El artista multidisciplinario Sergio Hernández se sumó al Cancerotón 2019, que se llevará a cabo este viernes 23 de agosto, con el fin de concientizar, prevenir el cáncer y dar una esperanza de vida a los que ya lo padecen.
Sergio Hernández mostró su apoyo a este esfuerzo con la donación de una de sus obras realizada este año.
La pieza, titulada Circo, y cuyas dimensiones son de 150 por 260 centímetros, fue elaborada bajo la técnica de óleos y arenas sobre lino.
Nacido en Huajuapan de León, Oaxaca, en 1957, Sergio Hernández ha llamado poderosamente la atención en México y el extranjero. Sobre ella han escrito no sólo críticos de arte sino también historiadores, narradores y poetas.
Para el poeta Alberto Blanco, por ejemplo, la pintura de Hernández "no ha dejado de rendir homenaje y dar testimonio de aquellas primeras presencias: seres humanos, plantas, objetos y espíritus que poblaron sus primeros años y sus primeros sueños. Allí se abrieron los ojos del pintor al tumulto de la vida".
Hernández ha compartido su talento y virtud en disciplinas como la pintura, grabado, dibujo y cerámica. Su obra ha sido expuesta en países como Alemania, Suecia, Bélgica y Japón, entre otros.
En México, su obra puede ser apreciada en la Colección Milenio Arte, las Colecciones del Museo de Arte Moderno, Fundación Cultural Televisa, Secretaría de Hacienda y Crédito Público y en el Museo Soumaya.
Además, el artista ha plasmado su arte para la etiqueta de la botella Reserva Especial edición Sergio Hernández de Bodegas Lleiroso, limitada a una producción de 4 mil botellas al año.
"Nunca he pensado que soy pintor"
Para el artista oaxaqueño, la pintura es un diálogo consigo mismo. En ella plasma sus pensamientos, sus sueños, las imágenes que lo acompañan desde niño, cuando salió de su pueblo para volverse, simplemente, un ser del planeta Tierra.
"Nunca he pensado que soy pintor. Lo que he hecho es vivir de la pintura, una forma de vida que es la más grata para mí. Yo trabajaba en una fábrica, lo que era muy aburrido, un trabajo mecánico, y entonces opté por algo más libre, más natural, más creativo, y empecé a vivir de esto desde muy chico", ha dicho el artista.
"Mis dibujos me daban de comer: si pintaba y hacía la tarea —hacer la tarea era caligrafía, yo dibujaba las letras no su contenido—, cuando terminaba me daban de comer. Eso era un pago y era suficiente. Si tú vendes tu pintura y te pagan por todas las mentiras que dices, ¡pues qué maravilloso!".
Sobre su técnica, Hernández también ha compartido cómo es su proceso creativo.
"Si en este momento quiero dibujar algo, ¿cómo me enfrento a la tela? Rayándola, manchándola, escupiéndola, pateándola, vaciándole los colores. Y ahí mismo empieza a aparecer algo, obviamente lo empiezas a sacar con piedras, arenas, rayas… pero al final sale algo, no sé qué pero siempre sale. Desde que empecé a pintar hasta ahora es la misma historia, pero contada diferente. No ha cambiado nada, tal vez sólo los precios".
Para Hernández, "al pintar se libera mucha frustración, indignación, alegría, pasión, mucho amor y necedad, insistencia. Yo soy muy necio en la pintura. Es un diálogo contigo mismo, es un rumiar, un masticar, como una introspección; son tus sueños que no recuerdas en la mañana, pero cuando pones una gota de agua en el lienzo aparecen: es el inconsciente, sobre todo sexual".