Arte popular: El mundo de juguete de Silvia Molina

Cerca de 400 objetos son expuestos en la Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana.

Es fruto de sus viajes por todo el país, pero también de su interés por la cultura mexicana.
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

La escritora se nutre con una curiosidad que vive en cada uno de sus relatos, sin importar a qué sector de la población está dirigido, porque el público infantil forma parte de sus preocupaciones principales. A ello habría que sumar un espíritu y una mirada cómplice que le ha permitido a Silvia Molina conducir sus intereses por otros caminos, entre ellos uno mucho más lúdico.

Mi pequeño mundo. Juguetes mexicanos. Colección Silvia Molina es el título de la exposición que alberga la Galería 526, del Seminario de Cultura Mexicana: reflejo de su amor por las letras, es fruto de sus viajes por todo el país, pero también de su interés por la cultura mexicana, porque en las cerca de 400 piezas están representadas las más diversas técnicas artesanales.

“La verdad es que es una colección que yo misma me sorprendo de haberla hecho, porque nunca la hice a propósito. Compré juguetes para mis hijas, porque con muchos de ellos jugué en mi infancia y ahora ya no se usan: los encuentras en los mercados, pero no en todos”, explica la escritora acerca de su esfuerzo por crear una colección que ya ni en su casa tiene cabida.

En la exposición se encuentra, sobre todo, juguetes tradicionales, como matracas, trompos, baleros, caballitos de madera, pirinolas, títeres, muñecas de trapo y yoyos, en lo que termina por convertirse en un legado cultural e histórico, surgido del mestizaje de las tradiciones prehispánicas y europeas.

“Cada vez que salgo me preocupo por ir a los mercados, a los tianguis de los pueblos, y compré más juguetes para enseñárselos a mis nietos, y me hice de una colección casi sin querer, aunque compraba juguetes especiales, hechos por artesanos que realmente saben y quieren lo que crean”.

Conocer al país

Una colección en la que se puede apreciar el colorido de la cultura mexicana, que está en todo, “incluso en los juguetes del desierto hay cosas maravillosas”, con lo que aprendes de asuntos etnológicos, de los vestuarios usados en ciertas épocas, de cómo juegan en los estados ahora, aunque también cómo jugaban antes, “de qué materiales estaban hechos los juguetes, de qué parte de la república provienen”.

“Por lo demás, es que es muy divertido y solo de verlos ya se alegra el corazón: son juguetes que no solo les encantan a los niños y niñas, sino también a los adultos. De pronto no sabes quién está más contento con la exposición, si las mamás o los niños, porque incluso colocamos una mesa para que los pequeños jugaran”.

En Mi pequeño mundo. Juguetes mexicanos. Colección Silvia Molina están expuestas alrededor de 400 piezas, pero la escritora tiene guardados un número igual, que no están exhibidas, porque en un momento se dio cuenta que como colección ya estaba tomando forma y había juguetes que necesitaba resguardar, porque en muchos lugares ya no se encuentran ese tipo de objetos.

“A través de las muñecas resulta muy interesante ver los vestuarios, los tejidos, los bordados, los tocados, la joyería de la región; hay toritos de las fiestas de las comunidades y están reproducidas en miniatura, y te das cuenta del cariño con el que están hechos, son juguetes que tienen su ingeniería, muy ingeniosos y de todo tipo de materiales: de carrizo, de lámina, de madera, incluso muñecas de trapo”.

Entre los colores destacados por Silvia Molina no solo está la parte lúdica, sino incluso su valor estético y hasta religioso, porque se ofrece un panorama del papel que han desempeñado los juguetes populares en festividades, algunas surgidas desde la época colonial.

La exposición se encuentra en la Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana (Presidente Masaryk 526, en Polanco), donde permanecerá abierta al público todo el mes de abril como una manera de celebrar el Día del Niño.

Paisaje nacional

El esfuerzo de Silvia Molina no estaba dirigido a construir una colección de juguete popular mexicano, pero terminó por serlo, incluso con cierta característica nacional, si bien la escritora reconoce que no se logró, porque hay estados que no estén representados, ya sea porque no los conoció a fondo o porque no ha ido a esos lugares, aunque sí está representada como región.

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