El escritor Alexander Hernández dice que su primer recuerdo relacionado con el futbol, eje de su más reciente libro, Leche de cucarachas (Gato Blanco, 2023), no es "tan positivo" porque está vinculado a su padre.
"Yo tenía unos 4 o 5 años y estábamos jugando en el estacionamiento de mi casa. Estaba él y mis dos hermanas, yo de portero. Era una pelota roja con hexágonos rojos y blancos, y le tiró quedito pero yo le tenía miedo a mi papá, por eso siempre iba a gol. Mi papá se enojó conmigo y me gritaba que la detuviera, que no fuera coyón", rememora en entrevista con MILENIO.
Paulatinamente, el autor dejó de tener relación con su progenitor y se reconcilió con la pelota - que como bien dijo Diego Armando Maradona, nunca se mancha -, al grado que se volvió fiel seguidor de los Pumas y plasmó su pasión en una novela protagonizada por un antihéroe de las canchas callejeras, Avatar.
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¿Qué representa el futbol en tu vida?
Un puente hacia otra persona. Vivo en Massachusetts y, cuando un clima agradable lo permite, se arman las retas cada fin de semana y convivo con gente de todas partes del mundo: salvadoreños, brasileños, japoneses. Igual en México convivía con gente de todo tipo, de colonias que de otra forma no hubiera podido conocer, las retas de barrio. Es un deporte, pero también es un gran puente para entrar en contacto con gente que no tiene mucho en común conmigo en ningún tipo de cosa.
La escritura, ¿en qué momento llegó a ti y actualmente cómo la concibes?
Escribimos cuando no estamos satisfechos con la realidad que nos rodea, escribimos para nutrir eso que no nos satisface y hacerlo un poco más tolerable. Al mismo tiempo, estamos creando un mundo para otra persona, el lector, que a veces puede habitarlo y nos da ese sentimiento de comunión, y pueden ser mundos muy buenos o no muy positivos. Se escribe para eso, para enriquecer la realidad.
La escritura me vino muy tarde. Empecé a leer a los 18-19 años un libro de Ortega y Gasset, ¿Qué es filosofía? Estudiaba música en ese entonces y no sabía qué iba a ser de mi vida, pero empecé a leer ese libro y no era tanto lo que decía, sino la manera en que lo decía lo que me atrapó. De ahí me fui a la universidad y acabé estudiando periodismo. Yo venía de una prepa donde me rozaba con todo tipo de gente de modo que mi mente siempre estuvo abierta para todo, pero cuando me pasé a la universidad fue un choque porque era una clase más limitada, gente de varo, y no me sentía identificado, entonces mi refugio fue la biblioteca: agarré un libro de Cortázar, los cuentos que publicó Alfaguara, y me hizo sentir algo en mí, algo que no sabía que podía provocar la literatura. Y eso fue el impulso de querer hacerlo sentir en alguien más, de ahí escribí un primer cuento en 2021.
Esa primera historia, llamada Mariel, resultó seleccionada tras una convocatoria de la editorial Tintanueva Ediciones en 2012. Posteriormente, su primera obra, el cúmulo de cuentos Narciso entre las sabanas, salió bajo el respaldo de Libros del Marqués, donde también se lanzó su siguiente libro, Las muertes posibles.
Leche de cucarachas, lo más reciente de Alexander, irrumpió este año para contar la historia de un joven bueno para la gambeta pero también para la maña, Avatar.
¿Existe Avatar o quién te inspiró para este personaje?
Claro, es un amigo mío, le dicen Avatar en los barrios bajos. El personaje está basado en su personalidad, pero en la novela realmente representa al mexicano canchero que está en las calles y te mete el codo en los tiros de esquina, que te calienta la cabeza en el juego y te recuerda a tu hermana, y que siempre está aspirando a algo más. Creo que todos compartimos esa idea, alcanzar el sueño que perseguimos, el 'ya merito', eso que siempre nos ha dado cosquillas.
¿Y cómo reaccionó al verse reflejado en el libro?
No se enteró mucho del proceso de la escritura, más bien cuando estaba por acabar el libro le dije 'Voy a escribir un libro y vas a salir', y lo tomó bien. Aunque durante la presentación del libro en la Ciudad de México, en la Pulquería Insurgentes, estaba él y lo empecé a describir como era, una persona que amas pero también te desespera, y cuando acabó la presentación ya no estaba ahí. Después hablé con él y me dijo que no se había enojado, pero lo tomó a mal al principio, aunque ya somos amigos de nuevo, nos mandamos memes.
¿Qué otras situaciones nutrieron a este antihéroe?
Diego Rodríguez Kalusha, jugador de Pumas, ya había debutado en primera división pero se unió al narcotráfico, y lo agarraron; ya había alcanzado el sueño pero le cerraron las puertas y su único escape fue ese. Y en las canchas de barrio ves que los morritos juegan chido, pero siempre están haciendo la misión: pueden conectar o marihuana. Entonces, fue representar algo que ya está pasando, que ves en la calle todo el tiempo, de ahí nació lo de que sea un antihéroe; no es gente que quiera hacer algo malo, simplemente luchan por salir adelante.
En el Mundial, México no pasa al quinto partido, pero el futbol no deja de encantarnos. ¿Por qué seguimos ahí?
Desde su fundación, México ha estado luchando con una situación muy inestable, entonces siempre hemos sido un país que anhela alcanzar ese progreso y el futbol es ese escape donde sentimos que quizá podemos ser buenos. El futbol mueve muchas pasiones porque de alguno modo se realiza como un tipo de transferencia psicológica de que en la selección vemos esa posibilidad de progreso y queremos verlo consolidado. Es el drama mexicano.
¿Quién es tu gran ídolo futbolero?
Yo soy de los 90 y amo a los Pumas, entonces Hugo Sánchez. También me gusta Ronaldinho porque crecí viéndolo, era increíble lo que hacía, me acuerdo de esos video de YouTube donde podía hacer dominadas de su coche a la cancha. ¡Y el Bicho!
¿Y en qué posición juegas?
De delantero, pero mis amigos van a decir que de nada. Me gusta jugar de extremo derecho, creo que soy bueno con la puntería, de niño un borracho me dijo que era bueno para atinarle a los postes. Nunca jugué en un equipo, peor siempre estuve rodeado de amigos futboleros y me ponían adelante para no echarles a perder lo que pasaba en medio... No creo que sea tan malo.
¿Ya trabajas en un nuevo libro?
Ya voy a escribir los últimos dos capítulos y todavía no tengo el título. Trabajo en un hospital, soy intérprete médico, trabajo con pacientes de Latinoamérica para que entiendan al doctor y viceversa, y en una de esas charlas un paciente me contó la historia de su hermana: la envenenó un chico que se quedó a vivir con ella de los 18 a los 25 años, la declararon muerta y las autoridades no hicieron nada. Me dieron toda la documentación y ahorita estoy enfocado en ese trabajo, me apasiona contar lo que sucedió porque habla mucho del sistema judicial de México.
hc