A la muerte de Marie José Paz, el 26 de julio de 2018, se inició la discusión sobre cuál sería el destino de los restos tanto de ella como de Octavio Paz. Una primera idea fue trasladarlos a la Rotonda de las Personas Ilustres, pero algunos de los amigos del poeta señalaron que él, en múltiples ocasiones, “manifestó que no quería estar allí, no le interesaba compartir el espacio con esos ilustres mexicanos”.
“A finales de la administración pasada, ya en un gobierno de transición, se acuerda que el lugar ideal será el Colegio de San Ildefonso, una decisión a la que se suman la UNAM y El Colegio Nacional, pero primero nos dimos a la tarea de redefinir el proyecto, porque en un principio se buscó que fuera un elemento arquitectónico, escultórico, en el patio principal”, cuenta Eduardo Vázquez Martín, director del Colegio de San Ildefonso.
El también poeta recordó que fue Vicente Rojo quien propuso que no fuera así, sino que se construyera un elemento vivo, un homenaje al poema Piedra de sol, una de cuyas características es que nace de un homenaje al agua: “un alto surtido que el viento arquea, y a partir de esa imagen se convierte en un poema circular”.
“A partir de esa idea, Vicente construye dos conceptos: el de la circularidad y una fuente. Por ese camino llegamos a dos elementos constructivos: una Sala Memorial, que será un lugar cerrado, habitado por libros, donde pretendemos que estén las obras completas de Paz, las revistas Taller, Plural, Vuelta, Barandal, donde Paz colaboró: los autores que le interesaban, los pintores sobre los que escribió.
“Ahí estarán las cenizas reunidas, las cuales estarán resguardadas por un elemento escultórico de Vicente Rojo que se colocará en una estela, un elemento sencillo: no se trata de un mausoleo monumental, sino de algo digno, pero sencillo: Paz quedará en una biblioteca, entre libros y resguardado por una obra de arte de un artista con el que colaboró en muchas ocasiones”.
Se propuso incluir la fuente en el Patio de Pasantes, un espacio mucho más pequeño, resguardado por tres arcadas de tres niveles y una fachada que preserva el vitral de la bienvenida. Se trata de una obra compleja en la que se compromete al Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y Patrimonio Universitario, porque el diseño de Vicente Rojo “busca darle relevancia a ese espacio, pero no es una irrupción discordante”.
“Vicente pensó que sería como un desprendimiento del suelo de recinto y de cantera, que, como si se levantara del piso, de ese centro de la ciudad antigua, surgiera una fuente que no deja de ser un homenaje a Piedra de sol: inspirada en la palabra poética que dialoga con la historia, que retoma elementos abstractos y esquemáticos de nuestra historia visual, de la propia Piedra de sol, y que también retoma los elementos del agua y de la piedra. El diálogo entre piedra, palabra, agua, historia, es de lo que está construida esta pieza”.
Cuando se hicieron los trabajos preliminares para la intervención participó el programa de Arqueología Urbana del INAH y se dio un hallazgo arqueológico en el Patio de los Pasantes, donde se construye la fuente. Donde se va a colocar la fuente de Vicente Rojo hubo hacia finales del siglo XIX o principios del XX “un espejo de agua. Los arqueólogos suponen que pudiera tener antecedentes más remotos, de manera que al acceder a un espacio antiguo, se restituye al agua como un elemento central de estas áreas”.
De acuerdo con el criterio de los especialistas, esto no impedía la colocación de los nuevos elementos, por lo que el espejo de agua fue cubierto, lo que obligó a ampliar la superficie de la fuente diseñada por el artista. Esto permitió encontrar muros del siglo XVI, “quizá las primeras piedras de lo que fue el primer Colegio de San Ildefonso”, destacó Vázquez Martín.
El avance en las obras de la Sala Memorial ya es de 70 por ciento, mientras en el Patio de los Pasantes ya va en 80 por ciento, con lo que se tiene contemplada su conclusión en mayo, dentro de un esfuerzo coordinado por el arquitecto Ernesto Bejarano.
“La última vez que conversé con él, me preguntaba que cómo iban los trabajos: en algún momento pensé que a Vicente le urgía para verlo. Nos quedamos con el dolor y la tristeza de que no podrá ver estas obras suyas terminadas”, dice el director del Colegio de San Ildefonso.
Un artista de la ciudad
La obra de Vicente Rojo se encuentra dispersa no solo en museos, sino también en el espacio urbano, recordó Eduardo Vázquez Martín, quien fuera secretario de Cultura de la Ciudad de México. Esto se refleja en obras como su antimural Escenario abierto, en el Centro Nacional de las Artes; Fuente Central, en la Plaza Juárez; Jardín urbano, mural exterior en el Museo Kaluz; su homenaje a Carlos Fuentes con la Pérgola Ixca Cienfuegos o a Octavio Paz con el memorial que se prepara para el Colegio de San Ildefonso.
“La última vez que estuve con él, me di cuenta de que tenía un montón de obras que eran puras letras, en óleos y con muchas texturas o con volumen. Le pregunté por ello y me decía que más allá del enorme poder que adquieren las letras al unirse y transformarse en palabras y en ideas, desde niño le parecieron objetos mágicos: el diseño caprichoso que hacía a cada una de las letras era, en sí mismo, ya fantástico. Había en las obras una visión sobre el asombro de estar vivo que nunca perdió”.
Un asombro no solo a las letras, sino también a las formas geométricas, pero igualmente buscando la sencillez y la fascinación por el color: ya lo extrañamos, aseguró el director del Colegio de San Ildefonso.
“La ciudad queda marcada por su presencia, que tenía la cualidad de ser tan generosa y tan creativa, como sencilla y humilde. Nunca trató de imponer su palabra sobre la de nadie más: solo su luz y su talento se abrían paso y creaban objetos habitables y vidas compartidas”, resaltó el poeta.
Rojo propuso que se incluyera un elemento vivo, como homenaje al poema Piedra de sol.
Las claves
La fuente
Se propuso incluir la fuente en el Patio de Pasantes, un espacio mucho más pequeño, resguardado por tres arcadas de tres niveles y una fachada que preserva el vitral de la bienvenida.
bgpa