En abril del 2014, la artista Jill Magid fue a Guadalajara para conseguir una fracción de las cenizas del destacado arquitecto Luis Barragán (Guadalajara, 1902-1988), y lo consiguió.
La artista convenció a los familiares de Barragán en una cena en el Museo de Arte de Zapopan. En 2015 removió de la urna del arquitecto 500 gramos de sus restos cremados para fabricar un diamante de 2.02 quilates que entregaría a Federica Zanco, directora de la Fundación Barragán en Suiza, para convencerla de repatriar los archivos de Barragán a México, algo que nunca sucedió.
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La exposición y la historia, digna de una novela de suspenso, escandalizó a un sector del país, incluso, se pidió que no se exhibiera, en 2017, el famoso anillo valuado en 30 mil euros en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM, algo que solo alimentó el morbo y consiguió más visitantes.
Cinco años después, Laura Ayala Castellanos, curadora y maestra en arte moderno y contemporáneo, recuperó la historia en el libro 525 gramos. Jill Magid: la transformación de Luis Barragán (Artes de México) donde analiza desde una mirada estética el fenómeno de una obra que cimbró al mundo del arte y a la sociedad.
¿Dónde quedó el famoso anillo?
Hasta donde yo entiendo se encuentra en el San Francisco Art Institute, quien financió el proyecto de Jill que costó miles de dólares. Y por supuesto que no, no se hizo el intercambio por el archivo de Barragán, fue un performance de Magid que evidentemente no iba a progresar. Ella construye una novela que te traslada de la realidad a la ficción y establece un juego con el espectador.
¿Cuál es el objetivo del libro?
Me dedico al arte, quería entender todo pero en otros términos y quería ir mucho más allá del escándalo para que se comente y discuta pero en otros territorios, como el de la estética, no caigo en la onda periodística, digamos que soy neutral y me centro en la obra de las artistas.
Luis Barragán y Jill Magid son los protagonistas
Escribo como dos seres de galaxias tan distintas como Barragán, un señor refinado, discreto y reservado en su vida, cuyo objetivo era lograr la belleza a través de su obra, que se encuentra con una artista de New York a la que no le importa que su vida privada se vea inmiscuida en su obra y es una provocadora. Es un choque brutal pero que en un momento en el tiempo se ven reunidas.
¿Cuál es la propuesta del ensayo?
Hice un ejercicio de contrastar el arte moderno de Barragán con Magid, una artista contemporánea. Digo todo lo que pasó, pero mi aportación está en comparar los recursos con los que el público se enfrenta a una obra de arte moderno y los recursos con los que se tiene que enfrentar al arte contemporáneo. Espero que la gente que lea el libro pueda entender y decodificar el arte contemporáneo y cómo hay que contemplar ver y disfrutar el arte moderno, son dos formas diferentes, aunque te las puedes encontrar en un mismo museo.
En 525 gramos. Jill Magid: la transformación de Luis Barragán se hace un recuento de lo que sucedió, la autora, coordinadora de exposiciones y educación del Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara, realiza una reflexión sobre la exposición, revisa la historia de Jill Magid, aborda los acervos público y privado del legado de Barragán, y en la última parte analiza los recursos de que se valen el arte moderno y el contemporáneo.
¿Qué es lo que más te impresionó de la historia?
La habilidad de gestión de Jill Magid. Por las entrevistas que hice, muchas personas no se la creían, se les hacía chistoso: ‘va a convertir al tío en un anillo de compromiso’, creo que se lo tomaban a la ligera, pero ella no, y tomó todas las precauciones, contratos legales y tiene los asesores para enfrentar cualquier tema.
Jill Magid nos sorprendió a todos.
Platiqué con ella, me contestó algunas preguntas y escribo sobre su trayectoria y cuerpo de obra para entenderla. La idea del diamante no surgió con Barragán, ella tiene varias piezas que involucran diamantes. Incluso, Jill ya tiene un contrato para que cuando muera sus cenizas se transformen en un diamante. De hecho, me dio acceso a sus fotografías, me las prestó y pude usarlas sin pagar nada.
Para bien o mal, la historia le dio la vuelta al mundo
Lo que trato es dar elementos, herramientas para ver la obra de Jill Magid con otros ojos y después el lector decida: ¿es arte? o ¿fue un sacrilegio?, es abrir la discusión pero no quiero que se de un carpetazo y se cierre como algo triste y vergonzoso, no, en Guadalajara y México pasaron una serie de situaciones que marcaron de cierta forma el arte contemporáneo.
Pasado todo el escándalo ¿qué opinas de las críticas?
Hubo tantas voces que pagaron desplegados, enviaron cartas, publicaron textos –algunos más furiosos que otros– condenando el hecho de que Jill tocará a Barragán y ahora ¡no dicen nada! Cuando no se mantienen casas, se derriban construcciones o se alteran, y eso sí es un escándalo mayor. El legado de Barragán que tenemos es el construido, el físico, tangible; en muchos casos lo estamos dejando caer. Eso es grave. En Guadalajara, por lo menos, no está sucediendo en tantos casos; sería importante poner el tema de la protección de Barragán en la agenda municipal, estatal y nacional.
Y además
Rolf FehlbaumEn 1995, el archivo profesional de Barragán, incluyendo los derechos de su nombre y obra; así como todas las fotografías tomadas de la misma, fue comprado por Rolf Fehlbaum, presidente de la empresa de muebles suiza Vitra.
La autora
Laura Ayala Castellanos es curadora y maestra en arte moderno y contemporáneo. Ella asegura que más escándalo debería de causar el deterioro del legado del arquitecto: su obra.
DAG