El doctor en Historia de la Cultura, Alberto Argüello Grunstein, la tarde del jueves ofreció gratuitamente la conferencia “Tamayo / Siqueiros (1947-1957). Debate sobre el arte posrevolucionario”, en la Galería de Arte Contemporáneo del teatro Isauro Martínez, en el marco de la celebración del Centenario del Muralismo Mexicano.
"En la década de 1947 a 1957 se da un parteaguas porque cambiaría el rumbo del arte en México, Siqueiros representa el arte consagrado y Tamayo representa el artista emergente", detalló el también maestro en Artes Visuales ante una magnífica asistencia.
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A través de la proyección de imágenes en diapositiva, Argüello empezó la conferencia, siendo el motivo la inserción de Tamayo sobre el surgimiento de nuevas visiones dentro del arte mexicano en contra punto del arte que ya se había vuelto oficial.
"En 1947 no había televisión, sólo prensa y cine, y la discusión de las artes era candente en los medios de difusión y a estos dos artistas mexicanos del siglo XX, los analizaremos como ejemplo de posturas, enfrentada en el campo artístico, con esto pretendemos mostrar la importancia de los posicionamientos y elecciones que cada artista asuma en él", explicó.
De Siqueiros detalló ser un artista político, militar, carrancista, escritor y muralista (pintor de caballete), mientras que de Tamayo, dijo era un artista ajeno a partidos políticos, hizo carrera en instituciones de enseñanza artística del gobierno, muralista (grabador).
Por un arte revolucionario independiente (1938), la oposición común de los tres al nazismo y al estalinismo, da lugar a este manifiesto que reivindica la libertad total en el arte. Ahí se plantea que el arte sólo podía ser revolucionario si era radicalmente independiente.
"De manera que Siqueiros quedaba del lado de la burocracia totalitaria estalinista y Rivera del lado de la libertad del arte, aquí también Tamayo. La paradoja de los muralistas: alejarse del gobierno hubiera significado perder los muros, sólo los tres grandes mantuvieron su autonomía".
Como en México no permeó el realismo socialista, los muralistas tuvieron un buen margen de maniobra, "incluso para criticar al gobierno mecenas en sus propios recintos consagratorios. Por otro lado, como el arte abstracto puro, tampoco fue adoptado en México, al menos en esa década, los pintores al margen de la escuela mexicana de pintura, pudieron construir paulatinamente una que otra plástica mexicana, antes de que Estados Unidos se apopiara del arte abstracto puro, como arma de la guerra fría".
En 1947, dijo Argüello que Tamayo expresó, "la pintura mexicana desde hace mucho se encuentra en un lamentable estado de decadencia", mientras que Siqueiros dijo, "sí hay una crisis, esa crisis radica en el abandono de las doctrinas y prácticas que dieron vida a nuestro movimiento poderoso y revolucionario".
Relató el también licenciado en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y sociales, que Tamayo inició la discusión en 1947 expresando lo siguiente, "tenemos por ejemplo la obra de los llamados "Tres grandes"; Diego Rivera desde Chapingo en adelante, no ha hecho nada que valga, Orozco después de lo que hizo hace algunos años, ha decaído extraordinariamente, en cuanto a Siqueiros, ha hecho siempre lo mismo".
A lo que Siqueiros le respondió, "la crisis en la pintura mexicana moderna, radica en la contaminación de jugarretas "artepuristas" y del peor academicismo próximo pasado, para salir de esa crisis, en mi diagnóstico hay una receta: el apego a la formalidad misma de nuestro movimiento".
Fue así como Argüello Grunstein continuó la conferencia con más relatos sobre ambos muralistas, siendo otros interesantes temas como cuestiones del oficio, lo mexicano y lo universal, integración plástica, ciudad universitaria, apoyo estatal, función social del arte, humanismo/deshumanización, conformismo o rebeldía, arte para el pueblo, Tamayo ¿el cuarto grande?, el arte mexicano del futuro y paradojas y coincidencias, los que compartió entre los asistentes.
cale