Batalla de Cumbres de Acultzingo, inicio de la defensa de la nación

La Batalla de Acultzingo ocurrió luego de que Francia desconoció los Tratados de la Soledad.

Batalla de Cumbres de Acultzingo | Especial
Raquel Toribio
Puebla /

El 28 de abril de 1862 es una fecha importante para la historia de la Batalla de Puebla, pues en Acultzingo, Veracruz, ocurrió el primer enfrentamiento entre las fuerzas mexicanas y el ejército francés, lo que dio pie a la llamada Batalla de Las Cumbres. Se trató de un combate preliminar al 5 de mayo, cuya importancia radica en la estrategia militar que implementó el general Ignacio Zaragoza para lograr el triunfo posterior en los Fuertes de Loreto y Guadalupe, según el estudio realizado por la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena).

En esta batalla participaron milicianos de Tetela del Sexto Batallón de Guardia Nacional de Puebla con el Ejército de Oriente, donde destacaron los Tres Juanes. Cabe señalar que en este encuentro las mujeres tuvieron una participación vital, pues de acuerdo con Carlos Casarín, editor y redactor del diario mexicano “La Orquesta” y autor del “Diario del sitio de Puebla”, las mujeres de la Sierra apoyaron para sanar a los heridos, transportar armas y explorar zonas enemigas.

La Batalla de Acultzingo ocurrió luego de que Francia desconoció los Tratados de la Soledad y sus tropas desembarcaron en Veracruz. La noticia rápidamente llegó a los oídos de los republicanos mexicanos del gobierno de Benito Juárez, por lo que la defensa de la soberanía era la prioridad de la nación. El ejército más poderoso del mundo tenía la intención de intervenir en México.

Una vez en suelo mexicano, el general Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez, y los seis mil soldados expedicionarios de Francia iniciaron la avanzada con el fin de tomar la Ciudad de México, sin embargo, el camino no sería tan fácil.

El desconocimiento de la geografía de México por parte del ejército francés fue aprovechado por el general Ignacio Zaragoza, pues las tropas bajo su mando estaban conformadas por un número reducido de soldados con experiencia y adiestramiento militar, por lo que la estrategia para combatir a los invasores consistía en debilitar sus filas conforme avanzaran, mientras que los nuevos reclutas mexicanos tomarían experiencia en el campo de batalla.

El 27 de abril de 1862 se enviaron correos a Tehuacán a los generales José Rojo y Mariano Escobedo, con el fin de que sus tropas acudieran a las Cumbres de Acultzingo hasta San Agustín del Palmar. Por parte del ejército francés, se ordenó que un grupo de soldados zuavos (infantería experta en el campo de batalla) explorara la zona montañosa. De acuerdo con los historiadores, la milicia extranjera acampó en el Rancho de Tecomalucan, al pie de las Cumbres.

Esa misma noche la brigada de Morelia (zona centro), Escobedo (flanco derecho) y del general Miguel Negrete (flanco izquierdo) iniciaron las hostilidades contra los franceses, mientras que los militares de Querétaro estuvieron en reserva.

La mañana del 28 de abril el general Ignacio Zaragoza arribó al pueblo de Acultzingo con el fin de iniciar la defensa de la nación, sin embargo, la batalla serviría para conocer la fuerza de los invasores, mientras que gran parte de las tropas mexicanas estarían como reserva, pues había pocas armas, cañones, transporte y, por supuesto, hombres experimentados en el campo de guerra.

La defensa estuvo conformada por dos mil hombres de la Segunda División del Ejército de Oriente bajo el mando del general José María Arteaga, misma que estuvo conformada por cuatro brigadas e inició el enfrentamiento contra la mitad de las tropas francesas.

Alrededor de la 1:30 de la tarde, la brigada de Miguel Negrete sorprendió a la compañía de zuavos, lo cual provoca el contraataque para forzar el paso por las cumbres. Tras tres horas de combate, cae herido el general Arteaga y los militares mexicanos se dispersan; una parte se retira a Palmar y otra a Tehuacán, por lo que los franceses tienen el paso asegurado por Veracruz hacia Puebla.

El saldo en este encuentro fueron 34 soldados caídos por parte de Francia, mientras que por las tropas nacionales fueron 50 bajas, heridos, prisioneros y dos cañones abandonados.

1. Acción en las Cumbres de Acultzingo (1862)


Autor: Constantino Escalante

Técnica: Litografía

El 28 de abril de 1862 ocurrió el primer enfrentamiento entre el ejército de México y Francia, con el fin de tomar la capital del país. En la imagen se puede apreciar cómo los combatientes invasores regresan a Orizaba, Veracruz, mientras que el general Ignacio Zaragoza está victorioso. Asimismo, se trata de una pieza especial ya que los datos históricos reconocen a las mujeres como personajes de acción, ya que acompañaban a los hombres para llevarles comida, sanar heridas y transportar armas en esta batalla. La litografía original se encuentra en “Las glorias nacionales. Álbum de la guerra” y forma parte de una colección particular.

2. Retrato de Charles Ferdinand Latrille, Conde de Lorencez (1867)


Técnica: Litografía

Latrille de Lorencez encabezó las fuerzas militares en Francia en la batalla de 5 Mayo. Mostró determinismo para vencer a las tropas nacionales, sin embargo, cuando el emperador Napoleón III supo de la derrota, envió un nuevo ejército y no dejó que Lorencez continuara con la afrenta. Regresó a Francia desde el puerto de Veracruz el 17 de diciembre de 1862. Aunque nunca se recuperó de su humillación por la derrota, trabajó en la reseña histórica de la expedición francesa en México. El retrato forma parte de “Historia de la guerra de Méjico, desde 1861 a 1867”, del historiador español Pedro Pruneda (1830-1869).

3. Campamento militar en Orizaba (1862)


Autor: Alexandre Lazarenko

Técnica: Óleo sobre lienzo

Se exhibe en el Museo Soumaya, de la Fundación Carlos Slim.

AFM

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