La necesidad de medir el tiempo se ha generado en todas las culturas del mundo a lo largo de la historia. La investigadora Sonia Iglesias y Cabrera asegura que se ha tratado de dar respuesta a factores económicos y sociales, pero sobre todo religiosos, quizá el aspecto que más ha guiado el calendario —en especial en las sociedades cristianas—, por la importancia de fijar una fecha para el nacimiento de Jesús.
En el libro Navidades mexicanas, publicado por la Dirección General de Culturas Populares e Indígenas (2001), recupera datos e investigaciones para ofrecer un acercamiento a esas celebraciones, entre ellas a la festividad de Año Nuevo, como el hecho de que fue en 1582 cuando Gregorio XIII emitió una bula papal que reformaba y corregía el calendario juliano.
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“Es interesante mencionar que no todos los países adoptaron simultáneamente este calendario: España, Portugal e Italia lo siguieron casi de inmediato, en el siglo XVI; Alemania en 1700; Inglaterra en 1752; Suecia en 1753; Rusia en 1918, y las demás comunidades de la religión ortodoxa griega hasta 1923”, según el historiador británico Kirsopp Lake.
Si bien a la llegada del Año Nuevo se le ha considerado como un rito de renovación, ya sea de la naturaleza, de los dioses o del ser humano, no siempre se ha visto como una fecha celebratoria, más allá de que a lo largo de la historia se hayan establecido ciertas tradiciones, algunas que se mantienen y otras desaparecieron.
“Sabemos que cuando en el siglo I a.C. los romanos invadieron a los celtas que habitaban Inglaterra, observaron que, en Año Nuevo, los druidas obsequiaban a la población ramas de muérdago para que gozaran de prosperidad, y adoptaron esa costumbre que con el tiempo se desvaneció", escribe Sonia Iglesias en el libro.
En el mismo texto, la antropóloga recuerda que el festejo en México se dio de manera discreta durante siglos, casi hasta finales del siglo XIX, cuando se notaron ciertos cambios en el Día de San Silvestre, “cuando los templos estaban pletóricos de gente que rezaba, acompañada de por los acordes de la música de órgano”.
“Todo el mundo se deseaba Feliz Año Nuevo y se intercambiaban flores y regalos que las familias pudientes enviaban con sus respectivos criados”, aunque en la actualidad la costumbre de regalar en esta fecha se ha perdido, hasta convertirse en una celebración más profana que religiosa, enfatiza Sonia Iglesias.
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