Jan van Eyck revolucionó la pintura de su época: creó el efecto de veladura para jugar con la luz, devolvió a la naturaleza su lugar en las escenas religiosas y modernizó el retrato. Ahora una exposición excepcional le rinde homenaje en Gante.
Van Eyck, una revolución óptica es la exposición más grande consagrada al maestro flamenco del siglo XV con una veintena de obras procedentes de Europa y de Estados Unidos.
El Museo de Bellas Artes (MSK) de Gante (norte de Bélgica) busca poner de relieve la inventiva y el virtuosismo de este artista que influyó en los paisajes de El Bosco y de Brueghel.
La muestra expone también obras de varios de sus contemporáneos italianos como Masaccio y Fra Angélico para ilustrar dos visiones de la pintura religiosa de la época, idealizada en Florencia y más realista en Flandes.
Mientras los italianos utilizan la técnica de la témpera, Van Eyck perfeccionará el óleo añadiendo componentes químicos para reducir el tiempo de secado y permitir la superposición de capas, permitiendo una mayor intensidad del color.
"Inventó la veladura, lo que dio a su pintura efectos de luz y una textura más profunda", explica Frederica Van Dam, una de las comisarias de las exposición.
Artista en la corte de Felipe el Bueno, duque de Borgoña, Van Eyck es también un erudito que conoce las ciencias, como la geometría y la óptica, lo que le permitió comprender el sistema de la luz, cuyos efectos son omnipresentes en su obra.
"En esta época, la óptica estaba sobre todo vinculada a la religión, ya que permitía ver más allá, ver a Dios en el cielo", explica Van Dam. En una carta de 1435, Felipe el Bueno confesará su admiración por un hombre "tan excelente en su arte y ciencias".
En el panel de la Anunciación, que pertenece a la obra maestra de La adoración del Cordero Místico realizada junto a su hermano Hubert, Van Eyck pinta de manera diferente la luz natural y la luz divina que penetra en la escena por lugares diferentes.
Un siglo después, el rey Felipe II de España admirará esta obra, conocida también como el Políptico de Gante, y estará incluso interesado en adquirirla, señala Van Dam.
Los visitantes de la exposición podrán admirar de cerca varios paneles del retablo, entre ellos la parte restaurada que se encuentra actualmente en la catedral de San Bavón en Gante.
Director de escena
Van Eyck será también el primer pintor en interesarse en los elementos de la naturaleza —nieve, nubes, rocas, luna, tela de araña, entre otros—
que reproduce con un estilo realista.
El panel central del Cordero Místico contiene al menos 70 variedades de flores y de plantas. "Van Eyck presta mucha atención a sus pinturas de las que era un director de escena", asegura Frederica Van Dam.
Los detalles no faltan: fósiles, minúsculos puntos blancos que pinta en su "San Francisco recibiendo los estigmas", venido de Filadelfia, sin mencionar las nubes cargadas de nieve, cúmulos y estratos.
Esta pasión por los detalles busca ilustrar el abanico del alcance de la creación divina.
El contraste es sorprendente con una pintura sobre el mismo tema de su contemporáneo Fra Angélico, cuyo San Francisco está arrodillado en un paisaje menos realista.
Pero Van Eyck no es sólo un pintor religioso. Una sala entera está consagrada a sus retratos.
Audaz de nuevo, hizo que sus sujetos no posaran de perfil, como había sido la norma hasta entonces, sino de tres cuartos o incluso de frente, creando una mayor atracción por la mirada.
El maestro flamenco también reproducirá con un realismo sorprendente para entonces una lágrima en el rabillo del ojo, arrugas y bolsas en los ojos, cicatriz, una barba incipiente.
La exposición, cuyos preparativos tomaron tres años, finalizará el 30 de abril.
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