Para el bailaor Antonio Canales (Sevilla, 1961), México es un país importante en la práctica del flamenco. Ahora está aquí, en Ciudad de México, la que considera su segunda casa y en la que presentará hasta el 30 de abril, en el Juncal Tablao Flamenco, espacio dirigido por la también bailaora María Juncal y con quien compartirá escenario, su pasión por el arte y baile andaluz.
El artista recibió a MILENIO a tan solo unas horas de su primera presentación, lugar que describe como “una joya” por “el sonido, las luces, el ambiente, el espacio. Hay mucho amor y es muy limpio, sin marear, pero muy flamenco. Ha hecho un gran trabajo María; sabemos que desde hace un año abrió este empeño nuevo y que era muy importante de hacer y realizar, porque la Ciudad de México merece tener una de las joyas del flamenco”.
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Para Canales, los tablaos están teniendo un nuevo impulso, aunque recalca que en México siempre han existido. “Los tablaos van por etapas y también por ciclos. Aquí ha habido varios: hubo una explosión en los años 90, luego en el año 2000 con pequeñas salas, donde el tablao era una cosa muy pequeña, pero tanto aquí como en España se está volviendo a abrir. Está volviendo a tener la importancia que debe tener el tablao”.
En esta conversación, que surgió entre café, el bailaor habla sobre estas presentaciones, su niñez, sus visitas por México, donde, recuerda, casi “me pilla el terremoto aquí”, así como del arte flamenco.
¿Cómo descubres que querías bailar?
Recuerdo una anécdota en la que tenía unos 7 u 8 años y ya bailaba muy bien, y me decía mi abuela: ‘Cuando un día llegue tu padre y te vea…’. Ese día llegó, yo estaba de espaldas y cuando me volví (pone cara de susto) cogí dos servilletas de la cocina y le bailé con los trapos. Se quedó impresionado mi padre y dijo: ‘Anda, llevar al niño a que estudie bien baile’. Lo convencí con dos trapos. Después me llevaron a una escuelita y me enseñaron a zapatear mejor con las botas. Toda mi vida he bailado y no concibo la vida sin bailar.
¿Cuál es tu sentir cuando subes a un escenario?
Es muy difícil describirlo porque es según lo que estoy haciendo, según la etapa en la que estoy: si está pasando sufrimiento, si hay momentos bajos, porque el arte es pasar por muchos infiernos pero también muchas glorias. Yo he nacido para decir algo en el escenario, a tú corazón, al corazón de él, al del anciano, al mayor, al del niño.
¿Cuál es el mensaje del flamenco?
Es un mensaje ancestral, desde que las primeras tribus gritan, bailan y se aparean. El flamenco es una oración al infinito, que ocurre ya, muy primitiva, y luego se traduce a nuestra mezcla de culturas, de gente, de sentimientos, de folclor o de rituales: es muy ritualista. El vehículo del flamenco en el fondo es demostrar que el hombre necesita oraciones para elevarse al más allá.
¿Qué te exige el flamenco?
En primer lugar que esté dispuesto a entregar los mejores años de su vida, si quiere ser un bailarín y luego vivir de ello; y luego entregarse para siempre, a enamorarse, porque en fondo es un claustro, porque desde jovenzuelo no te permite hacer cosas que a otros muchachos sí, porque es como una esponja que nunca se sacia de estar chupando agua.
¿Ha valido la pena?
Ha valido la pena. El arte y el flamenco es como la mejor de las madres, pero sí tú la maltratas se puede convertir en la peor de las madrastras, así que uno decide cómo quiere que a uno lo trate.
El artista además de bailar en Juncal Tablao Flamenco, en el mismo espacio ofrecerá clases, donde escenificarán “algo muy puro y a corazón abierto”. Antonio Canales bailará solo y con María Juncal.
Rosalía, “un descubrimiento maravilloso”
“Me encanta que esté Rosalía, que yo quiero a mi niña. Ella quería ser primero bailaora, nos chateamos, nos hablamos y me parece un descubrimiento maravilloso. Es fantástico poner a bailar al mundo con “Malamente” o “Despechá”; yo me quedo y digo: eso también es echar perfume a lo nuestro, a nuestra tierra, al flamenco”.