El contrabajo, dijo alguna vez Stefano Scodanibbio (1956-2012), “era el más despreciado de los instrumentos de cuerda, por características que en el pasado eran consideradas negativas: su gran cuerpo, la longitud de las cuerdas y la gran distancia entre las notas. Pero ahora son consideradas características positivas con un amplio espectro de posibilidades”.
La idea ha permeado en contrabajistas de todo el mundo que, como el mexicano David Sánchez y el alemán Sebastian Gramms, conocieron sus exploraciones sonoras tanto en concierto como en discos o a través de pláticas con el músico italiano. Bajo su influjo ambos músicos crearon Traslocal, proyecto que vincula encuentros musicales de repercusión internacional. Entre ellos destaca Bassmasse, que en 2012 reunió en Alemania, a 50 contrabajistas.
Como parte del Año Dual México-Alemania, Bassmasse ofrecerá una serie de conciertos en México que iniciaron el sábado pasado en el Instituto Goethe. El grupo tocará en la Plaza Fundadores de San Luis Potosí y el Complejo Cultural Universitario de la Universidad Autónoma de Puebla, hoy y el 28 de febrero, respectivamente, y el 3 de marzo a las 20:00 en el Festival Eurojazz en el Cenart.
Bassmasse está integrado por tres solistas: Sánchez, Gramms y el italiano Lelio Giannetto, más los contrabajistas mexicanos Rubén Fernández, Itzam Cano, Víctor Díaz, Arturo Báez, Juan Jose García, Ulises Castillo y Alejandro Martínez. El ensamble será dirigido por el argentino Rodrigo López Klingenfuss.
Gramms dice en entrevista para MILENIO que, en gran medida, el contrabajo sigue siendo un instrumento infravalorado: “Normalmente está al fondo de la orquesta o de un grupo, pero es un instrumento con muchos colores por descubrir, incluso por parte del público. La mayoría de la gente no sabe, por ejemplo, que puede hacer sonar notas muy altas. Dado que tiene un gran cuerpo y cuenta con una gran resonancia, puedes hacer muchas cosas con él”.
El músico dice que “yo le llamaría música contemporánea a lo que hago. Para mí y para el grupo, el concierto es como un círculo entre nosotros y el público. A mí no me interesa hacer cosas experimentales que nadie entienda. Por ejemplo, vamos a presentarnos en el Festival Eurojazz ante cinco o seis mil personas y tocaremos un poco diferente porque queremos conectarnos con la gente”.
Bassmasse está integrado por músicos tanto de jazz como de la música clásica, contemporánea y tradicional, indica el contrabajista. “Sé que todos son buenos músicos, pero su individualidad se manifiesta más cuando tocan solos. Las piezas tienen solos, variaciones e improvisaciones”.
Versión de cámara
Sánchez ha hecho cuatro proyectos con Gramms. Dado que es imposible mover un proyecto de 50 contrabajos, con Gramms decidió hacer una versión de cámara para una gira por Europa y Japón. Esta será la segunda versión de Bassmasse, mientras la tercera será en Italia en mayo.
El desafío es grande: “Es un reto, porque hay grupos de diez pianos o mil violines, pero no de contrabajos. Cuando llega a haberlos tocan covers o versiones de repertorio clásico adaptado a contrabajo. En este caso la música que montamos es original, principalmente compuesta por Gramms, que explora técnicas extendidas del contrabajo. Eso hace que adquiera una nueva posibilidad sonora”.
Sánchez añade que, “por ejemplo, hay secciones más cercanas al jazz y otras a la música clásica contemporánea. Por eso el corpus que nutre a Bassmasse es mixto, todos los contrabajistas tienen un ir y venir entre géneros, no son ortodoxos de academia clásica”.
Se ha recurrido al apoyo de Rodrigo López Klingenfuss porque, de acuerdo con el impulsor del proyecto, “desde la segunda versión nos dimos cuenta de que es necesario contar con un director porque la música es muy gestual”.
Sánchez refiere que en la música de Gramms hay mucha influencia de Stefano Scodanibbio, “quien venía mucho a México e incluso murió en Cuernavaca en 2012. Fue gran amigo de Sebastian y cada vez que venía a México yo platicaba con él para expandir mis horizontes respecto a la experimentación que él llevaba a cabo”.
En sus piezas, indica, se exploran “las cualidades de cada músico y las posibilidades del instrumento. Por ejemplo, hay una parte que es un blues, pero está adaptado de forma que podemos tocarlo entre nueve contrabajistas y cada músico toca una nota, lo que crea un sonido envolvente”.
Gramms dice que él ve la música “de manera muy abierta, libre. Pero no me refiero al free jazz, sino simplemente a un contexto en el que todo el sonido es importante, incluso los eventos sonoros. Mi música es una combinación de sonidos que me interesan y creo que, si me interesan, pueden interesarles a otros”.