Es común ver al escritor Antonio Ortuño (México, 1976) con su inseparable playera negra estampada con The Ramones o Sex Pistols, es un amante de la música y como un “rockstar de la literatura”, aunque él se ríe mientras se acomoda una gorra de The Warning, una rock band de mujeres.
“Caray, lo de rockstar, supongo que me honra (risas) al menos soy un rocker, ¡un ruquer! Crecí en una familia donde se escuchaba rock con mis hermanos mayores y eso formó y deformó mi cerebro tanto como la literatura o el cine. Y el rock siempre ha estado ahí”.
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Por esto no es raro que Ortuño escribiera una novela muy rockera: La armada invencible (Seix Barral). Trata sobre Barry Dávila, un cuarentón metalero en los años 80, “el pinche cara de chango” que quiere reunir a su antigua banda de heavy y thrash, ¿podrá hacerlo?
Su gran novela de rock
“De chavito era una suerte de frustración que no hubiera buenas novelas roqueras o fueran de otras épocas y que hablaban de una música que para mí era tan lejana que parecía otra. Desde luego que está el antecedente en México de José Agustín, que fue muy importante pero era otro tipo de rock, otro momento histórico, otro lenguaje, desde luego es un precedente, pero yo quería hacer una cosa distinta”.
El escritor comenta que tuvieron que pasar muchos años para poder escribir su gran novela de rock.
“Nunca pude resolverlo cuando era chavito, muchos de los que me rodeaban querían escribirla, pero nadie la hizo, no era una misión fácil. Pero ahora, ya cuarentón, comencé a trabajar la idea y me di cuenta de que podría hacerlo. Desde luego ya no es la novela de juventud sino una de la decadencia y caída de los rockeros”.
Antonio Ortuño ubicó las aventuras de La armada invencible en Guadalajara, lugar donde reside, por lo que algunos detalles forman parte de sus propios recuerdos.
“Nunca tuve una banda de rock, pero sí andaba en esos ambientes y tocadas, aunque, después comencé a trabajar de reportero y cada vez fue más difícil. Pero me divierte que mucha gente tome como autobiográfica La armada invisible porque yo no pude dedicarme a eso. De hecho, después de los 40 años es que tuve mi primera banda de rock con mis amigos y no estábamos tratando de revivir ninguna clase de gloria pasada”.
En la novela se incluye una anécdota real, cuando Ortuño llevó a la escuela un cassette de Deep Purple, pero no pudo escucharlo y se lo devolvieron en una bolsita porque era cosa “del diablo”.
“Me gusta que la gente tenga esa impresión de vitalidad del libro y que parezca que están ahí mis memorias cuando en la realidad es muy poquito lo que les presté a los personajes, como lo de Deep Purple. Creo mucho en lo que decía Rubén Fonseca sobre que cuando escribimos narrativa es sobre otras vidas posibles nuestras, no necesariamente sobre nuestra vida. No soy un gran creyente de la autoficción, prefiero otro tipo de literatura y creo que uno está en lo que escribe, pero de otra forma que no sean directamente saqueando tu pasado”, cuenta.
Playlist incluida
La novela se nutre del humor y de un lenguaje “vivo”, arrabalero, los personajes están rotos y en crisis pero siguen soñando.
“Las circunstancias les pegan de maneras distintas, pero los une esta candidez o ganas de suspender la incredulidad y de volver a intentarlo. Son personajes que están resistiendo lo inevitable, que es decaer y morir. No se rinden, los de La armada son metaleros y esto le da una dimensión más operística, dramática y también divertida a la historia. Y mucha gente me ha escrito para decirme que hay cosas que le resuenan de su propia vida y la sienten cercana”, declara.
La armada invencible tiene una playlist en Spotify con bandas como Megadeth, Black Sabbath, Judas Priest y Sepultura, un soundtrack metalero del libro porque cada capítulo tiene el nombre de una canción.
“Es una novela carnavalesca, soez y la historia de La armada es tapatía y universal con un lenguaje vivo, de la calle, porque todo el tiempo estamos mentando madres, maldiciendo y nuestro lenguaje coloquial está lleno de doble sentido y era importante que así se contara”.
El escritor reconoce no ser un gran metalero pero sí roquea y le gusta el punk y el rock guitarrero, el ruidoso.
“El metal siempre ha estado muy marginado en México, sufrió la prohibición real y persecución por las autoridades y el ultraconservadurismo, se pensaba que era satánico en los 70 y 80. El metal tiene ese asunto como de la marginalidad, pero también de la entrega y devoción casi religiosa y el tema me daba muchísimo juego para la novela porque ha resistido a todo”.
Antonio Ortuño asegura que siempre quiere hacer cosas nuevas, no repetirse en cada libro y “batear la pelota donde no están los jardineros”.
Le aterra pensar que pueda ser una influencia para las nuevas generaciones. “¡Espero que no!, porque si leo a alguien y noto que trata de escribir como yo me voy a aterrar. Creo que la literatura es una de las maneras ideales para singularizarse en el mundo y yo, pues sí, soy un maniaco absoluto”.
FRASE
“Es una novela que si eres metalero tiene sentido en muchos casos, pero si no lo eres también. Es como si lees una novela de piratas, detectives o monstruos, pues tampoco eres así, pero algo te va a decir, te asomas a otro mundo y la novela te puede llegar por otros lados”, Antonio Ortuño
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