Jean-Luc Godard, el único sobreviviente de la Nouvelle Vague, cumple hoy 90 años. Y la Cineteca Nacional rinde un homenaje a uno de los artistas más innovadores en el cine al incluir uno de sus filmes clásicos como parte de la 68 Muestra Internacional de Cine, y también a su musa, Anna Karina, su exesposa y actriz de varias de sus obras maestras, quien falleció el 14 de diciembre de 2019.
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Como ya es una tradición, la Cineteca Nacional programa en la muestra una película clásica restaurada y en esta ocasión presenta Vivre sa vie. Film en 12 tableaux (Vivir su vida, película en 12 cuadros, 1962), el tercer filme de Godard protagonizado por Anna Karina, a quien retrata literalmente en una serie de viñetas, al estilo de una novela gráfica, con varios hermosos close ups que ahora se antojan homenaje anticipado y perpetuo a la danesa, con quien estuvo casado de 1961 a 1967.
La historia, quizás la más conmovedora de la extensa filmografía de l’enfant terrible del cine francés, está inspirada en el estudio Oú en est la prostitución, del magistrado en las cortes de Marsella y París, Marcel Sacotte, autoridad sobre la |prostitución y el proxenetismo en Francia cuyas obras aún se editan.
Vivre sa vie. Film en 12 tableaux ganó el Premio Especial del Jurado y el Premio Passineti en el Festival de Venecia con la trágica historia de Nana Kleinfrankenheim, joven actriz parisina de 22 años, a quien las presiones económicas y sus relaciones de abuso con hombres empujan a prostituirse en las calles para posteriormente entregarse a un padrote, que termina vendiéndola a rivales que la asesinan.
RETRATO ICÓNICO FEMENINO
El filme es un constante interrogatorio de su protagonista al sentido de las palabras, a su precisión, a su valor como vehículo de comunicación o para distorsionar ésta, como se sublima en la larga secuencia del diálogo de café entre una improvisada intelectual Anna Karina con un comensal filósofo, casi para terminar la cinta, cuya restauración nos permite apreciar la majestuosa fotografía de Raoul Coutard.
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Sin caer jamás en el melodrama en el que con frecuencia derivan filmes y literatura que abordan el tema de las prostitutas, Godard plantea otro de sus retratos icónicos femeninos con una filosófica y enternecedora Anna Karina, paradójicamente emparentada en sus ansias de libertad con femmes fatales como la Patricia Franchini (Jean Seberg) de otro de sus clásicos fundacionales À bout de souffle (1960).
No por nada rinde homenaje a uno de sus maestros, el danés Carl Theodor Dreyer, en una larga secuencia en la que Nana se encuentra en una sala de cine mirando con lágrimas La Passion de Jeanne d’Arc (1928), en un juego de espejos premonitorio sobre la suerte y destino de la joven parisina con la Doncella de Orléans, a quien el monje protagonizado por Antonin Artaud revela que irá a la hoguera. Close ups intercalados entre Anna Karina y María Falconetti, entre realidad y cine, entre el goce del espectáculo cinematográfico y la pasión de heroína recién reivindicada como icono guerrero y místico.
CLAVES
COLABORADORES
De 1960 a 1967, el director filmó seis películas con Anna Karina; Vivre sa vie fue la tercera.
CUATRO SEMANAS
Godard rodó esta película durante cuatro semanas, filmada en escenarios naturales y en tomas largas.
EN BLOQUES
“El film está constituido por una serie de bloques. Basta con tomar las piedras y ponerlas una al lado de otra”, dijo el director.