Si la poesía de Andrés Cisnegro adquiriera un cuerpo, sería el de un pulpo “con piel craquelada, en cada poro una boca”, dice el autor de Fabla errante (Mano Falsa, 2022) en entrevista con MILENIO.
Cisnegro es una simplificación de Cisne Negro y alude a Cisneros, apellido del poeta. También es el nombre del proyecto editorial con el que Andrés descubre, pule y expone palabras de plumas incendiarias y agudas.
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“Una zona fuera del confort de la oferta y la demanda. Una bóveda de lecturas en el cruce de innumerables personajes y poéticas invisibilizadas por el mecanismo de ascenso planteado por el sistema de gobernabilidad nacional e internacional. Una investigación abierta para conocer a los malabaristas, esos que diseñan el espacio en el que gravitan. Un espacio para el trance y la trasmutación. Un pródromo de una nación de poetas y pueblos”, así define el creativo a su buque insignia.
Sobre la comunidad Cisnegro, el poeta, que ha sido traducido al náhuatl, francés, inglés, árabe y portugués, señala que está conformada por “lectores de alto riesgo que viven en el fuego cruzado de la lengua y el verso”. Filósofos, literatos, matemáticos, catedráticos, artistas plásticos y gestores son bienvenidos. “Seres que arden en su quimera, hacedores de realidades paralelas que apuestan por fines de bien común”, agrega.
¿Cómo fue tu primera experiencia poética?
Está la experiencia poética y también la consciencia de la experiencia poética. Existe una cámara en donde puede alterarse la secuencia o el orden del tiempo en una dimensión conventual. Me expondré así en tres tiempos. Uno, desde la lengua en conflicto de mi infancia: la lengua como órgano, zurcida a un hipotético frenillo. Aleta dorsal de un catafalco. Para mí la sensación de ver o presenciar algo se volcaba, ahora lo puedo decir, en un fenómeno extraño y natural, supongo, que consistía en que ‘las cosas’ o ‘fenómenos’ me hablaban, o mejor dicho, hablaban a través de mí y de mi boca, a borbotones, tratando de asir tal enredadera, se desprendían palabras ininteligibles, ruido, porque mi pensamiento-palabra se hallaba de-sincronizado de la realidad inmediata.
A los quince, declamando en el metro fue que descubrí la trascendencia de ese diamante que es tocar a otro el corazón y abrir un laberinto con el loco bisturí de Farabeuf. Una operación a pecho abierto es acontecer poéticamente.
Y la tercera, no fue hace mucho que en La Paz, Baja California, en el malecón frente al mar, las palabras que recién había lanzado en forma de canción se volvieron contra mi rostro despedazadas en gaviotas; el dulce viento puliéndome el cuero sobre cráneo. Es en este tercer momento fue cuando el silencio radiante de la belleza y su dulce estupor me permitieron sentir la soledad de los astros.
Escribir, ¿por qué y para quién?
La poesía no se impone, se expone. Hay en su desnudez una profundidad, que para llegar a ella son tantas las capas, los pliegos. Libelos de libelos. Memoria que en el campo del mercado se vuelve performativa, pero en el campo del lenguaje, se torna formativa: es el diseño de la ondulación y de la piedra. Al principio imaginas existe el secreto que guarda una página en blanco, como si fuera nuestro plano real. En esa casa de espejos, en los abrevaderos del río del logos y sus circunvoluciones. Porque es regularmente un asunto de vida y muerte, memoria y olvido. Recordar que el cardo no sólo es espina, sino esfera para cardar. Re (cardar), recordar. Porque algo pregunta y necesita no sólo expresarse, sino exponerse. Mostrar ese adentro intangible que es el flujo de la nada que nos contiene. Ser un bulbo que emana, ondula. Y lo que viaja en la onda es uno mismo.
Uno mismo es el mensaje: hacia quién, hacia dónde, hacia quien pueda leerlo, a quien le sea legible: eso es lo que le pregunta un lector al poema: tú, ¿para quién fuiste creado? ¿A quién le hablas? Quién soy yo que te ha podido ver. Es algo entrañable, la relación del lector-autor es muy íntima. Indudablemente es para quien puede verlo, o busca o intenta, y no deja de hacerlo. Poder ver desde la más honda onda. Reverberar. Somos ruido en el follaje y nuestras notas, grietas, trazos que por un instante sostienen el sentido de su propio fin. Quien puede leerme ha saltado al abismo.
Asumo que la poesía te ha dado mucho, ¿qué te ha quitado?
Varias corazas. El velo que tejen las estrellas. Artificios de desarme, capas sociales. La mitología de las clases. El convencionalismo, la cordura. La inocencia, que siempre es nueva. El confort, la complacencia. El miedo. Me quitó la vista para poder ver más allá del paisaje; ciego me ha dejado ya sin mi vieja pocilga.
¿Tienes alguna palabra favorita?
Escafandra es la primera que viene a mi mente, y que ha ido acompañándome desde hace ya varios ciclos creativos. Es una urna, un hábitat completo para entrar en otras sustancias. Sea el mar, el cielo. La tierra, el fuego.La escafandra es una zona autónoma, un diamante.
¿Qué valores consideras vitales para tu desarrollo creativo?
Cisnegro es la ejecución de una teoría autogestiva. Cada gestación requiere primeramente una concepción. Esta es la práctica de una po-ética que implica la notación de rutas y la creación de redes flexibles: redes autoconscientes que generan esquemas que no tiendan a sistematizarse. Es decir, disrupciones temporales. Es una zona autónoma. Más que una editorial, es un detonador y catalizador en nodos vinculantes, corredores culturales, una caravana nacional, una memoria bibliográfica y crítica, una relectura del siglo xx bajo la visión de sus vanguardias. Cisnegro, recordando a Marco Fonz, es una retaguardia, que dialoga con movimientos, corrientes y vanguardias de la poesía en Abya Yala (en plena madurez). Cisnegro es fogata para leer las cenizas del fénix.
Si la poesía es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?
Si la cúpula en su fondo es un ojo que abre el párpado y muta, click, y ya no es, entonces, donde yace la urna de lo inmutable, la constante interroga, la variable responde, danza eterna del ying yang (danzacaligrafiar) lo apolíneo y lo dionisiaco, lo divino y lo profano, la nada, el todo, el logos o el gran espíritu, el vector, la suma: quién eres, a dónde vas, ¿hay más? La poesía nace entre el llanto del recién nacido y la canción de cuna. Un susurro arrullando el canto. ¿Un neuma para orquestar la lluvia? ¿La magia de diseñar nubes?
Por último: tu epitafio.
Despertó.
Catálogo de Cisnegro
“Se dicen fácil 80 títulos, pero es la red de un importante número de poetas que tejen realidades simultáneas, y que, como bien dice la umbra de éste proyecto, ‘lectores de alto riesgo’, son lo que se aventuran a deletrear y releerse continuamente”, publicó Andrés al cierre de 2022 para celebrar el camino recorrido con su proyecto editorial. Para conocer el catálogo de Cisnegro basta acceder a su sitio web: https://andrescisnegrocoro.wixsite.com/my-site-1
HC