Erick Meyenberg. Reflexiones sobre la migración y la identidad

Revista M

El artista presenta la instalación Nos marchábamos, regresábamos siempre, representando a México en la Bienal de Venecia 2024.

Erick Meyenberg.
Sarah Gore Reeves y Betsy de la Vega Tay
Ciudad de México /

¿Qué constituye ser extranjero? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que alguien deje de serlo? ¿Meses?, ¿años?, ¿generaciones? Estas son las interrogantes que inspiraron al artista Erick Meyenberg y a la curadora Tania Ragasol para concebir la instalación que representa a México en la Bienal de Arte de Venecia 2024.

Nos marchábamos, regresábamos siempre es el nombre de la obra fue seleccionada a través de una convocatoria pública iniciada por el Ministerio de Cultura y el Inbal bajo la temática general “Extranjeros en todas partes”.


La instalación —una mesa puesta con 80 esculturas de cerámica, rodeada de paredes proyectando a una familia cenando— reflexiona sobre temas de migración, la búsqueda de pertenencia y la condición humana perenne de buscar raíces en un mundo transitorio. A través de la combinación de elementos visuales, sonoros y esculturales, Meyenberg teje una narrativa inmersiva que captura la esencia de la migración: el constante ir y venir, el arraigo en la memoria y la construcción de hogares efímeros en tierras lejanas.

Nacido en Ciudad de México, Erick Meyenberg se destaca como un artista multidisciplinario con raíces alemanas y libanesas que han influido profundamente su obra. Con una amplia variedad de piezas en su repertorio, el artista invita a los espectadores a interactuar con su obra para explorar experiencias inmersivas que se adentran en temas contemporáneos como el género, la identidad y la historia. En conversación con M Revista de MILENIO, Meyenberg comparte sus reflexiones sobre el proceso creativo detrás de su obra y la inspiración que impulsa su exploración artística.

¿Qué te inspiró a crear esta pieza y cómo se conecta el título con el tema de la migración?

La inspiración viene de la observación continua de patrones migratorios y sus repercusiones psicológicas y culturales en individuos y comunidades. El título refleja el ciclo perpetuo de partida y retorno que caracteriza esta experiencia. No solo es físico, también es emocional, implicando una reconstrucción constante de la identidad a medida que los individuos negocian su sentido de pertenencia en diferentes contextos. La instalación busca explorar estas dinámicas, enfatizando la transitoriedad y la permanencia en las vidas de quienes migran.

Nos marchábamos, regresábamos siempre de Erick Meyenberg


¿Qué relevancia tiene la instalación en el contexto global contemporáneo?


Actualmente, los movimientos de población son frecuentes, y a menudo masivos, debido a conflictos, crisis económicas y cambios ambientales. Esta obra nos invita a reflexionar sobre la universalidad del traslado de personas y la relevancia de reconsiderar las políticas y actitudes hacia quienes migran. La migración se aborda como una condición común que podría fomentar la solidaridad, por encima de la segregación.

¿Cómo es el proceso creativo y técnico detrás de la mesa central y las interacciones que se proyectan en las pantallas?

El proceso involucró una colaboración interdisciplinaria entre artistas visuales, técnicos y diseñadores. La mesa se concibió como un símbolo de reunión, diálogo, memoria y conflicto, elementos inherentes a cualquier proceso migratorio. Las proyecciones en las pantallas representan interacciones humanas que podrían ocurrir en cualquier contexto cultural. Este enfoque busca crear un espacio en el que los espectadores proyecten sus propias narrativas y reflexionen sobre las dinámicas de inclusión o la falta de esta.


¿Cómo esperas que el público interactúe con tu obra?

Que los espectadores se involucren activamente con la instalación, no solo como observadores pasivos sino como participantes que aportan sus propias experiencias y perspectivas. Espero que la obra inspire un diálogo sobre las complejidades de la migración, la identidad y la pertenencia, animando a los visitantes a reflexionar sobre sus propias posiciones dentro de estos temas. La obra está diseñada para facilitar este tipo de interacción, permitiendo que quienes la visitan se vean reflejados en las experiencias proyectadas y tomen consciencia sobre sus propios movimientos y los de otros en el espacio global.

¿Cuáles fueron los desafíos más significativos que enfrentaste al realizarla?

Fue difícil integrar efectivamente múltiples disciplinas artísticas para crear una narrativa cohesiva que comunicara eficazmente los temas de la obra. Logramos resolverlo mediante un enfoque colaborativo, donde cada contribución de los distintos artistas y técnicos se discutía y refinaba en un proceso iterativo. Este enfoque permitió que cada elemento de la instalación se alineara con el tema central, manteniendo la integridad conceptual mientras se exploraban nuevas técnicas y métodos de expresión.

¿Cuál crees que es el papel del arte en la discusión global sobre migración y cómo contribuye tu obra a la conversación?

El arte juega un papel crucial al ofrecer nuevas perspectivas y fomentar la empatía y el entendimiento entre culturas. Nos marchábamos, regresábamos siempre busca contribuir a esta conversación al enfatizar la humanidad compartida entre quienes migran, desafiando las narrativas predominantes que a menudo deshumanizan. Al hacer visible la experiencia emocional y cultural de migrar, la obra invita a una reconsideración de las políticas y actitudes hacia quienes dejan sus lugares de origen con esperanza de una mejor vida, resaltando la necesidad de un enfoque más compasivo y empático hacia este fenómeno.



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