Alberto Blanco (Ciudad de México, 1951) es rockero y melómano desde joven. Su paso por bandas como La comuna o Las plumas atómicas es legendario, sin embargo, nunca pensó que un día se convertiría en un rockstar de la poesía.
El colaborador de Laberinto, suplemento cultural de MILENIO, charló sobre 1966: El año del nacimiento del rock, publicado por Reservoir Books, un viaje por esos años con figuras que cambiaron la historia como Beatles, Frank Zappa, Bob Dylan y Rolling Stones. El libro incluye ilustraciones de Luis Fernando.
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¿Qué lo motivó a escribir un ensayo tan rockero?
Esto nació lentamente más como una conversación con amigos. El libro tiene muchas capas y puede interesar a muchos lectores diferentes porque hay una visión cultural en conjunto de los cambios asombrosos de los años 60 y hasta ciertos aspectos antropológicos, geológicos, económicos y políticos que confluyen, pero el foco siempre está en la música. El rock se convirtió en el soundtrack de nuestras vidas. Una época excepcional en la cultura. Una luz que toca y pertenece a todos.
¿Cómo determinó una fecha del nacimiento del género?
Bueno, no deja de ser mi punto de vista y que quede claro que es un libro escrito por un poeta mexicano con muchas ganas de ser hospitalario, de que se entienda y se disfrute. El libro tiene mucho sentido del humor y muchas anécdotas, pero la reflexión sobre el tema va en serio.
Destaca el caso de Dylan y su Nobel. Usted también es rockero, ¿pensó que ganaría el Xavier Villaurrutia (2016)?
Ni mis amigos, ni yo (risas), pero para mí nunca hubo separación y distinción entre las letras de los grandes del rock que cuando leía a García Lorca, Octavio Paz o Neruda. No, no estoy cometiendo el desacato de decir que una letra de Jefferson Airplane está en el mismo nivel que T. S. Eliot, pero de que hay poesía en las mejores letras de rock sí doy fe.
¿Dylan es ejemplo de ello?
En esos años quién iba a decir que el rock, pasado el tiempo, iba a presumir un Premio Nobel y un Reina Sofía. ¿Qué otro movimiento de música popular puede presumir algo semejante? Y antes ya venían muchos escribiendo letras en serio como los Rolling Stones, Pink Floyd, Procol Harum, Leonard Cohen, etcétera.
¿El rock se puede encontrar en poetas mexicanos?
Es hasta mi generación que el rock comienza a existir en la poesía mexicana. Lee toda la poesía de José Emilio Pacheco y de cualquiera de los poetas anteriores y el rock no existe. En la mayor parte de los casos, incluso, la música no existe, lo que me parece escandaloso. Lee la obra de Octavio Paz y vas a encontrar a cuentagotas alguna referencia musical. Yo tuve amistad con él por 25 años y nunca nos sentamos a escuchar música, en cambio, sí dedicamos mucho tiempo a ver trabajos visuales, tenía un ojo fantástico y de poesía sabía todo, pero con la música no quería entenderse.
¿Qué pasó entonces?
Para mi generación, la música y el rock en particular ya fue un disco duro. Pero un adelantado en la literatura mexicana en ese sentido fue José Agustín, no a través de la poesía, sino como narrador, cuando publicó en 1968 La nueva música clásica, un libro que fue un parteaguas en México y para la vieja guardia fue casi de escándalo “¿cómo es posible tomar en serio esa música?”, decían. Pero él era empático para decir “¡hey!, aquí hay algo que merece la pena que le prestemos atención” e hizo un señalamiento que me parece clave: “el rock puede servir como vehículo para hacer arte”.
Antes de ser poeta, ¿usted es melómano?
Yo soy músico rupestre autodidacta y conviví con muchos músicos de altos vuelos, aprendí mucho en el camino y no he dejado de componer y de tocar. Tengo la experiencia de lo que es tener una banda de rock, que es fabuloso y por eso hay miles de bandas en todo el mundo. Hoy es prácticamente obligatorio que los chavos formen una banda de rock, somos millones los que hemos pasado por esa experiencia, pero no todo el mundo puede ser Led Zeppelin, me queda claro.
¿El rock marcó su vida?
Me ha gustado el rock desde siempre. Yo tenía 15 años en 1966 y como todos los que vivimos en México en esos años y en gran parte del mundo lo vivimos todo a la distancia. Lo escuché profundamente desde antes de que se pudiera hablar de rock.
¿Cómo llega a esa conclusión en el libro?
A partir del asesinato del presidente John F. Kennedy en 1963, tenemos que decir que comienza un periodo de gestación muy rico que explota justamente ese año y cambia todo el juego, pero también estaba hirviendo la olla de los acontecimientos políticos y culturales de los años 60. Todo confluyó para que se diera una explosión de creatividad impresionante, por eso digo que, a partir de 1966, podemos empezar a hablar de rock.
¿Qué pasó ese año que lo hace tan especial?
Muchas cosas que no habían sucedido antes y trato de ejemplificar con cuatro discos fundamentales: Blonde On Blonde, de Bob Dylan; Pet Sounds, de Brian Wilson con los Beach Boys; Freak Out!, de Frank Zappa, y Revolver, de los Beatles, los cuales marcan las cuatro esquinas del territorio en el que se va a dar esta transformación asombrosa en el mundo de la música popular, de la mano de una serie de acontecimientos sociales e innovaciones tecnológicas y comerciales.
(((RECUADRO)))
Efervescencia musical
1966: El año del nacimiento del rock es como asistir a un gran festival de rock donde historia, anécdotas, referencias, discos, nombres y el conocimiento musical del poeta Alberto Blanco llevan al lector a esos años de efervescencia que marcaron una época.