A los 16 años – actualmente tiene 24 -, Ariel Serrano caminó por el lado salvaje de la vida debido a una depresión terrible. “Me sentía muy mal, no podía salir de ahí y dije '¿Qué hago?'”, recuerda en entrevista con MILENIO. Afortunadamente, en el proceso de responder dicha interrogante descubrió el canto, y se salvó.
“Cuando toco fondo o me siento mal la música llega para rescatarme, por eso la tomo como un bálsamo. De esos estados de ánimo complejos me agarro para crear”, explica la artista, que reivindica los ritmos folclóricos desde su realidad: ser mujer trans.
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Un día del que no esperaba nada le llegó un mensaje a Facebook de una bailarina, hasta ese entonces desconocida: "Armemos algo, tengo un amigo que tiene una mezcalería y podemos armar un show". Ariel, sin experiencia musical pero muy motivada, aceptó la propuesta y rápidamente formó un ensamble, "y a una semana de eso ya estaba ensayando para sacar un repertorio, para cantar por primera vez".
Tras el primer show, de inmediato llegaron otros escenarios: pronto estaba amenizando una velada por la diversidad sexual organizada por la UNAM o tocando en una Noche de Museos. "Ya no paré, he sido muy afortunada porque no he dejado de trabajar ni de presentarme", comenta la admiradora de Chavela Vargas y Lila Downs.
Precisamente Lila fue quien impactó en la esencia artística de Ariel, porque si bien antes escuchaba a poperas como Thalía, Paulina Rubio o Shakira, la icónica cantante oaxaqueña fungió como "la puerta" para encontrarse con la cultura zapoteca y mixteca, con ritmos istmeños, con colectivos artísticos e indígenas, y con otros talentos como Los Cojolites o Vivir Quintana.
"Mi voz es grave, oscura, tiene mucha potencia. Así me escuchó. Y cuando canto es como conectarme con ese universo de mi mente, pensar en las montañas de la carretera que entra a Oaxaca; quiero que mi voz ayude a las personas para que sientan", explica.
Por lo anterior, la cantante nacida en la Ciudad de México, pero con raíces oaxaqueñas, encuentra esperanza en la música. "Suena choteado pero ahí la hallo. Hay muchos problemas y trabas, pero tengo a la creación; cuando estoy sola y me viene la inspiración para componer, o cuando estoy en el estudio, eso me hace seguir. Vale la pena seguir apostando".
Y acentúa: "Siempre trato de poner mi realidad en la música".
La realidad de Ariel
— ¿Te sientes libre?
— Sí.
— ¿Desde qué momento?
— Desde que mis papás Rosalba y Ricardo me abrazaron después de la terapia que tuvimos, que me dijeron que me iban a aceptar y querer. Tenía como 14 años y fue liberador tener su respaldo porque definió todo, sin ellos quizá no estaría cantando.
Serrano se considera "afortunada" porque, en sus más de dos décadas de vida, "no me ha tocado transfobia o violencia física", aunque le ha pasado que recibe miradas de desprecio o le cambian su pronombre, situación que vivió en 2022 con una trabajadora del Museo Nacional de Culturas Populares.
"Las mujeres trans tenemos eso de caer en escenarios de trabajo sexual, que muchas veces no quieres pero tienes que hacerlo, o de suicidio o de adicciones. Yo soy pro todo, que la gente haga lo que quiera, pero muchas veces por situaciones de depresión es que llegas a un punto fatal", reflexiona.
Pero la artista ve el futuro con buenos ojos, sobre todo al pensar que vienen generaciones "más empáticas, que tienen otras ideas. Como crecemos con el internet y el celular casi casi al lado, creo que es homofóbico y transfóbico quien quiere, ya no es una cuestión de ignorancia".
"No conoces a una persona y te dejas guiar, pero convives y te das cuenta que son más iguales, que pueden tener gustos en común. Ahí se erradica cualquier odio".
Entonces, resalta lo que la influencer Wendy Guevara, primera mujer trans en ganar un reality show en México (La casa de los famosos, de Televisa) simboliza actualmente: "Yo no comparto mucho de su discurso, pero no vamos a negar que vino a visibilizar a las mujeres trans, y eso es preferible a estar en el olvido, tener el tema sobre la mesa".
Los que no se olvidan
Ariel, que siempre toca puertas para expandir el alcance de su arte, hace años acudió a Rico, bar ubicado en la Zona Rosa de la Ciudad de México que se promociona como LGBT, para pedir un espacio, pero fue rechazada: "Me dijeron que no era el target. que hiciera un show de drag queen o de otra cosa".
De ahí le nació la duda de "cómo llegar a esos públicos que escuchan otra música, que también me gusta".
La repuesta llegó este año con la canción Los que no se olvidan, donde apeló a la cadencia moderna incluyendo ritmos de reguetón y cumbia, "pero eso sí, un trombón oaxaqueño; el músico, Marco Uriel, es de Santa María Tlahuitoltepec".
"Quería entrarle a esos géneros, pero seguir conservando de alguna forma mi dignidad tradicional. Por lo tanto, aspiro a reinventarme; seguir con la raíz de la música mexicana añadiendo elementos como el autotune, utilizar todas las herramientas".
Los que no se olvidan, que hace un mes estrenó su video oficial en YouTube a cargo del realizador José Chirino Cuba, contó en su hechura con las ideas de Vivir Quintana y Manú Jalil. Partiendo de estas colaboraciones, Ariel también recomienda seguir proyectos como Luisa Almaguer, La Bruja de Texcoco y Bruja Prieta.
"Ya estoy pensando en lo que viene después, otro tema. La intención es ir sacando canciones; quizá no un disco o un EP, sino sencillos. Y tengo la inquietud de hacer algo con el corrido tumbado, pero siempre desde mi contexto y mi visión de morra trans", comparte sobre sus proyectos en 2024.
Y aunque pensar en el futuro le da un poco de miedo, se siente feliz con su presente: "Es como un sueño".
hc