Tras ganar diez premios Ariel en la gala de 2017, La 4ta. Compañía llega a las salas como la película más premiada pero menos vista. De la mano de Amir Galván y Vanessa Arreola, narra la historia de Zambrano, un joven delincuente que aspira a integrarse al equipo de futbol americano Los Perros de Santa Martha, que tras bambalinas opera como un escuadrón de internos que gobierna el penal de Santa Martha Acatitla y a la par se dedica al robo de coches y a asaltos bancarios. Ambientada en el sexenio de López Portillo e inspirada en hechos reales, el filme no solo se rodó en la propia prisión; también involucró a los reos en su producción. El resultado es un thriller que plantea una profunda reflexión acerca de la vida carcelaria.
¿Por qué hacer una película sobre la vida carcelaria?
Mi mamá se dedicó al periodismo, fue colaboradora de Paco Huerta en su programa Inocente o culpable. Mi abuelo materno fue médico legista, trabajó en Lecumberri y en el penal de Santa Martha Acatitla. Es decir, crecí con este tipo de historias. En el CCC hice el documental Lo que quedó de Pancho, columna vertebral de La 4ta. Compañía. Después invité a Vanessa Arreola a colaborar y descubrimos que había material para una película.
¿Cómo involucraron a los presos para cooperar con ustedes?
Queríamos filmarla en la penitenciaría y encontrar una fórmula entre actores y no actores. Durante dos años fuimos a la cárcel tres o cuatro días por semana. Nos sumamos a sus actividades culturales. Dimos talleres de apreciación cinematográfica, cortometraje y roles de producción. Trabajamos con quienes estaban en una compañía actoral. Hicimos círculos de confianza y trabajamos en lo que llamamos “cine de inmersión”, que consiste en conocer al detalle el universo a contar. Al mismo tiempo de la investigación antropológica e histórica, concluimos que un thriller era lo más adecuado.
La historia del equipo de futbol americano Los Perros sirve para amarrar los hilos narrativos.
La historia deportiva de Los Perros está muy documentada. Menos clara era la historia de La 4ta. Compañía. En su libro Cárceles, Julio Scherer la menciona de manera aleatoria. Hasta ahora no se sabía que robaban coches, entraban y salían de prisión, asaltaban bancos. Compartían su botín con Arturo El Negro Durazo.
La película muestra uno de los primeros casos de autogobierno en una prisión. ¿Tenía como intención desarrollar una reflexión acerca de los cambios en el perfil delincuencial?
Sin duda. El sistema penitenciario está en crisis: es un sistema de rentas que genera una economía poderosa y beneficia a autoridades de todos los niveles. La 4ta. Compañía mantenía un autogobierno particular porque los presos compartían funciones operativas con la autoridad. Hoy la situación es diferente: los autogobiernos son controlados por el crimen organizado. Hace poco, El Colegio de México publicó una investigación cuya tesis es que Los Zetas controlaban el Penal de Piedras Negras.
¿Cómo construir una estética sobre la cárcel que no se regodee en lo sórdido?
La locación marcaba cierta estética, pero además quisimos algo más sofisticado y con una idea visual menos sórdida, a fin de generar una experiencia de placer visual. Al final es un thriller entretenido que busca reconciliar el cine de autor con el cine comercial.