Desde afuera parece apenas otro edificio histórico del centro de Río de Janeiro, pero adentro es una biblioteca de varios niveles que parece el escenario de una película de fantasía y que sigue fascinando a los visitantes más de un siglo después de su fundación.
"¡En Harry Potter hemos visto bibliotecas como esta!", exclama Didier Margouet, un turista francés de 57 años, mientras camina a lo largo de los estantes llenos de libros con lomos de cuero que ocupan las altas paredes del Real Gabinete Portugués de Lectura.
"Sí, es como en las películas", concuerda su novia Laeticia Rau, mientras observan el tragaluz octagonal compuesto por un vitral rojo, azul y blanco.
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El espacio fue construido a finales del siglo XIX bajo la administración de una asociación de migrantes portugueses que todavía cuida la institución.
Su arquitectura gótica y renacentista, así como su plétora de tallas, mosaicos y esculturas celebran las aventuras de los navegantes portugueses en los siglos XV y XVI.
Una vida entre libros
Con más de 350 mil volúmenes, muchos de ediciones raras, es actualmente más una atracción turística y un escenario para selfies que una sala de lectura, aunque para algunos continúa siendo un precioso refugio de conservación de la mayor colección de libros de lengua portuguesa fuera de Portugal.
Carlos Francisco Moura, de 86 años, es uno de los lectores fieles. Este arquitecto jubilado llegó a Brasil proveniente de Portugal con sus padres y se volvió un asiduo visitante de la biblioteca desde niño.
Ahora pasa su tiempo ojeando los tomos en los escritorios de madera oscura del lugar y copiando información para sus propios libros, que versan sobre historia de Portugal.
"Este es el alma mater de los portugueses en Brasil, la sala de lectura es eso y mucho más", cuenta Moura mientras ocupa uno de los escritorios de madera oscura.
La biblioteca es un recurso valioso, agrega el arquitecto, porque desde la década de 1930 se ha convertido en un repositorio de cada libro publicado en Portugal.
La conexión histórica de Brasil con su antigua metrópoli es profunda. En 1808, el rey de Portugal Juan VI, exiliado en Brasil con su corte a causa de las invasiones napoleónicas, declaró a Río de Janeiro capital del imperio portugués.
Su hijo Pedro I declaró la independencia en 1822 y fue proclamado emperador. El portugués se mantuvo como la principal lengua del país y con ella una cultura literaria bidireccional. Actualmente las banderas de Portugal y Brasil ondean en el exterior de la biblioteca.
El templo de los libros
Orlando Inácio, de 67 años, administra el lugar. También vino de Portugal cuando era niño, para nunca más regresar.
"Es un verdadero orgullo saber que esta biblioteca creada por portugueses es una de las más hermosas del mundo", dijo.
Inácio rastreó las raíces de la biblioteca hasta una asociación de migrantes portugueses que nació en 1837. Explica:
"El objetivo era ayudar a los migrantes, quienes en general eran poco letrados. La idea era mejorar su educación y ampliar sus conocimientos".
Los miembros de la asociación pagan una mensualidad que cubre parte de sus gastos generales. Los ingresos restantes vienen del alquiler de otros edificios propiedad de la asociación.
Inácio reconoce que con los cambios que trajo internet ha disminuido la cantidad de investigadores y de "ratones de biblioteca" que acostumbraban frecuentar el lugar. Ahora quedan apenas aquellos que necesitan consultar libros raros disponibles sólo en su versión física.
A pesar de esto, sigue encontrando placer en su trabajo diario. Después de todo, es el custodio de un templo literario cargado de historia, que conecta, además, a Brasil y a Portugal en un lazo lingüístico.
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