Con orgullo y mucha dedicación, Ángela Pérez Escamilla, una artesana de 65 años originaria del municipio de San Salvador, se dedica a la técnica del telar en cintura con fibra natural del ixtle.
Su labor la realiza con mucha paciencia para crear diversos y novedosos accesorios, trabaja muy concentrada, mientras la gente observa a su alrededor como sus hábiles manos mueven los hilos de fibras naturales armoniosamente y poco a poco el tejido va tomando la forma que ella desea.
“Tenía 11 años cuando comencé a aprender, y ahora tengo 65 años y gracias a dios, acá estoy dedicándome a esto, me gusta lo que hago… para trabajar ocupo el ixtle, lo tejemos, y con él, hago bolsas, estropajos, un mantelito para la mesa, para tejer el telar para una bolsa, tardo mucho tiempo, se necesita mucha dedicación”, indicó la artesana en entrevista para MILENIO.
Ángela acude a diversos tianguis y exposiciones artesanales, en diversos municipios del estado y entre los artículos y accesorios que oferta, se pueden observar, unas lindas bolsas con diferentes figuras tradicionales, estropajos, manteles y ayates, los cuales causan sensación.
Los ayates de Ixtle, este hilo natural de fibras vegetales es de los más complicados de elaborar, relató la artesana llena de identidad cultural y orgullo hidalguense.
“Los ayates llevan más tiempo, como 15 días y los manteles de mesa están chiquitos, hago cuatro al día y he participado en muchos eventos de cultura”, expresó emocionada.
Las personas que se encontraban a su alrededor, fascinados admiraban su trabajo y reconocieron el gran valor de cada prenda hecha cien por ciento a mano.
“Es una belleza verla trabajar, realmente causa orgullo ver como mueve las manos, como se concentra, y ver la forma que tomando cada uno de los accesorios”.
Los precios de cada una de las piezas varían dependiendo el diseño, su tamaño y debido a la creatividad, paciencia y dedicación con el que lo realizan, son muy solicitados por las personas y turistas que admiran este tipo de arte.
De acuerdo con el Museo Nacional de Antropología, el telar de cintura es un instrumento que desde la época prehispánica auxilió a la mujer mesoamericana en la elaboración de la indumentaria, le permitió desarrollar su creatividad y plasmarla en una variedad de telas. Está formado principalmente por dos grupos de hilos: la urdimbre, que son los hilos verticales que definen el largo y ancho del tejido, y la trama, las hebras que se entrecruzan horizontalmente con la urdimbre.
Eugenia Sánchez Santa Ana, Curadora-Investigadora, detalla en el sitio oficial del recinto que estas prendas tejidas en el telar de cintura pueden considerarse verdaderas obras de arte que atesoran la ideología y la cosmovisión de los serranos que las tejieron, cuya herencia cultural es un factor que los une como grupo lingüístico y transmite a las nuevas generaciones la experiencia cultural, la lengua y la identidad.
Se indica que para armar un telar se deben atar los extremos de la urdimbre a dos maderas o palos llamados enjulios que soportarán el tejido y definirán la anchura. El extremo superior del telar se debe afianzar a un punto fijo ̶ puede ser un árbol o un poste‒, mientras que el inferior se sostiene con un mecapal, un tipo de faja que la tejedora sujeta con su cintura para tensar el telar.