Apolo Rivera, precursor del folclor experimental

Fusiona los cuadros de danza mexicana con las expresiones contemporáneas al abordar temáticas sociales como las desapariciones forzadas.

En el trabajo escénico de Apolo Rivera, la violencia social se manifiesta. (Lilia Ovalle)
Editorial Milenio
Torreón, Coahuila. /

Con una propuesta vanguardista que fusiona las danzas tradicionales mexicanas con la contemporánea al abordar temáticas sociales como las desapariciones forzadas, el bailarín y coreógrafo Apolo Rivera interviene los espacios públicos para presentar una propuesta que se impulsa en México.

“Tengo un proyecto de danza folclórica experimental. Yo empecé aquí en Torreón bailando danza folclórica cuando tenía catorce años, entonces yo bailaba el folclor convencional, de escena que todo mundo conoce, que es muy bello y hace sentir muy feliz a la gente cuando lo ve, pero entro a la carrera de danza en la Ciudad de México, en la Academia de la Danza Mexicana que pertenece a Bellas Artes y ahí mi idea sobre la danza se va transformando”.

Al conocer otro tipo de propuestas o disciplinas, Apolo Rivera reconoció otras formas de lenguaje dancístico, lo que lo impulsó a experimentar con el folclor porque como bailarín o artista su misión es tratar de buscar decir más con su instrumento, es decir, con el cuerpo en movimiento.

“Cuando las herramientas no son suficientes se tiene que buscar más y más y entonces surgió esta idea de comenzar con el folclor experimental. Yo lo comencé allá en México, hay muchas personas que ya lo están haciendo en diferentes partes del país pero yo lo empiezo en la ciudad de México con bailarines de diferentes disciplinas: de danza contemporánea, de danza acrobática y folclor, entonces empezamos a fusionar estas técnicas y pues hacemos un trabajo en el cual lo importante es dar un mensaje sobre un México que en la danza folclórica escénica no se muestra”.

En el trabajo escénico de Apolo Rivera, la violencia social se manifiesta. Así se abordan temáticas como los feminicidios, la explotación campesina y las desapariciones forzadas, abriendo la panorámica de un México amplio, más allá del folclor y sus tradiciones, que siendo un espectáculo familiar, invisibiliza los problemas.

“Es lo que sucede muchas veces en la danza folclórica, que Veracruz es un estado blanco, entonces nosotros rompemos un poquito con eso y lo que hacemos es visibilizar los problemas, tratamos de encontrar otro tipo de formas para expresar lo que es México y de ahí parte la idea del folclor experimental, llegó a la ciudad de Torreón y comienzo con el proyecto aquí”.

En honor a la verdad, el bailarín dijo que el proyecto en Torreón no ha tenido la misma potencia que en la Ciudad de México puesto que la población no está familiarizada con el discurso de la danza.

“Aquí es muy complicado ser artista al cien por ciento, siempre tienen que buscar otros empleos, otras actividades que puedan ayudarles a sostenerse, entonces por eso no se le da prioridad a la danza en Torreón, por lo que decidí continuar mi camino aquí como bailarín independiente y pues hago folclor experimental en las calles o en donde se me dé la oportunidad con la única intención de que conozcan el trabajo”.

Con residencia en Torreón, este bailarín sonríe y dice que volvió pensando ingenuamente en hacer tierra fértil en el desierto. 

Y aunque insiste en compartir como hebreo con sed en el desierto su filosofía a través de la danza, lo cierto es que las intermitencias lo llevan a la Ciudad de México para dar y tomar clases de actualización, y a Veracruz debido a que es bailarín en el espectáculo Jarocho.

Dijo que en este concepto de danza experimental lo que se pretende por encima de cualquier aspecto técnico es ser empáticos y sensibles ante el acontecer nacional, y ayudar a sensibilizar a la población.

“A México voy a dar clases a una academia de danza y pues me entreno también como bailarín. Aquí en Torreón no doy clases, soy parte de una compañía pero como parte de su elenco, y estoy como bailarín activo en un espectáculo que se llama Jarocho, de la ciudad de Xalapa, Veracruz y aquí sí hay una exigencia corporal del bailarín virtuoso, como una contraparte porque yo trabajo en calle y en el escenario. Jarocho convoca a los mejores bailarines zapateadores del país y se realiza a las funciones nacionales”.

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