernuda, La familia interrumpida, que nadie conocía”, cuenta Stanton.
El Nobel todavía alcanzó a crear la Fundación Octavio Paz a finales de 1997, sin embargo, no funcionó como se esperaba a pesar del apoyo económico de empresarios como Carlos Slim y Emilio Azcárraga Jean, entre otros.
“Meses antes de su muerte se había creado la fundación, pero Octavio dejó todo a Marie Jo, ella fue la heredera universal, y al final fue un fracaso”, destaca el especialista.
¿Él estaría feliz de que su legado esté en la nueva casa?
Es imposible contestar eso. La casa que le provocaba recuerdos y sentimientos muy fuertes fue donde él creció, en Mixcoac, que actualmente está ocupada por monjas benedictinas. Una vez fui con él a visitarla, Octavio se desilusionó mucho porque habían hecho muchos cambios y no eran sus recuerdos donde estaban su madre, el abuelo, la tía Amalia. Entonces era el espacio tal vez más identificable con él porque vivió muchos años hasta su mayoría de edad. Por eso decía: “Mixcoac fue mi pueblo”, aunque no nació ahí.
El acervo documental debe ser enorme.
Octavio Paz es un escritor de una obra y correspondencia muy vastas que sólo conocemos parcialmente, una mínima parte se ha publicado de sus cartas, hay mucho material ahí. Hasta ahora nadie ha estudiado realmente su biblioteca, las anotaciones. Hay mucho que hacer alrededor de él, pero qué bueno que se haya podido rescatar, preservar, cuidar la obra y eventualmente ponerla a disposición de la nación.
El legado a México
En 2018, la obra del escritor recibió la declaratoria de monumento artístico por parte del Gobierno federal, igual que sucedió con la de Diego Rivera y la de Frida Kahlo. Esa protección legal garantiza que ninguna parte de ese legado podrá salir del país.
“Esto se hizo después de la muerte de Marie Jo, para proteger la obra. Fue un primer paso muy importante, con eso iba a ser propiedad de la nación”, comenta Stanton.
El especialista comenta: “Ha sido un proceso largo, los juicios testamentarios son muy lentos. Es la cuenta larga de la que hablaba Paz. Uno de sus temas de conversación favorito era el de los mayas, esa forma de medir el tiempo, no por lo efímero de lo cotidiano que no tiene importancia sino la cuenta larga, y cuando no hablaba de eso, hablaba de la complejidad del punto de vista náhuatl. Cuando uno llegaba con él con las noticias del día, Octavio Paz decía: ‘No, eso no es importante, lo importante es el punto de vista náhuatl’. Era un tipo maravilloso que se interesaba en lo más lejano, aparentemente, en las culturas que amó y estudió, son esas grandes culturas universales, como la de India”.
Anthony Stanton asegura que aunque en vida conoció la fama, al final Paz llegó a tener dudas sobre su propia supervivencia literaria. Su autocrítica y su escepticismo eran implacables.
“Era común, en sus últimos años, escucharlo decir: ‘De mi obra, tal vez se salven algunos poemas o más bien algunos pocos versos’”.
Para Stanton, en 2023 estamos ante la otra vida de Octavio Paz, “la póstuma, que será muy distinta de la anterior porque exige la liberación de la obra de las ataduras biográficas y contextuales, de las cadenas ideológicas y coyunturales”.
Octavio Paz escribió su propio epitafio: “Mi casa fueron mis palabras, mi tumba, el aire”.
“Se acercan las fechas simbólicas, a 25 años de su muerte y a cinco de la de Marie Jo (el 26 de julio), entramos en otra etapa: después de años de incertidumbre, se vislumbra la posibilidad de dar certeza, por fin, al destino de su legado”, concluye Stanton.
Una trayectoria amplia
El doctor Anthony Stanton (Inglaterra, 1954) es mexicano por naturalización. Desde 1987 es profesor-investigador en El Colegio de México. Entre otros, pertenece a la Academia Mexicana de Ciencias y fue presidente del Consejo Consultivo de la Fundación Octavio Paz desde su creación en 1998 hasta su disolución en 2003.
hc