Montado en una libreta de ideas apretujadas y empuñando una pluma que derrama tinta letal, Arturo Álvar Gómez Xelhuantzi (Ciudad de México, 1982) le hizo frente al viento; ese nigromante omnipresente capaz de erosionar recuerdos y arrojar sentimientos.
Y de tal pugna inclemente contra “la marea eólica de los días” quedó un registro: Nómadas contra molinos, poemario que el autor de 39 años lanzó a través de la editorial La tinta del silencio.
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¿Cuál es la esencia de Nómadas contra molinos?
“El poeta es un Quijote (el nómada) que se bate en contra de los molinos (el tiempo). De esa lucha surge la poesía y mi libro, los restos de ese encuentro. Es un giro entre lo que perdura y lo que cambia, entre lo estático y el movimiento. El viajero se detiene a fijar los horizontes que ha trotado, mientras el molino por dentro gira para perderse en el paisaje”.
¿Cuánto tiempo te tomó conformar este libro y cómo se dio el acercamiento de la editorial La tinta del Silencio para publicarlo?
“Dos o tres días, semanas, quizás años o un par de lustros. Es un despertar. La poesía te asalta en cualquier instante con su inmensa lucidez que te lleva a nuevos combates o a la cotidianidad del silencio”.
“El libro lo entregué hace dos años. La edición de un libro, a veces, es tan ardua como su escritura. La Tinta del Silencio es una editorial independiente que apuesta por la poesía que surge irremediablemente actual. Son amigos entrañables con los que también he recorrido un buen trecho”.
Partiendo del título, ¿quiénes son los molinos de tu vida?
“El tiempo, el amor-desamor, la soledad, los vicios enviciados, las afrentas culturales de este México que me duele en el costado izquierdo”.
Escribir: ¿Una necesidad, un gusto o qué representa para ti?
"Hay un impulso íntimo, ineludible, en el que, por necesidad, la poesía se expresa en uno y la vida a través de ella. La poesía es iluminación, es el rayo que rompe el instante y nos permite ver una totalidad y sus múltiples correspondencias y reverberaciones. A veces, se aparece en un rostro; otras veces en un acto, es un encuentro".
La poesía, viéndola dentro de un panorama familiar, ¿qué es y por qué?
“Hay poemas en el libro donde hablo de mis abuelos y sus recuerdos que rechinan en mí; pero está dedicado a mis papás. Mi padre, más sedentario, lo recuerdo entre libros y tardes; mi madre es la noche onírica, atravesando la ciudad de norte a sur para llegar a casa. ‘En un giro de vida, me dieron muerte’, con esa dedicatoria empieza el libro”.
¿Qué peso tiene el silencio en tu poesía?
“La poesía surge del silencio. A veces en forma de música o de palabras. La poesía es la musicalización del verbo”.
¿Y el amor?
“El amor es, también, desamor. Desgarramiento y comunión. Hay tristes triángulos adoloridos, niños no nacidos, ‘Eres el cimbrar de mi desastre’, le escribo a una mujer que tú conoces”.
En estos tiempos de inmediatez, ¿cómo y por qué perdurar?
“Los versos son huellas, indicios; epítetos de alguien que vivió y vive en ellos. Lo remoto se estrecha y las hormigas se hacen de palabras”.
Jung dijo: “La gente es capaz de hacer cualquier cosa, por absurda que sea, para evitar enfrentarse a su propia alma”. ¿Escribes poesía para evitar este enfrentamiento?
“El poeta busca su alma en la poesía. Somos cuerpo en búsqueda de nuestra alma, de la poesía que nos inventa cada día. "Darse en la madre porque nos parió la poesía", el alma es un himen que se rompe. ¿Cómo evitar la desnudez oculta?”.
Foto: Cortesía
¿Qué sensación te invade cuando caes en cuenta que alguien más te lee?
"De incredulidad, porque la poesía cada quien la inventa en su lectura. Se identifica en ella. Un lector de poesía es alguien en busca de su yo. Es un caída como dices, cuando alguien alza la vista y ve mi poesía en su ventana".
Por último: En Don Quijote, Cervantes dice que “lo peor sería hacerse poeta, que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza”. Ante esto, ¿qué tan enfermo estás?
Es una ironía. Su libro comienza con un octosílabo (poesía popular: ‘En un lugar de la Mancha’), seguido de un endecasílabo (poesía culta: ‘de cuyo nombre no quiero acordarme’). Entre esas dos caras transcurre la aventura de la escritura, de la poesía hecha palabra. De la poesía uno no se alivia. ‘Era antes del opio que mi alma ya estaba enferma’, dice Pessoa. Es una forma de la locura, pues si esto ocurre, si uno se alivia, es que has vuelto a la cordura. Como Rocinante, de hambre enfermo, metafísico estoy”.
Claves
Clavería 22Arturo también es gestor de Clavería 22, foro ubicado en la colonia Clavería que lucha por reabrir sus puertas. “Es un crisol de posibilidades artísticas, desde el cual hemos impulsado la cultura independiente. Uno no es el espacio, así que no proyecta necesariamente los gustos, aunque sí se mezclaron la poesía con la música, la gráfica con el performance. Finalmente intentamos fallidamente la arquitectura. Nos clausuraron. Y regresé a escribir”, dice el poeta sobre este espacio artístico.
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hc