Antonio Ferlun y Flor Yvone Quezada en el El Arte de la Canción, con Avelina Lésper

Colección Milenio Arte

Hemos vivido pasiones, pero pocos tienen el privilegio de saber describirlas, de narrarlas. Flor Yvone Quezada compuso Belleza de cantina, y provocó emociones que llegaron hasta el dibujante Antonio Ferlun, que plasma en su obra la historia del dolor

Ciudad de México /

Belleza de cantina

Hemos vivido pasiones, pero pocos tienen el privilegio de saber describirlas, de narrarlas. Flor Yvone Quezada compuso Belleza de cantina, y provocó emociones que llegaron hasta el dibujante Antonio Ferlun, que plasma en su obra la historia del dolor que vivió su mejor amigo.


Cada canción narra una historia y la canción, a su vez, tiene su propia historia. Nos dice Flor Yvone: “Soy de extracto clásico, nunca había ido a un baile y no conocía el argot norteño. Me dicen en la compañía, para la que yo era exclusiva en ese momento, si sabía hacer canciones norteñas. Lo que hacían ellos era transformar mis boleros o mis baladas en bolero norteño. Me llevaron a un baile, en donde está el grupo Palomo con No me conoces aún. Estaba El Poder del Norte, con otra de mis canciones y de mi hermana, Arely Quezada. Entonces pedí una pluma y escribí Belleza de cantina. Ni siquiera lo pensé. Simplemente absorbí la energía que estaba en ese lugar con un ambiente que nunca había estado. Les pedí que nos fuéramos. Les dije: “es que se me va a olvidar, esto es diferente”. Nos fuimos; la grabamos; y se convirtió en un éxito”.

Antonio tiene una historia a partir de ese complejo dibujo, que describe esa doble personalidad, nos dice: “Siempre he considerado que la música es inspiradora. Al igual que la plástica, toma elementos de la realidad. Por ejemplo, cuando escuché Belleza de cantina y supe que una mujer la había compuesto, me sorprendió bastante, porque realmente te remite al pensamiento de los hombres. La escuché por primera vez con unos amigos, y unos de ellos estaba sufriendo por un desamor. Él cantaba a plenitud, vivía la canción, la sufría por la ruptura con esta mujer, y nosotros éramos meros espectadores de su tragedia. Traté de hacer una pequeña narración de la historia de mi amigo. Primero, dividiendo el plano en dos, haciendo referencia a las puertas de la cantina. Ella está entre la división de esa puerta, ella es una detrás y una delante de la puerta. Debajo está el personaje que es mi amigo, una pequeña marioneta controlada por la emoción y la pasión. Debajo hay dos pequeños simios, que somos mis amigos o los espectadores, contemplando lo que él sufría. Hay ahí un cúmulo de elementos simbólicos dentro del dibujo, que hablan de esa dualidad y de la trinidad. Me tardé en poder encontrar la esencia para llevarla gráficamente, que no fuera tan simple, que tuviera, así como la canción, ese ritmo y armonía, que te va metiendo en la historia y te la vas imaginando”.

Los artistas a veces recrean emociones tormentosas, nos dice Flor Yvone: “La labor del compositor es devolver estas sensaciones en palabras que se cantan. La melodía y la armonía enfatizan el peso de la palabra. Me encantó ver al títere en el dibujo de Antonio, porque realmente nos convertimos en un títere de las emociones. Todos hemos sido engañados y hemos engañado alguna vez. Todos somos buenos y somos muy malos. Tan malos que muchas veces no queremos reconocer hasta dónde llegan nuestros pensamientos”.


  • Avelina Lésper

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