Después de casi 10 años de ausencia, Arturo Pérez-Reverte, escritor y colaborador de MILENIO, presentará una novela en Ciudad de México: Revolución (Alfaguara), pero antes, claro, se fue al Salón Tenampa.
“Me dijeron que no fuera porque la zona estaba peor, pero yo iba al Tenampa hace años y cada noche; tengo amigos mariachis, me sé todas las canciones de la Revolución y tenía que volver. Crucé la plaza Garibaldi, mirando de reojo, pero crucé y me siento en paz con México, que me ha dado muchas cosas y con Revolución puedo ir con la frente muy alta al Tenampa”, comentó el escritor en un encuentro con medios de comunicación en el Sanborns de los Azulejos, uno de sus lugares consentidos, que incluye en su libro, claro.
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“Disculpen que a veces hable de México con cierto calor y cierta insolencia pero es que aquí yo no estoy en el extranjero, estoy en mi tierra y uno tiene derecho a hablar con dureza y respeto de lo que ama. Cuando hablo de México es un acto de amor, no soberbia y estoy en mi casa”, agregó.
Pérez-Reverte señaló que no quiere que Revolución se vea como un libro escrito por un “gachupín” y no quería ser sacrificado en México si cometía un error en “los tiempos“ que reconstruyó en su historia.
“Que viene de turista y hace una novela sobre México, no. Quería que fuera como La Reina del sur, contada desde adentro. Digamos que esa novela fue el descubrimiento del país. Veinte años después escribo Revolución como una especie de conclusión de todo lo que he aprendido; es un rendir cuentas, es decirle a los mexicanos: ‘esto he aprendido de ustedes, en lo bueno y en lo malo y gracias’, pero cuando lo lean ustedes juzgarán si he entendido México o sigue siendo un ¡pinche gachupín! (risas)”.
El escritor confesó tener una deuda: “Yo en México he comprendido muchas cosas sobre el ser humano y el concepto de la violencia, comprendí que aquí la violencia es lenta; es decir, no es un estallido, es un estado de cosas”.
En la charla con los medios de comunicación, el escritor detalló que Revolución es la historia de “un joven ingeniero español (Martín Garret Ortiz), que trabaja en el norte de México en 1911 y se ve envuelto en la Revolución. Por accidente se encuentra con los villistas, que lo obligan a asaltar un banco de Ciudad Juárez y se mezcla con ellos. Se da cuenta de que la Revolución, la violencia, la crueldad, la lealtad son una buena escuela y descubre que mirando aprende. La Revolución mexicana es una experiencia de aprendizaje para este joven”.
Así, en una novela muy mexicana, aparece un tesoro en tiempos de Emiliano Zapata y Francisco Villa y un México violento, sangriento para el que el escritor tuvo que leer todos los libros sobre la Revolución mexicana, y fue a las fuentes originales con el fin de que fuera fiel con datos, lugares y sobre todo, el lenguaje de aquella época.
“Todo arranca con un amigo de mi bisabuelo que era ingeniero de minas y vivía en México y le cuenta la Revolución; mandaba cartas a casa contándole todo lo que pasaba con la Revolución y yo crecí escuchando las historias, siempre me fue mi familiar. Con el tiempo, un novelista, al final, es lo que lee más lo que escribe, imagina y lo que ha vivido, y un día decidí que quería contar la historia”, contó.
México no cambió tanto
Pérez-Reverte señaló que como reportero estuvo en 18 guerras, de las que siete fueron revoluciones. “Tengo cierto conocimiento de primera mano y sé cómo se comportan las personas. No quisiera decepcionar a nadie pero lo que me interesa de la Revolución mexicana, no es la revolución en sí, porque lamentablemente no cambió gran cosa. Lo que me interesa es el comportamiento de las mujeres y los hombres que lucharon, que fueron crueles y leales, valientes y cobardes. En las guerras que estuve, entendí que con la violencia descubres cosas que a lo mejor en la vida normal tardas mucho más. Como el protagonista, él aprende cosas a través de la Revolución, pero él no quiere cambiar nada, no cree en la Revolución ni le importa, pero para él, lo que hace la gente es fascinante y por eso termina siendo parte de ellos”.
Arturo Pérez-Reverte habló de muchos temas, como cuando pasó una peligrosa noche en una cantina en Tepito, de su labor como escritor, de la “corrección política” que luego le provoca algunas peleas y cancelaciones en redes, “pero a mi edad, puedo mandarlos al carajo, estamos borrando la carcajada, la libertad y la sonrisa espontánea”, dijo.
El escritor habló de su amor por México, los lectores y finalmente confesó no tener un buen concepto de las revoluciones y sus finales.
“Pero creo que son necesarias y hay que hacerlas, es necesario hacerlas y que los que están arriba no duerman tranquilos; pero cuando el de abajo llega arriba, se olvida de los de abajo. Esa desilusión, de falta de esperanza en el resultado final de la Revolución, México tuvo esos años necesarios pero tampoco cambió tanto”.
Presentación del libro
Miércoles 26 de octubre. Presenta Élmer Mendoza con una lectura a cargo del actor Mauricio García Lozano en el Polyforum Siqueiros. Insurgentes 701, Nápoles. Cupo limitado
PCL