Las clases de dibujo y pintura que se ofrecen a niños laguneros y migrantes, han abierto la panorámica de los menores al momento de acercarlos a nuevos usos, costumbres, lenguajes y paisajes en torno a la construcción plástica de los paisajes. Así lo expresaron Olivia González y Gabino Rajoy, quienes desarrollan un concepto de activismo artístico a través de su taller.
Entrevistados en la Casa del Cerro, Gabino Rajoy Wichimoba dijo que para este taller acudieron once niños que tienen residencia permanente en Torreón y otros que vienen a Torreón con sus familias desde la sierra de Chihuahua.
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“Estoy percibiendo que hay un choque cultural. Por ejemplo, de los que son de Torreón, veo que no conocen mucho de las montañas y están teniendo un poquito de dificultad porque no perciben cómo son, y entiendo por qué aquí el paisaje es otro, ellos conocen lo que ven ahorita, lo que son cerros sin árboles, sin vegetación, entonces, los niños ralámuris conocen el cómo son las montañas, los árboles, la vegetación”, explicó el artista chihuahuense.
Para adentrar a los menores en la magnificencia del paisaje, Gabino precisó que les contaron la leyenda del Ganoko, lo que permite ir formando criterios ambientales. El artista dijo que en la sierra esta leyenda es transmitida de generación en generación y es parte de la educación para los niños.
La leyenda cuenta que antes de que llegaran al mundo los rarámuris o ralámuris, Onorúame, el Dios del Sol, creó a los Ganoko, que eran gigantes que habitaban en lo profundo de la sierra Tarahumara. Los gigantes tomaban troncos y formaban con calma los surcos para los cultivos; en tanto, los tarahumaras se encargaban de cuidar la siembra para que la cosecha fuera buena.
Pero bastaba que se embriagaran los Ganoko para que cometieran atrocidades en contra del pueblo. Abusaban de sus mujeres y devoraban a los más pequeños que ya habían hecho confianza con ellos. Fue una etapa oscura para los bosques. Cansados de la situación que ponía en peligro a su comunidad, los rarámuris decidieron idear un plan para deshacerse de ellos.
Por su parte Olivia González Zamarrón precisó que se trata de un proyecto multifactorial que inició al trabajar en el desarrollo artístico de Gabino, lo que duró más de dos años y que derivó en un activismo cultural que permite la atención de niñas y niños indígenas migrantes y nativos laguneros de escasos recursos.
“Este activismo cultural y artístico que me empeñé en iniciar hace seis años con Gabino, está dando frutos ahora con los niños, con la idea de que a través de los niños se aborden la expresión de las raíces de la cultura mexicana con los niños de pueblos originarios, que en esta ocasión los participantes fueron rarámuris o ralámulis que es la palabra correcta, pero vamos a continuar con los niños de pueblos originarios que van a Casa Puente que son mayas, y que eventualmente creo que habrá algún huichol”.
DAED