Cuando Adriana Meza González comienza a explicar el sentido de las piezas la mirada se le enciende. La arqueóloga que labora para el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a través del Museo Regional de La Laguna (MUREL), comentó que en el desmontaje de la exposición 'Pirámides, Montañas Sagradas', la tensión mantiene siempre alertas a los participantes.
La experiencia de visualizar este trabajo es novedosa pues algunos museos pueden permitir la presencia de reporteros en el montaje pero no así en el desmontaje. Menos aún cuando se trata obra que no se puede etiquetar como cara o valiosa pues por donde se le quiera observar, ya sea estética, arqueológica, histórica, artística, mística, arquitectónica o arqueológicamente, es considerada invaluable. MILENIO y Multimedios fueron los únicos medios a los que se le permitió el acceso.
Con 161 piezas, el 17 de enero de 2020 la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto y el director del INAH, Diego Prieto, inauguraron la exposición en Torreón junto a autoridades estatales y municipales. 'Pirámides, Montañas Sagradas', se presentó antes en un formato más pequeño en el Museo Regional de Antropología en Yucatán Palacio Cantón.
José Francisco Aguilar Moreno, delegado del INAH en Coahuila, recordó que con el corte de listón se abrieron de nueva cuenta las puertas del MUREL tras ser sometido a una remodelación de sus salas permanentes, que hoy cuentan con un guión museográfico enriquecido. Sin embargo la pandemia impidió por algún tiempo el disfrute tanto de las nuevas instalaciones como de la exposición.
Con las cajas selladas y firmadas por el comisario y el encargado de la Coordinación Nacional de Museos, Aguilar Moreno inició el recorrido junto a Adriana Meza, recordando que la curadora fue la investigadora Ana Beltrán.
“Estas piezas embaladas y listas para enviarse fueron primero dictaminadas por una restauradora de Patrimonio Cultural. Se trata de cajas de un material especial, están tratadas. Quien traslada es una empresa que contrata el INAH, encargada de mover colecciones”, dijo Aguilar Moreno quien confirmó que el cargamento tiene un seguimiento georeferencial y es custodiado por la Guardia Nacional.
Con piezas de Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Quintana Roo, el Estado de México y Yucatán, antes de abrir una vitrina lo primero que hacen los expertos es realizar una inspección visual. Para abrirla, apuntó el delegado del INAH, por fuerza debe estar presente el comisario o el restaurador y un representante del museo.
“Allá están dictaminando las piezas en la mesa. Es a lupa para revisar que no existan daños, que de existir, se notifica en bitácora porque todas las piezas traen una fotografía cuadriculada. En caso de existir un daño se marca el sitio y se genera un acta, aunque sea el Instituto el que lo tendría qué restaurar en base al seguro que tenemos”.
Al retirar la exposición, la lógica estableció que las piezas de gran formato serían las últimas en desmontarse, aunque el trabajo cobró una gran agilidad gracias a la coordinación entre el personal de la Coordinación Nacional de Museos y del MUREL, que usaron grúas y materiales especiales para asegurar las piezas bajo la supervisión de Jesús Álvarez Romero, de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones.
Percepción de la exposición
Para Adriana Meza González, la percepción ciudadana sobre la exposición resultó significativa y el que pudiera permanecer por más tiempo en el recinto permitió que aún y con el confinamiento por la pandemia, acudiera un mayor número de visitantes al MUREL.
“La exposición sólo iba a estar un par de meses y tuvimos la fortuna de que se quedara más tiempo. Algo que me gustaría comentarte es que hay muchos objetos que por sus materiales necesitaban un poquito más de protección. Teníamos maderas que por la nula humedad que hay en la región, pues sí se hacía un poquito difícil su estancia por su conservación, entonces durante la pandemia tuvimos que implementar varias estrategias para que la humedad y temperatura en la sala fuera la adecuada”.
La arqueóloga refirió que se atendió a un promedio de mil 200 personas entre visitas escolares, familias y estudiantes universitarios, siendo atendidos en el área de comunicación educativa donde se desarrollaron al menos 5 actividades para los visitantes. Pero incluso, y debido al guión museográfico, muchos artistas locales acudieron para poder observar los lienzos de Francisco Toledo, Vicente Rojo y Jorge González Camarena.
“En el año 2020 tuvimos un curso de verano virtual en donde se aplicaron algunas actividades que tenían que ver con la sala de Pirámides. El año pasado nuestro curso de verano sí fue ex profeso de la exposición. También tuvimos eventos académicos, un ciclo de conferencias y la presencia virtual de investigadores muy importantes como Peter Jiménez, investigador del Centro INAH en Zacatecas o José Luis Punzo que es un arqueólogo fructífero que nos habló de Las Yácatas, que son unas pirámides que están en Michoacán”.
A la lista se sumó la participación de Arturo Montero, arqueólogo y arquitecto quien elaboró el diseño para explicar cómo se construye una pirámide. En suma, la exposición se puede analizar desde distintas perspectivas lo que la cataloga como única, excepcional.
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