POR TI
El arte es un oráculo involuntario, mensajero que antecede los hechos y los recrea con una metáfora, testimonio que describe lo irreversible. Hemos perdido a un poeta, lloramos a quien cantó, Oscar Chávez, autor y cantante, murió víctima de la inesperada aparición de un virus, y así, sin el aviso de un último poema se fue y nos heredó su voz. El pintor y dibujante, Antonio Chaurand, convocó un vaticinio al realizar este dibujo dos meses antes de la partida del Maestro Chávez. Es un autorretrato del pintor muerto dentro de un ataúd, con las dos monedas de plata que exige el barquero que transportará al destino sin retorno. El “Por ti yo dejé de pensar en el mar, por ti yo dejé de fijarme en el cielo” canta al amor que se ha perdido, a ese, que nos deja sin más armas que nuestro lamento, y así se fue Óscar, y nos dejó sin más armas que repetir sus canciones. En la conversación confiesa su asombro, “es tal el desamor de la canción, que dice: Por ti estoy muerto de amor, tan enfermo. Que pensé en ponerme a mí de muerto”. En un homenaje, el dibujante se retrata presintiendo al poeta muerto, “cuando vi la noticia del maestro en Internet, dije: y pensar que estábamos a punto de… porque la idea era hacer las grabaciones a principio de marzo, y ya no pudo estar el maestro”.
Nada sabemos de la vida, nada podemos con el futuro, ahora mismo que estamos pasando por esta dura prueba, que nuestra existencia se ha trastocado, se va un poeta. El joven maestro dibujante, se asoma sin saberlo al destino y recrea lo inevitable. El amor se va y no podemos detenerlo, así como la vida, y nos quedamos, “me ha dado por llorar, por ti, la ternura se niega conmigo, por ti la amargura me sigue y la sigo”, es la vida, es la cotidiana aventura de nuestra fragilidad, y nos dice Óscar, que “mis anhelos se vuelven contra mí”. Nos dejó sin una charla, nos quedamos sin escucharle, realizamos la entrevista y sentimos su ausencia, y Antonio se lamenta “ni siquiera hubo tiempo para el duelo, pero está bien porque, esto es un homenaje…”. El dibujo que iba a ser una interpretación de la canción, se convirtió en una ofrenda a ese poeta que se fue, y Antonio recuerda: “Siempre me pareció muy poética la idea de las monedas de plata en los ojos para pagar el barco que te va a transportar al mundo de los muertos, me parece tan increíble la idea que, me encantaría que cuando me muera me pongan unas monedas en los ojos. El simbolismo que representa es muy profundo, muy interesante”. El maestro Óscar Chávez se lleva sus monedas, el barquero lo conducirá a la inmortalidad del arte.