La tarea de la traducción no siempre tiene la atención que se merece, por más que sin su existencia habría infinidad de lectores sin posibilidad de acercarse a la tradición literaria alejada de su lengua materna. Hace 40 años, por uno de estos días de noviembre, Selma Ancira se encontraba leyendo el libro Cartas del verano de 1926, una conversación epistolar entre Marina Tsvietáieva, Borís Pasternak y Rainer Maria Rilke, que cambió su vida.
“Leí esas cartas en un libro maravilloso que me dieron a escondidas en Moscú, porque no se podía hablar de Marina y Pasternak, eran autores no muy bien vistos. Y cuando descubrí lo que era, me enamoré. Soy una persona de mucha pasión y ya no podía seguir si no podía tratar de traducir ese libro al español”, dice en entrevista.
Su publicación, en Siglo XXI gracias a don Arnaldo Orfila, no se dio de manera inmediata —además con el apoyo en aquellos días de Sergio Pitol—, pero sí terminó por trazar una parte de su destino en el mundo de la literatura, a la que Ancira no se ha querido entregar de manera personal, sino más bien a través de la traducción.
“No estudié traducción, me hice traductora con la práctica. En un principio sientes que una cosa era lo más importante, luego te das cuenta que había que darle mayor importancia a otro aspecto de la traducción. Vas evolucionando hasta que, más o menos, entiendes qué significa traducir”, explica Selma, quien con sus traducciones más recientes se reflejan sus convicciones: Loxandra (Ediciones Acantilado) de la escritora griega Maria Iordanidu; y Aforismos (FCE), de León Tolstói.
Desde su perspectiva, los desafíos de la traducción varían con cada libro. Una novela necesita una cosa, uno de ensayos te pide una forma distinta; un libro te pide que hagas hincapié en una cosa, por lo cual le resulta complejo decir cuáles son los desafíos en general de la traducción.
“Te puedo decir a qué aspiro: que el lector en lengua española sienta lo mismo que el lector en la lengua original. Traduzco del ruso y del griego moderno y quiero que ustedes sientan lo mismo que el lector en ruso o en griego, que la sensación sea la misma”.
Selma Ancira recibió hace unos días el Premio Hispanoamericano de Traducción Literaria, otorgado por la Secretaría de Cultura de Tabasco y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco en el marco de la Feria Internacional de la Lectura y el Libro (FILELI) Tabasco 2019.
Las apuestas literarias
Ancira ha traducido a Pushkin, Dostoievski, Bunin, Bulgákov y a Pasternak, así como a Seferis, Ritsos o Kampanelis. Resultado de ello, en 2008 recibió la Medalla Pushkin, máximo galardón con el que Rusia condecora a los artistas extranjeros, además que un año después obtuvo el XII Premio de Traducción Ángel Crespo por su traducción de Viva voz de vida, de Marina Tsvietáieva.
“Hay textos que he vuelto a traducir entendiendo lo que esos textos necesitan. Cuando traduje los primeros cuentos de Marina privaba para mí el sentido de que la frase fuera directa, concreta; 30 años después, entiendo que no, que en esos relatos la prioridad la debía tener la música, entonces los he vuelto a traducir, enfocando más el sonido que el sentido. En el caso de Tolstói es lo mismo: no puedo traducir de la misma manera sus novelas que sus aforismos, porque son universos distintos.”
Y todo ello surge en Selma Ancira por un convencimiento, sobre todo como lectora: no le gustan los autores fáciles, ni siquiera sabe en realidad si existen, porque cada libro tiene sus dificultades; incluso, aquellos escritores que le han sido “más fáciles” en su traducción, prefiere dejar de incursionar en ese universo, “a mí me gusta lo difícil, me gusta vencer dificultades, me gusta el reto de que una cosa que parecía imposible, con mucho esfuerzo, con mucho tesón, la hagas posible”.
Medalla Pushkin
Por su labor en la traducción de algunos de los autores rusos emblemáticos, en 2008 recibió la Medalla Pushkin, máximo galardón con el que Rusia condecora a los artistas extranjeros.
Autores rusos
En 2010 recibió en la ciudad rusa de Elábuga el Premio de Literatura Marina Tsvietáieva por sus traducciones de la poeta, y en Koktebel, Ucrania, fue merecedora del Premio Literario Maximilián Voloshin.
Premio NacionalEn 2011 resultó galardonada con el Premio Nacional de Traducción por el conjunto de su obra y al año siguiente recibió el de Traducción Literaria Tomás Segovia.